“Protesta de la Policía Federal: mini mini mini ensayo de golpe de Estado, pero ensayo al fin. Todos a rechazarlo”.- Federico Arreola
Desde la tarde de ayer, el presidente de México, dejó en claro que la protesta que escenifican integrantes de la policía federal, carece de sustento. No se les da de baja, no pierden prestaciones ni derechos, su antigüedad en el servicio será respetada, el ingreso a la Guardia Nacional, será opcional y de ninguna manera su trabajo peligra.
Quien decida no ingresar a la nueva corporación de seguridad, tendrá asignadas nuevas tareas, donde estarán garantizados los mismos beneficios que disfruta en este momento.
¿Qué sucede realmente con la Policía Federal?
Todo indica que el problema, en realidad no es de orden laboral, sino político.
En el mensaje de anoche, López Obrador señaló la participación de una “mano negra”, que maneja en la oscuridad, el curso de esta protesta.
Quienes dirigen la inconformidad, ni siquiera forman parte de esta policía.
En redes sociales se habla mucho de la oscura intervención de Felipe Calderón en este asunto. Hay señalamientos en el sentido de que abogados que han trabajado bajo las órdenes del expresidente, asesoran y mueven la protesta, sin dar la cara.
Se dice también, que son familiares de varios de estos policías (esposas de ellos), quienes, disfrazados de sociedad civil, trabajan bajo las órdenes del recién creado grupo de opositores, donde están integrados PRD, aliancistas y calderonistas.
La prensa conservadora, pagada por lo que queda de los poderes fácticos que, durante el neoliberalismo, gobernaron al país, desató una fuerte campaña, donde la policía federal aparece como una víctima de las acciones de gobierno que implementa la Cuarta Transformación.
Son trabajadores intachables, a los que se pretende dejar sin sustento, u obligarlos a vivir acuartelados y con unos salarios de miseria.
Toda la mezquindad de estos periodistas, reflejada en una guerra sucia que intenta desacreditar, por el medio que sea, al presidente y a su gobierno. No importa si se recurre a la mentira para ello. No importa el respeto que deben a sus audiencias. La orden que viene de quien les paga es terminante: usar todas las herramientas, para inventar la imagen de un gobierno autoritario.
Para desgracia de ellos y de sus patrones, la sociedad mexicana ha aprendido a no olvidar. La memoria frágil a la que apostaban estos periodistas, quedó en el pasado.
Lo ha repetido incansablemente el presidente: “el pueblo de México es mucha pieza”.
Los ciudadanos no olvidan la participación de la policía federal, en actos violatorios a los derechos humanos, como sucedió en Nochixtlán, Oaxaca. Ahí se disparó contra una población desarmada, en un operativo desplegado por esa policía.
Las recomendaciones de la Comisión de Derechos Humanos, contra la policía federal, por actos comprobados de tortura y violación a los derechos individuales, se cuentan por cientos.
Este cuerpo de seguridad, creado por Felipe Calderón y Genaro García Luna, no desarrolló en su vida, una capacidad de respeto a las garantías individuales.
Su trabajo ha sido represor, en los casos en que la ciudadanía ha salido a las calles a protestar por alguna causa que considera injusta.
Esa misma policía, que hoy se encuentra en el caso contrario, protestando e impidiendo la libre circulación ciudadana, es la que exige al gobierno garantías para manifestarse libremente.
Y el gobierno del presidente López Obrador, les responde que su derecho a la manifestación está garantizado.
Como en otras ocasiones, Andrés Manuel responde con la misma claridad a que nos tiene acostumbrados.
La protesta carece de fundamentos y se resolverá a través del diálogo. No habrá represión, porque este gobierno no utiliza los criminales métodos del neoliberalismo.
Y, sobre todo, el presidente apuesta a una alternativa que le ha dado buenos resultados en otras ocasiones: el sentido común del pueblo.
Una protesta injustificada, no tendrá nunca el apoyo popular, por mucho que lo intenten los conservadores. El pueblo, que “es mucha pieza”, no se deja engañar por quienes han demostrado por décadas, no saber gobernar.
Una sociedad curtida ya en cuestiones políticas, no puede dar crédito a los dichos o las maquinaciones de quienes hundieron al país en la violencia, la desigualdad, el hambre y la corrupción.
Es evidente que hay una “mano negra” que mueve los hilos en este asunto.
Hubo una coordinación entre políticos y empresarios conservadores, con comentócratas y bots en redes sociales, para intentar difundir la idea de que la policía preparaba un motín desestabilizador, que tenía su origen en las decisiones autoritarias del presidente.
Todo se movió de acuerdo a un plan, trazado con anterioridad y dirigido desde la oscuridad por manos reaccionarias que quieren que el actual gobierno fracase.
En realidad, no han conseguido mayor apoyo por parte de la ciudadanía. Al contrario.
La policía federal, desprestigiada desde hace tiempo, únicamente logra acrecentar el descrédito que ya venía arrastrando.
El encabezado de esta nota, que tiene que ver con un tuit que puso desde ayer el periodista Federico Arreola, es interesante porque señala algo que debe tenerse en cuenta de aquí en adelante.
La derecha, rota, sin rumbo, sin estrategia, sin figuras que puedan ser imán ante los ciudadanos, puede estar optando en este momento por una vía que no sea nada institucional.
Alterar el orden público, usando elementos de seguridad para desacreditar, deslegitimar y presionar a un gobierno democráticamente electo, es algo que no se había visto en México, desde tiempos de la revolución.
Esto rebaza el marco constitucional y toca las puertas del golpe de Estado, como bien lo señala Federico Arreola.
No debemos permitir que este tipo de intentos progresen.
La desesperación de la derecha se está tornando peligrosa para el país y para los ciudadanos.
Es importante estar alertas para impedir que la construcción del México de paz que todos queremos, se vea entorpecida por la ambición y deseo de poder, de los neoliberales que aún no aceptan que fueron totalmente derrotados el pasado primero de julio.
Jamás la violencia como vía política.
Malthus Gamba