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Pijamada en el trabajo legislativo
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Pijamada en el trabajo legislativo

Por: Pablo Meléndez
@jpms1500

El 6 de enero de 2021, se produjo un asalto violento al Capitolio de los Estados Unidos en Washington DC durante una sesión conjunta del Congreso para certificar la victoria del presidente electo Joe Biden en las elecciones presidenciales de 2020. Los beneficios del entonces presidente Donald Trump irrumpieron en el edificio, rompieron ventanas, saquearon oficinas y se enfrentaron a la policía. El incidente resultó en la muerte de cinco personas, incluyendo un oficial de policía. El asalto fue condenado por líderes políticos de todo el mundo y resultó en el segundo juicio político de Donald Trump por “incitar a la insurrección”.

Durante un discurso en el que reiteró sus falsas afirmaciones sobre el supuesto fraude electoral, Trump instó a sus seguidores a marchar hacia el Capitolio ya “luchar” para evitar que el Congreso certificara la victoria de Biden. Como resultado, una multitud de reemplazo de Trump irrumpió en el edificio del Capitolio, interrumpiendo la sesión del Congreso y causando daños significativos.

Dos años después, en la cámara de senado de México ocurre algo similar, los senadores del bloque opositor y los grupos más retrógradas de la gobernanza nacional se plantaron en una “pijamada” para detener los trabajos legislativos. Xochitl Galvez le hizo el favor a Córdoba, a Graue y a Piña al hacer un espectáculo encadenandose y dándole a los medios de comunicación algo en qué enfocarse en vez de los protestas en contra de las excesos que están ocurriendo en la UNAM y la venta de amparos a prófugos por parte de la SCJN.

Sin embargo la escala de violencia no llegó al mismo nivel por dos motivos, la primera es el evidente desinterés de la federación en usar la fuerza contra sus adversarios y la segunda por la evidente falta de convocatoria de la oposición para lograr una toma del órgano similar a la que ocurrió en los Estados Unidos.

Lo que ocurrió la tarde del pasado jueves en la cámara de senadores, se puede entender como un circo que pone de nueva cuenta en cuestionamiento la permanencia de la oposición como un bloque con un impacto significativo en la vida política del país.

La acción de detener el trabajo legislativo no tuvo impacto ya que el bloque mayoritario logró tener quórum para continuar con los trabajos legislativos con todos los pormenores que señala la ley y así como Creel dejó en el pasillo a la bandera mexicana (aún así recibió los honores merecidos), ahora los senadores, en el patio, siguieron trabajando sin importar las trabas que se les han planteado.

¿Pero qué era tan importante que no podía esperar a que acabara el berrinche de la oposición? La ley 3 de 3 que impedirá que toda persona con un historial o acusaciones de violencia de género no pueda ocupar un cargo público, lo que le viene mal a un PRI y un PAN que solían tener una red de prostitución dentro de los organos legislativos.

Pero esto no les gustó, y ahora los mismos senadores que se han ausentado una y otra vez de las mesas de trabajo, que han desaprobado leyes sin leerlas declarando que no votarán por nada que venga de MORENA, buscarán impugnar los acuerdos aprobados por haberlo hecho en “mesas de plástico” lo cual es traición según Max Kaiser.

Sin embargo las empresas de comunicación han dado foco a estos acontecimientos, dejando de lado o en silencio absoluto lo que está ocurriendo en la Suprema Corte de Justicia donde civiles se manifiestan en contra de la venta de favores para delincuentes de cuello blanco.

Así como la manifestación de estudiantes en la UNAM que exigen la transparencia de gastos de los altos cargos y la imposición de Córdoba sobre muchos otros profesores que suelen estar sin horario de cursos o con salarios bajos pese a su antigüedad.

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