¿Qué está pasando en las “mañaneras” de AMLO?
¿Qué le está pasando a las “mañaneras” de AMLO?
Cuando podríamos ver en una mañanera a Carlos Marín, Joaquín López Dóriga, Ciro Gómez, Pascal Beltrán del Río, Juan Pardiñas, Ricardo Alemán, Francisco Garfias, Leo Zuckerman, Beatriz Pagés, Pablo Hiriart, Raymundo Riva Palacio, Jorge Berry, Juan I. Zavala, Adela Micha, Carlos Loret, Macario Schettino, Brozo, Chumel, Callo deHacha, José Cárdenas, etcétera; acaso no se supone eran los periodistas estelares de los principales medios. Definitivamente espero no verlos -en lo personal- lo que sí es reflejo de su nivel puesto al descubierto que los alumnos de periodismo que mandan a las mañaneras dejan mucho por desear
Por: @raulcaraveo
El ejercicio de las conferencias matutinas del Presidente Andrés Manuel López Obrador es inédito para México pero también para el mundo; parte de la experiencia que como Jefe de Gobierno del Distrito Federal implementó con muy buenos resultados. Compitió al mismo nivel que el entonces Presidente Vicente Fox y le ganó, solo recordemos el desafuero.
A partir de su mandato las conferencias en punto de las siete de la mañana, de lunes a viernes, abren la agenda, resuelven, instruyen, corrigen errores y manifiestan una transparencia inusual para los estilos de gobierno mexicanos. Entre 3 y 5 millones de personas ven las conferencias en redes sociales, hoy cualquier teléfono celular es un instrumento confiable; esto lo marca como un fenómeno de comunicación que no se repite en otra parte del mundo e impacta a millones de personas. Son el modelo de comunicación social “per se”.
Cuando López Obrador lo anunció y comenzó muchas opiniones de analistas manifestaron desacuerdos; que sería desgastante para la figura presidencial, fue una sentencia; Roy Campos, estudioso del tema dijo; “su efecto será limitado porque se pueden volver monótonas. Las conferencias funcionarán un tiempo, pero no para siempre; por el momento son un vehículo ideal para fijar agenda cotidiana, para dar avisos, sorpresas, e incluso corregir.” En las primeras conferencias “las preguntas ya se han vuelto a modo y las respuestas predecibles”. Esto lo dijo Roy Campos el 12 de diciembre de 2018 en entrevista a Sputnik.
A once meses de este ejercicio varios resultados podemos evaluar de las conferencias de AMLO con una visión de conjunto.
Desde la primera semana de diciembre de 2018 a la fecha he visto con atención en promedio el 98% de las conferencias; he asistido acreditado como corresponsal internacional a una, la que se dio en Cancún, pude constatar, verificar muchas cosas; lleve dos compañeros y tuvimos la apertura y disposición para hacer nuestro trabajo sin limitantes.
No existe guion, línea o disposiciones, no se pide nada a nadie, en los momentos previos fácilmente se entrevista o charla con secretarios y funcionarios, las participaciones son sorpresivas, improvisadas, naturales, para bien o para mal. Muchos de los periodistas que asisten a las conferencias en provincia son los mismos que en la CDMX también están presentes, por cierto preguntan lo mismo. No obstante han asistido innumerables veces, sus preguntas son tautológicas, si, son preguntas repetitivas inútiles, pero, lo más increíble es que son de los mismos “periodistas” o quienes están acreditados como tales. Profesionalmente se han dado a notar y son inconfundibles. No es el caso que estemos o no de acuerdo con ellos; no, el caso es que en tantos meses no han podido articular preguntas inteligentes, argumentadas lógicamente.
Las conferencias mañaneras provocarían un desgaste.
Si efectivamente a 11 meses estamos viendo ese desgaste no en la imagen del Presidente; sino en la de los periodistas que en un ánimo beligerante y ya ganados en confianza -luego de once meses- se atreven a faltar el respeto, faltar al orden de participación, interrumpir, denostar, calumniar.
Es posible que a estas alturas y ya bien medida la tolerancia del Presidente algunos periodistas de medios adversos o críticos tiendan a avanzar en una intención de provocación. Resultado de la desesperación.
A once meses hoy en día la aceptación-popularidad de López Obrador ronda positiva a 7.5 de cada 10 mexicanos. Los pequeños grupos de poder opositor o adversario con presencia mantienen un grado de 2.5 de cada 10 mexicanos. A la participación de periodistas sin inteligencia que se desesperan para agredir al presidente le queda una aceptación de 2.5 de cada diez mexicanos; si nos vamos a las redes sociales, es decir fuera de su área de confort (Tv Azteca, Televisa, Milenio, Imagen, Reforma, etcétera) esta cifra es mucho mayor, es decir el campo de las redes sociales no es su campo para nada.
El desgaste no solo es de los periodistas poco profesionales, también sus medios, también otros periodistas de mediana importancia han perdido audiencias, han perdido credibilidad y, eso en periodismo es la ruta más eficiente al fracaso. El tema no es si estamos de acuerdo con las disposiciones del Presidente; el tema es si son objetivos, apegados lo más posible a la realidad. El tema es si desean manipular a través de su actuar.
No sé hasta donde pueda ser ésta una estrategia de los medios desplazados en sí misma, para decantar hacia su objetivo las mañaneras, no lo sé pero existe esa capacidad. Quizá sea la hora de revisar el método y replantear el ejercicio.
La evaluación también importante es del gran nivel de tolerancia del Presidente a manifestaciones de falsos supuestos en voz de algunos periodistas. Aguanta de todo y responde.
Y en contra partida; la ausencia de los autonombrados líderes de opinión del antiguo régimen que se niegan a reconocer uno de los ejercicios más democráticos y abiertos que ningún Jefe de Estado, Presidente en funciones ha puesto en ejercicio. Cuando podríamos ver en una mañanera a Carlos Marín, Joaquín López Dóriga, Ciro Gómez, Pascal Beltrán del Río, Juan Pardiñas, Ricardo Alemán, Francisco Garfias, Leo Zuckerman, Beatriz Pagés, Pablo Hiriart, Raymundo Riva Palacio, Jorge Berry, Juan I. Zavala, Adela Micha, Carlos Loret, Macario Schettino, Brozo, Chumel Tores, Callo deHacha, José Cárdenas, etcétera; acaso no se supone eran los periodistas estelares de los principales medios. Definitivamente espero no verlos -en lo personal- pero tienen el derecho aunque no lo ejerzan, lo que sí es reflejo de su nivel puesto al descubierto que los alumnos de periodismo que mandan a las mañaneras dejan mucho por desear.
Este quizá sea el reconocimiento de la base social de apoyo al Presidente López Obrador, más de 30 millones de mexicanos que lo pueden ver cualquier mañana y corroborar que está haciendo lo que tanto prometió en campaña y así refrendar el reconocimiento.
El mexicano común y corriente sabe perfectamente el nivel y calibre de las televisoras, los medios, sus voceros y al servicio de quienes han estado.
En la última semana de octubre a raíz del affaire Ovidio Guzmán en Culiacán pasaron varios hechos; se descarrilo una intentona por parte de altas esferas para incendiar y hacer un baño de sangre la detención del hijo del Chapo Guzmán; el gabinete de seguridad del Presidente actuó con rapidez y eficacia; luego se reparó la confusión a partir de trascendidos, la reparación de daños volvió a ser inédita en respuesta de conferencia de prensa de todo el gabinete de seguridad; se contuvo el ánimo de fracaso y golpista de periodistas bien identificados desde hace tiempo en las conferencias mañaneras; luego la respuesta en redes sociales lleva a su sitio a éstos “periodistas” críticos desesperados lo que provoca que al Presidente López Obrador se culpe de que maneja un ejército de bots para descalificar a los respetables periodistas. Son 7.5 contra 2.5 no hay que olvidar y cada exabrupto y error les pesa negativamente.
Finalmente se incrementó notablemente el número de registros en actas de nacimiento de neonatos cuyo nombre que pusieron sus padres es Ovidio.
Cuantas veces hubiéramos querido ver una respuesta así de Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría, Felipe Calderón o Enrique Peña Nieto sobre las masacres de sus Gobiernos.
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