¿Qué habría hecho Don Porfirio con la marcha del domingo?
Por: Rafael Redondo
@redondo_rafa
Espere un día para poder revisar bien la información sobre la marcha anti-AMLO del pasado domingo, y mi conclusión es: su “agenda” no hace eco, porque está sustentada en un delirio.
Desde no saberse el Himno Nacional, hasta el dicho que resume sus verdaderos intereses: “no permitiremos que las consultas ciudadanas se vuelvan una costumbre” (qué bien que aún sin darse cuenta, declaren que odian la Democracia), pasando por la nano-asistencia, mi lectura es: “La marcha del domingo, fue la marcha de un grupo de fanáticos”.
Aunque acertadamente lo menciona el maestro Jalife, la Ciencia Política nos debe una mejor definición de las corrientes o inclinaciones políticas, pues la dicotomía de izquierda y derecha ya resulta insuficiente, está claro que, los grupos que se resisten al cambio, los beneficiados por un sistema u organización política, quienes creen en el individualismo como forma de llegar a conseguir el bienestar, los aferrados a ideas fijas; en fin, los conservadores, suelen tener poca capacidad de organización debido a dos motivos de carácter fundacional:
A) Individualismo exagerado: la idea de que el éxito siempre es producto, únicamente del esfuerzo personal, que en términos llanos podemos calificarlo como ego desbordado. En general, este tipo de mentalidad privilegia el poder y el dinero, como virtudes máximas de la humanidad, haciendo a un lado motivos menos frívolos, y sí, mayormente satisfactorios, como, hacer florecer las habilidades personales, lograr rodear de empatía, compasión, amor una vida; las convicciones, los ideales. Debido a este individualismo, cuando de construir lazos dentro de un grupo humano se trata, estas personas se descubren completamente incapaces para lograrlo. Individualismo y Comunidad son dos conceptos mutuamente excluyentes. No puedes pedir dinero prestado a tu vecino, si no sabes ni su nombre y nunca te preocupaste por decirle, al menos, buenos días.
B) Beneficiados por un sistema: el racismo a la inversa, es imposible. La enorme cantidad de beneficios que una persona blanca tiene en México, por ejemplo, jamás van a ser superados simplemente porque a un rubio, alguna vez, en una fiesta, le llamen “paliducho”. Lo mismo sucede con las clases privilegiadas. Han vivido en una zona de confort toda su existencia, y cuando les llaman “fifí”, sienten que la Guerra Mundial se ha desatado, y no saben cómo lidiar con su molestia. Caen en estado de frustración y después aparecen en la marcha desarticulada del domingo pasado. Ni siquiera saben definir el motivo de su molestia, por eso no tienen agenda, ni discurso, ni la empatía de las mayorías. Nadie va a apoyar a quien no lo necesita. No aplicas quimioterapia a una persona sana, es absurdo.
Este tipo de ideologías, sólo logran organizarse, cuando existen, por lo menos, las siguientes condiciones, y ninguna es muy honrosa:
1) Cuando existe una coyuntura de decadencia: una catástrofe económica, situaciones de posguerra, los derrotados de un conflicto, etc. Una sociedad vulnerable en extremo, es presa fácil de discursos sensacionalistas, sin argumentos basados en evidencia, solamente guiados por la emoción.
2) Los fundamentalismos: ideas inamovibles, fanáticas, basadas en el maniqueísmo de bien contra el mal, blanco o negro, sin grises en el centro. El catolicismo excesivo de Francisco Franco, el racismo del nazismo alemán (todo lo malo del mundo es culpa de una etnia).
Pero, el fundamentalismo, que en sentido estricto se ubica en un pensamiento conservador, de derecha o individualista, lo hemos visto surgir en modelos que originalmente nacieron como movimientos comunitarios. Sin embargo, los líderes cayeron seducidos por el poder, y terminan convirtiendo movimientos pensados para beneficiar a las mayorías, en cultos hacia su propia personalidad (lo que muchos conciben hoy, erróneamente como Comunismo, en realidad tiene un sustento ideológico individualista, de derecha, conservador. Nada tiene que ver con la teoría real del Comunismo) es el caso de Stalin. Al final, una dictadura es siempre, invariablemente, resultado de una ideología contraria a la construcción de comunidad, tienen su origen, en una ideología de derecha.
El único soporte ideológico (sólo por darle un nombre) que tienen las personas de la marcha del domingo, lo encuentran en personajes con una reputación bastante dudosa a estas alturas del partido. Desde un Sergio Aguayo o una Denise Dresser, ambos obsesionados con el espejismo de la dictadura de AMLO (Porfirio Díaz ante una marcha como la del domingo, probablemente habría mandado rociar con insecticida al grupo, se habría reído del discurso, y, por no saberse el Himno Nacional, probablemente les habría, por lo menos, quitado la nacionalidad. Así trabaja una dictadura. Hoy, estamos a años luz de un fenómeno similar). Es una pena, que estos dos personajes, y muchos otros que se dicen haber dedicado una vida al análisis político, digan que hoy vivimos una dictadura, justo en el ocaso de su vida profesional. Es como si un médico, a punto de jubilarse, sale con la “batea”, de que dos hojas de ruda, curan todas las enfermedades. Una vida completamente desperdiciada.
Están también los personajes de los medios de comunicación; desde, un Loret, hasta un Chumel, pasando por un Derbez. Así de pobre es el sustento ideológico de estas marchas.
Tan no vivimos una dictadura, que ellos pudieron realizar su teatro del absurdo, y no hubo un solo policía que se los impidiera, ni nadie que intentara silenciarlos (aunque en su delirio, creen que sí, como pudimos observarlo en los videos, gritando, ¡No nos van a callar!, aunque nadie los estaba callando).
Tan no tienen conocimiento mínimo de literatura sobre temas de organización social, que no saben dónde ubicar al INE (un INE que se dedica a hacer proselitismo. El árbitro beneficiando a un equipo, es como jugar con dados cargados. Sin embargo, estas personas creen que la institución es, igual que su mentalidad, como una pieza de acero, un don divino, imposible de ser perfeccionado), ni a la SCJN, ni que el Presidente de México no sólo ha mantenido el apoyo ciudadano que lo llevó a dirigir al país, sino que lo ha incrementado.
Tan no vivimos una crisis, que, pese a que este sexenio ha estado marcado por dos fenómenos mundiales nada sencillos, la pandemia y la crisis por el conflicto ucraniano que nada más y nada menos está reordenando los polos de poder en el mundo, las finanzas están sanas, tenemos paz social y un Presidente fuerte que se traduce en que estamos muy, pero muy lejos del desastre que esta gente describe. Un dictador jamás tendría tanto apoyo, y menos podría camuflar su nivel de aceptación, cuando el INE, está claro, no es su aliado.
¿Cómo habría reaccionado Porfirio Díaz ante la marcha del pasado domingo?
Quizá mi lectura es apenas un boceto para describir a las marchas del odio, de la ira, del fanatismo, de la ilógica; pero, una marcha guiada únicamente por las vísceras, sin agenda, sin discurso claro y sin asistencia, tampoco merece un gran análisis.