La atención que ha alcanzado el litio a nivel global en los últimos años se explica justamente en los importantes capitales del mundo que se están invirtiendo en el futuro de la explotación del litio, que alcanzan miles de millones de dólares. Sin embargo, a la larga todo podría convertirse tan sólo en el sueño de la “esperanza blanca”.
Por Ulises Ladislao **
Ahora que lo políticamente correcto es impulsar las denominadas “energías verdes”, al menos medio mundo ha volteado al litio no sólo porque se emplea en dispositivos de comunicación de nueva generación, el entretenimiento y el acceso a Internet, sino porque hoy ese y otro tanto de tal cúmulo de personas ven en los autos eléctricos su esperanza de detener los estragos que efectivamente está ocasionando el cambio climático a escala global, aunque no estaría de más que se asomaran un poco a las praderas ganaderas que cubren bastante territorio del planeta.
Del negro al blanco
El problema esencial en el mundo actual no es la producción de energía, para lo cual existen decenas de opciones; el desafío verdadero es su almacenamiento altamente eficiente, que ofrezca la menor merma posible ya sea en su almacenamiento, distribución y transmisión, al tiempo que su resguardo no demande una infraestructura monumental u onerosos gastos. De aquí que el petróleo siga siendo en este aspecto un energético relativamente fácil de manejar y transportar.
Y ciertamente, si alguien cree que el llamado “oro blanco” es el sustituto ideal del “oro negro” le podemos anunciar que está absolutamente equivocado. En el informe preliminar Litio, la paradoja de la abundancia, la organización Red de Asistencia Jurídica contra la Megaminería, explica de manera contundente: “El litio no genera energía, sino que la conserva. Las baterías que utilizan litio son capaces de almacenar mayor carga energética y por más tiempo que la mayoría de las baterías del mismo tamaño”, señala.
“Según los más aventurados reportes de analistas económicos, ocupará en los próximos 8 a 10 años un rol esencial como elemento conservador de la energía. Se especula que su utilización para las baterías de los autos eléctricos e híbridos ocupará un rol importante en la carrera por disminuir los gases que provocan el efecto invernadero y contribuirá a evitar el recalentamiento global”, señala la Red. Así, la creciente especulación económica sobre el mineral se basa en su gran potencial para fabricar tales tipos de acumuladores.
Mineral en salmuera
El litio es el metal más ligero de la Tierra, uno de los minerales más abundantes en la naturaleza y una fuente de recursos no renovables. Generalmente se encuentra en una variedad de reservorios como son rocas, agua marinas y salmueras (aguas saturadas por sal). “Debido a los altos costos y a las dificultades de extraer litio de roca y agua marina, la mejor opción comercial es hacerlo de salmueras subterráneas, de donde son extraídos grandes volúmenes del mineral y es más barato extraer, generando economías de escala con alta productividad y rentabilidad”, apunta el análisis de la Red de Asistencia Jurídica.
Esta situación, exponen algunas fuentes, seguramente irá cambiando a medida que aumente la demanda global y el precio del litio se incremente. No sería por casualidad toda vez que el elemento proveniente de salares presenta contenidos promedio de 500 partes por millón (ppm), cuando el que está alojado en forma de roca exhibe una mucho más alta concentración, con un promedio de 2,000 ppm. Ante ello, eventualmente se requerirá el desarrollo de nuevas tecnologías e investigación para hacer más accesible y barato su sustracción, producción y procesamiento metalúrgico. Así se establece en el estudio La Fiesta del Litio del Perú: será para el 2022 o más adelante (?), que publicó Gěrens Escuela de Postgrado, en diciembre de 2018.
El material más puro que puede obtenerse totalmente procesado se denomina Litio Metálico, el cual se comercializa principalmente bajo la forma de carbonato de litio (una tonelada de aquél equivale a 5.323 toneladas de Carbonato de Litio Equivalente, LCE). Tradicionalmente, el denominado “oro blanco” tiene diversos usos en la industria, la medicina, en cerámica y vidrio, para grasas lubricantes, así como en la producción de polímeros y el tratamiento de aire.
Analistas internacionales y empresas relacionadas con su utilización, coinciden en que hoy por hoy la mayor demanda es ya para la fabricación de baterías de iones de litio, que proveen de energía a teléfonos inteligentes, computadoras portátiles, cámaras y tablets, aunque se le reconoce su gran potencial como elemento clave en el desarrollo de una nueva generación de acumuladores para vehículos eléctricos.
Los iones nuestros de cada día
De acuerdo con números presentados por la US Geological Survey (USGS) publicados en 2016, la mayor cantidad de las reservas mundiales de litio explotables se encuentran en Chile, con el 52% del total, seguido por China (22%), Argentina (14%) y Australia (11%), las cuales cuentan con “los estudios técnicos de factibilidad totalmente probada que incluyen análisis de producción con determinación de Capex y Opex, procesamiento, avances y permisos socio-ambientales completos que les permite actualmente tener una producción sostenida”, sostiene Gěrens.
Y añade: en cuanto a recursos, “los tres países que conforman el triángulo del litio concentran los mayores recursos del metal a nivel mundial, con el 54%. Bolivia y Argentina poseen el 19.2% cada uno de ellos, mientras Chile dispone del 16%, del total. Aunque existen países con abundantes recursos, su explotación hoy por hoy no resulta factible económicamente debido a que presentan altos niveles de magnesio, entre otras impurezas”, afirma la Escuela de Postgrado.
La fiesta del triángulo cuadrado
Hasta hace pocos años se aceptaba sin remilgos que las mayores reservas descubiertas de litio del mundo en salinas se ubicaban justamente en la zona denominada “Triángulo del litio”, comprendida por Bolivia (Salar de Uyuni), Chile (Salar de Atacama) y Argentina (salares de la puna Jujeña y Salteña, y el norte de Catamarca), cuya extracción es la más barata del mercado.
Información generada por la Gerencia Nacional de Recursos Evaporíticos (Comibol-Bolivia), refiere que los recursos más abundantes de litio del mundo se encuentran en Potosí, con más de 100 millones de toneladas métricas de carbonato de litio, distribuidos en un área de más de 10 mil kilómetros cuadrados.
Pero no todo es para siempre y menos aún es posible acatar ideas hasta el fin de los tiempos: un importante hallazgo develó que el famoso triángulo resultó de cuatro lados, como lo alertó el Financial Times y publicó Gěrens Escuela de Postgrado en diciembre de 2018. “Un reciente descubrimiento más al norte levanta las sospechas de que Perú estaría por unirse a la fiesta del litio y convertir el triángulo en un cuadrado”, destaca el periódico británico.
Cabe señalar que esta gran reserva conforma también el primer yacimiento de litio y uranio del mundo. La minera Macusani Yellowcake, filial de la canadiense Plateau Energy, detalla que el descubrimiento se realizó en un lago prehistórico cubierto de lava en la región andina de Puno, en el sureste de Perú. Los recursos de litio en roca suman entre 2.2 y 2.5 millones de toneladas de carbonato de litio y los de uranio entre 130 y 132 millones de libras.
Tales recursos convierten de golpe y porrazo a este país andino en poseedor de una de las 10 vetas más grandes en el mundo, en momentos en que los analistas pronostican que la demanda del metal se duplicará en 2022, y constatan aquellas estimaciones que aseguran que el 85% de los recursos globales de litio se encuentra en América del Sur.
Un pastel para pocos invitados
Por lo pronto, en función de las últimas cifras de la propia USGS, la producción mundial de litio en 2018 alcanzó alrededor de 85 mil toneladas, 69 mil toneladas adicionales, respecto al año anterior. Así, según el informe citado, la demanda de carbonato de litio alcanzaría las 470 mil toneladas para 2025, lo cual significa un crecimiento promedio de 10.4% por año.
Si aquello ocurre en materia de reservas y recursos, no es de extrañar que este pastel en materia de ingresos se reparta entre unas cuantas naciones invitadas. La USGS anota que el país que en 2017 suministró la mayor cantidad de este metal a todo el mundo fue Australia, con una producción de 18 mil 300 toneladas, al que le siguieron Chile y Argentina con 14 mil 100 y 5 mil 500 toneladas, respectivamente.
La atención que ha alcanzado el litio a nivel global en los últimos años se explica justamente en los importantes capitales del mundo que se están invirtiendo en el futuro de la explotación del litio, que alcanzan miles de millones de dólares. Si le damos crédito a la consultora GlobalData, en los próximos cuatro años 37% de la cantidad adicional de litio será suministrada por Australia, que seguirá liderando la producción mundial, con aperturas de minas en diferentes zonas de su geografía; le escoltarán en el ranking, Argentina, que aportará un 29%, Canadá con un 16%, Chile con un 9%, Estados Unidos con un 6% y México, con un debut cuasiestelar, con un 4 por ciento.
La vuelta al sartén
En cuanto al costo de este fundamental insumo de la Cuarta Revolución Industrial y la Transformación Digital, datos revelados a finales de 2018 por Gěrens indican que la creciente demanda de baterías triplicó el precio del carbonato de litio a partir de 2015, que en aquel año se ubicó en 12 mil 500 dólares por tonelada, aunque la multinacional financiera Morgan Stanley proyecta que su costo se incrementará hasta que la incursión de nuevos productores le dé la vuelta a la sartén y hagan descender los precios cerca del nivel de sus costos marginales de producción.
En este tenor, Julio Calzada y Desiré Sigaudo dieron a conocer en agosto de 2019 un análisis del tema, bajo el título Los precios internacionales del litio, el recurso que quiere explotar Argentina, que publicó la Bolsa de Comercio Rosario, en el que establecen que los precios internacionales del litio llegaron a $USD 16,500 por tonelada, en 2018.
“A partir del 2015 comenzó a crecer rápidamente la demanda de litio gracias a la expansión de la producción de vehículos eléctricos. La oferta no fue capaz de atender inmediatamente el incremento de la demanda, causando un desequilibrio en el mercado del litio que impulsó al alza el precio del metal. Este desequilibrio se mantuvo hasta el 2018”, anotan los autores.
Adiós a la gran esperanza blanca
De esta manera, el sueño albo no duró más de tres años y luego de alcanzar un pico de la mano del fuerte incremento proyectado en la fabricación de vehículos eléctricos para los siguientes años, los precios cedieron a partir del crecimiento de la oferta de litio por la cada vez mayor producción australiana y argentina.
Los precios actuales oscilan en torno a los $USD 11,000 por tonelada, y de acuerdo con las estimaciones, el dúo Calzada y Sigaudo señala que se espera que en los próximos cinco años la oferta crezca a una mayor tasa que en el pasado y supere, a su vez, el incremento esperado de la demanda. “La sobreoferta de litio conduciría entonces a una caída del precio, proyectada en 34%”, anticipan.
“A partir de 2020, la agencia calificadora de riesgos Moody’s en un informe del año 2018 proyecta una caída en el precio del litio como consecuencia del aumento en la producción internacional luego de varios años de inversión en el sector. Según esta fuente, el rápido crecimiento de la demanda impulsado por la fabricación de vehículos eléctricos no llegaría a absorber el incremento de la oferta en los primeros años de la próxima década”, precisan.
Como dijo Muhammad Ali al bajar del ring en una calurosa noche de 1972, en Las Vegas, Nevada, cuando derrotó por un terrible knockout técnico al buen Jerry Quarry: Bye Bye, The Great White Hope, cuya aspiración se quedó en promesa de alcanzar la cima. Aquí pasaron apenas un puñado de años para que la promesa del litio, la “esperanza blanca”, no pasará del tercer round.
Datos provistos por la United Nations Comtrade Database muestran que entre 2001 y 2017 los valores comercializados del litio en sus distintas formas aumentaron 14 veces. Desde 2001 y hasta 2008, el mercado se multiplicó por cuatro, creciendo a un ritmo del 30% anual, aunque con la irrupción de la crisis financiera mundial de 2008 y 2009 la demanda se deprimió. Más tarde, durante cinco años el precio se estancó, hasta que en 2015 la comercialización se triplicó y presentó un crecimiento espectacular de 45% anual.
El boom de los commodities
En el joven mercado del litio participan pocos actores y ésta es una de las causas por las cuales hasta ahora no existen instrumentos financieros atados a este producto que coticen en las bolsas de valores del mundo. Así, luego de iniciar la década de 2000 con precios por debajo de los $USD 2,000 por tonelada, y normado consecuentemente por la ley de la oferta y la demanda, el valor internacional del litio aumentó a partir de la segunda mitad del decenio, en lo que se conoció como el “boom de los commodities”, lo cual desató un fuerte incremento de las inversiones en el sector.
“El incremento de la capacidad productiva del sector, como consecuencia de las inversiones mencionadas, se materializó en un contexto de estancamiento económico global, lo que provocó una sobreoferta de litio en aquellos años. Los valores del metal, en consecuencia, oscilaron en un rango acotado durante los siguientes seis años, hasta mediados de 2015, entre 4,000 y 5,000 dólares por tonelada”, describen Julio Calzada y Desiré Sigaudo, de la Bolsa de Comercio Rosario.
Ante tales condiciones, las fichas se comenzaron a mover, y entre 2009 y 2011 Australia duplicó su producción, Chile y Argentina expandieron su actividad y China sumó mayor capacidad de procesamiento del mineral, establecen los autores.
La esclavitud de los cables
De acuerdo con el Informe preliminar de la Red de Asistencia Jurídica contra la Megaminería, el empleo del litio se había repartido hasta ese entonces de la siguiente manera: 29% se destinaba a la fabricación de baterías, 28% se ocupaba en la industria del vidrio, 18% se utilizaba para la producción de grasas lubricantes, cada uno de los rubros de aires acondicionados e industria metalúrgica consumían 4%, mientras que en medicina y aluminio demandaban ambos el mismo 3%, para elaborar polímeros se usaba 2% y 9% se repartía en otros usos,
A inicios de la década de 2010, el mercado del metal blando se distinguía por un equilibrio entre lo que se producía y lo que se demandaba, para el cual el principal impulsor era la elaboración de baterías de ion de litio por la pujante industria de dispositivos electrónicos portátiles, cuyos fabricantes encontraron en este tipo de material una excelsa manera de ayudar a este segmento productivo a consolidar el mercado de tales equipos, y hacer más certera la promesa de agregar condiciones inmejorables a la movilidad e independencia a los usuarios, y liberarlos de la esclavitud de los cables en sus quehaceres cotidianos.
Aun así, el mercado de tecnologías y sus exigencias no representaban por sí solos el revulsivo para el desarrollo acelerado de esta área, toda vez que la cantidad de carbonato de litio equivalente que se requiere para alimentar un teléfono inteligente es de cerca de siete gramos. Lo que sí resultaba seguro era que el uso del litio podía masificarse en el sector energético como medio de almacenamiento, y con ello acrecentar los precios.
La seducción verde
En la actualidad, el panorama ha cambiado y al parecer se trocará aún más, pues el 39% de lo demandado es ya para la producción de baterías, y de cara al año 2026 se proyecta que el 70% del consumo tendrá como destino las baterías, un 15% a vidrios y cerámicos, y el 15% restante a otros destinos, como apuntó en 2017 el Ministerio de Energía y Minería de la Argentina. Los especialistas coinciden que para 2025 la tonelada del mineral se sitúe en torno a los $USD 11 mil, valor muy similar al que se tenía en julio de 2019.
“El salto en la demanda llegó de la mano del desarrollo de la industria de vehículos eléctricos, a partir de 2015 –señalan con lupa Calzada y Sigaudo. La respuesta de la oferta no fue inmediata, ya que los proyectos de extracción de litio requieren de varios años de desarrollo antes de estar operativos.”
La creciente moda de incorporar tecnologías verdes en todos los ámbitos de la actividad humana trajo una nueva perspectiva a la industria automotriz, que llevaba décadas realizando infructuosos esfuerzos para incorporar la energía eléctrica como propulsor de sus automóviles, de manera no sólo eficiente sino atractiva desde el punto de vista comercial, en particular para seducir a las nuevas generaciones, preocupadas en disminuir al máximo las fatalidad que pudiera ocasionar el calentamiento global producido por sus huellas de carbono.
Una vuelta a Insurgentes
Hacia finales del siglo pasado, la General Motors lanzó al mercado estadounidense el primer vehículo eléctrico moderno de carácter comercial. Para ese tiempo, que ahora nos parece antediluviano, el denominado EV1 no tenía más opción que utilizar baterías de ácido y plomo, cuyo peso le aportaba más de media tonelada al esfuerzo de desplazamiento del automotor, de aquí que no sin sangre, sudor y lágrimas su autonomía iba apenas más allá de un centenar de kilómetros, una sola ida y vuelta a lo largo de la avenida Insurgentes de la CdMex.
Y aunque las baterías de ion litio se desarrollaron desde la década de los 80, su aparición por el mundo había sido bastante discreta a tal grado que su despegue real se retrasó por casi dos décadas, cumpliendo la máxima de que un tiempo es el de la tecnología y otro muy distinto el del mercado.
La ligereza, reversibilidad, resistencia y alta eficiencia en el resguardo de energía de las baterías basadas en litio llamó la atención de la industria automotriz, en especial la de Martin Eberhard y Marc Tarpenning, un par de ingenieros californianos que amaban los autos eléctricos, adoraban las altas velocidades, pero detestaban la gasolina y sus efectos nocivos al ambiente.
Cuando llegó el nuevo milenio los acumuladores fueron objeto de un empujón definitivo con la incursión en la imberbe industria de autos eléctricos de Elon Musk, quien se unió a Eberhard y Tarpenning para fundar la compañía estadounidense Tesla Motors, inspirado en el prototipo creado por la empresa AC Propulsion, el cual incluía acumuladores de ion de litio para echar a andar un motor eléctrico de gran eficiencia.
Media tonelada de éxito
No fue sino 10 años después que el negocio “disrumpió” sobre cuatro ruedas y el proyecto pudo fructificar, seguramente por la fiebre de emplear tan sólo energías limpias por aquellos que aún creen que el litio es el sustituto idóneo para reemplazar el energético tradicional, como lo es el petróleo.
En 2012, Musk y sus socios presentaron para su venta al mercado el Tesla Model S, cuya viabilidad fue comprobada por la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, quien determinó que este vehículo había multiplicado por cinco la autonomía de la propuesta inicial de GM, a pesar de que el paquete de baterías pesaba también 540 kilogramos.
De hecho, se demostró que el contenido de litio presente en cada auto era el equivalente al de 10 mil teléfonos móviles, que tras realizar un sencillo cálculo aritmético, y tomando en cuenta las cifras que señalan estudios de GSMA Intelligence DATA y Ericson Mobilitu Report Data, resulta que bastaba que la naciente industria de autos eléctricos alcanzara la colocación de 600 mil vehículos en rutas y caminos, para superar la demanda del mineral por parte de los productores de teléfonos móviles en el mundo, dispositivos a los que están adscritos 5 mil 190 millones de usuarios, de acuerdo con estas fuentes.
“El grupo de inversión Goldman Sachs estima que el Model S utiliza 63 kg de litio en su batería. El mercado masivo de vehículos eléctricos está elevando la demanda del mineral en todo el mundo. A principios del 2016, Tesla presentó el Modelo Tesla 3. El nuevo modelo ha recibido 400,000 pedidos desde su presentación y pretende establecer una producción de medio millón de unidades al año”, señala León A. Martínez en su artículo ¿Para qué sirve el litio?, aparecido en septiembre de 2017, en el diario El Economista.
Rebasando a la historia
Los planes originales del multimillonario Elon Musk incluían inicialmente producir medio millón de autos al año, con lo cual ciertamente absorbería una importante proporción de la producción de litio del mundo. De acuerdo con el Foro de Coches Eléctricos, si en 2009 Tesla vendió 1.000 coches, en 2019 acumulaba 650 mil unidades. “Para 2029 las expectativas es que Tesla acumule 24 millones de unidades entregadas, por lo que si restamos las cifras del periodo 2009-2023, nos indica que entre 2023 y 2029 Tesla entregará 21 millones de coches, o una media de 3.5 millones de unidades al año”.
Si las condiciones lo permiten y el ritmo de ventas se mantiene, hacia 2023 Tesla superaría las ventas que durante 2018 tuvieron Opel, Subaru y Mitsubishi, colocándose en el puesto 21 como la automotriz más grande a escala mundial; dos años después adelantaría a tres consorcios históricos como la italiana Fiat, la francesa Peugeot y la japonesa Mazda, escalando hasta el puesto número 14, justo debajo de Audi. “Para finales de la década Tesla lograría colocarse en la octava posición global de ventas, superando a marcas de enorme tradición como Renault, Suzuki y Mercedes”, sostiene el análisis del Foro.
Musk, el insaciable
Si algo ha caracterizado a Musk es su insaciable hambre por desarrollar empresas y negocios en todos los órdenes. Así, no sólo se propuso construir vehículos sino extenderse a la fabricación de baterías litio cargadas, al edificar un complejo industrial que inició operaciones a la mitad de 2016. Y si no hubiera sido por la terrible pandemia, este 2020 habría podido duplicar la producción mundial actual de baterías de iones de litio, cuyo valor de mercado a escala mundial para cuando lleguemos a 2022 se calcula en $USD 46 mil millones, según el informe El mercado mundial de baterías de ion-litio: oportunidades y pronósticos 2015-2022, publicado por Allied Market Research, citado por Martínez.
El estudio destaca que el sector del automóvil crecerá a un ritmo de 11% anual durante este periodo. Austria se va a unir a la lista de países, entre los que se encuentran India, Holanda y Noruega, que están considerando la prohibición de la venta de vehículos nuevos que no sean eléctricos, apunta el artículo citado. Francia y Reino Unido, por su parte, eliminarán las unidades convencionales a partir de 2040 y también puede subrayarse el caso pionero de Dinamarca, que desde hace años concede fuertes incentivos a la compra de vehículos considerados verdes.
La superestrella automotriz
Muy lejos de los reflectores occidentales que deslumbran a la superestrella de los viajes espaciales comerciales tripulados se encuentra BYD, una automotriz de origen asiático, asentada en Shenzhen, China, que en su incursión primaria en este segmento vendió 70 mil autos eléctricos tan sólo en los primeros tres trimestres de 2017, luego de que este país anunciara que en 2025 se tornará autosuficiente en materia de energías limpias y dentro de ello contempla entrar al mercado automotriz eléctrico, a través de esta compañía.
Si bien la Agencia Internacional de Energía (AIE) reportó que 2016 trajo consigo la venta de 750 mil nuevos autos eléctricos en todo el mundo, lo que nadie percibió, o al menos no se mencionó en todos los diarios y noticieros, es que China fue responsable de más del 40% de los autos eléctricos vendidos en el mundo, lo cual representa más del doble de la cantidad comercializada en la unión americana.
“Con todo, China aún es un mercado de futuro en gestación, existen `apenas´ dos millones de vehículos eléctricos que representan tan solo el 0.3% del mercado global, pero se expande sin freno”, destacan Julián Zícari, Bruno Fornillo y Martina Gamba, en el informe El mercado mundial del litio y el eje asiático. Dinámicas comerciales, industriales y tecnológicas (2001-2017).
¿Y las bicicletas negras?
Mientras: el mercado chino creció 69% entre 2015 y 2016, afirman estos especialistas, Estados Unidos lo hizo a un ritmo de 37%, y si nos referimos a Europa veremos un raquítico 7%. La AIE afirma que el stock de vehículos eléctricos oscilará entre 40 y 70 millones en 2025.
Más allá, Bloomberg New Energy Finance asegura que en 2040 habrá 530 millones de automóviles eléctricos en todo el mundo, lo que representará un tercio de todos los automóviles existentes, cálculo que se fundamenta en el supuesto del progresivo aumento del precio de los combustibles fósiles, el descenso del precio de las baterías de litio, más los afanes de los fanáticos de las energías denominadas limpias.
“Se espera que los fabricantes de automóviles chinos produzcan más de 4.5 millones de vehículos eléctricos al año en 2020, en comparación con el millón que proyecta la californiana Tesla. China está, en efecto, en el centro de la reinvención de la industria automotriz mundial, fenómeno impensable hace unos años al contemplar la clásica bicicleta negra que corría interminable por las calles de Pekín”, admite esta organización.
Potencia contaminante
Puestas las cosas en este marco, el consumo mundial de litio se triplicará en cinco años. En el sitio de El inversor energético y minero se contempla: “La expansión del negocio del litio está asegurada en el corto y mediano plazo. Al menos así lo prevé un informe de Sociedad Química y Minera (SQM), la principal productora del recurso a escala mundial”.
El reporte explica esta tendencia a partir del creciente empleo del mineral en la elaboración de las baterías que equipan a vehículos híbridos o eléctricos. De aquí que no sea extraño “la determinación del gobierno chino de lanzar un colosal plan de infraestructura de transporte ferroviario y automotriz con el objetivo de reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO₂) de la mayor potencia contaminante”.
Los expertos de este sitio aseguran que las mayores necesidades de la industria automotriz aumentarán la demanda internacional. Entre 2017 y 2022 se espera un crecimiento de entre 22 y 28 por ciento, lo que implicará que el consumo se ubique entre las 150 mil y 170 mil toneladas anuales. Por ello, SQM proyecta que el uso de litio se triplicará en apenas un lustro.
El viejo hijo de la chingada
El portentoso hallazgo del humilde pescador Rudesindo Cantarell mar adentro de Ciudad del Carmen, Campeche, durante la década de los 70, tuvo tres desenlaces indudables: trajo una bonanza petrolera que lo mismo sustento las finanzas públicas del país que arrastró a los mexicanos a profundas crisis económicas; enriqueció a corruptos funcionarios y a cínicos líderes sindicales por varias décadas; y sumió en la pobreza a su gran descubridor, que no recibió sino una medallita, un huevito del Infonavit y una plaza de afanador por su fortuita aportación a generar una palanca que debió servir para el desarrollo.
La frase que resume cómo en México se reconoce el esfuerzo de los ciudadanos que se la juegan por el bien del país, es aquella que expresó el ingeniero en jefe de Pemex en ese entonces, cuando harto de la insistencia de don Rudesindo, quien llevaba cuatro viajes a Coatzacoalcos para conseguir audiencia y comunicarle su descubrimiento, le dijo a su subalterno: “¡Ve qué quiere ese viejo hijo de la chingada, que ya me tiene hasta la madre!”.
Lo que siguió fue un azorado joven ingeniero que no atinaba a creer lo que veía, copiosas surgencias de “chapopote” que provenían del fondo del mar, en el medio del golfo de México; el vehemente clamor de un mandatario que nos ilusionó con una feliz riqueza: “acostumbrémonos a administrar la abundancia”, esperanza la cual resultó condena; un millón de dólares apostados en el bacará en Las Vegas; 3 millones de barriles diarios de producción cuyos réditos nadie sabe bien dónde quedaron; y una reforma energética que quiso transferir esa riqueza a manos privadas.
La escoria en el metal
La reforma energética promovida y aprobada durante el sexenio de Enrique Peña Nieto representó para al erario público un gasto de 2 mil 80 millones de pesos, para el pago a medios de comunicación y de “moches” que, se ha denunciado, se entregaron a miembros del Poder Legislativo para aceitar su aprobación, según un análisis realizado por el portal sin embargo.
De esta manera, ya no hubo impedimento constitucional alguno para que de 2013 a 2018 los proyectos mineros se multiplicaran 77% y que para finales del 2018 el 92% de las empresas que realizaban exploración de recursos metálicos fueran extranjeras, principalmente de origen canadienses dedicadas a explorar oro y plata, de acuerdo con lo expuesto en el Anuario 2018: Actividades extractivas en México. Desafíos para la 4T, publicado en agosto de 2019 por Fundar, Centro de Análisis e Investigación.
La inversión venida de otras latitudes indudablemente es bienvenida; las condiciones en que se desenvuelve representa la escoria en el metal. Lejos de que los fondos generados por los recursos que las empresas pagan al Estado se destinen a proyectos de desarrollo que beneficien a las poblaciones afectadas por la extracción mineral, se utilizan sin la participación de las comunidades y en la completa opacidad.
“En el caso del Fondo para el Desarrollo de Zonas Mineras, se desconoce el destino de 3 mil 17 millones de pesos otorgados durante los cuatro años de su ejercicio”, señalaban los investigadores del Centro, Aroa de la Fuente, Sol Jiménez Pérez, Manuel Llano, Beatriz Olivera y Areli Sandoval Terán.
Recaudación simbólica
La minería no ha sido un motor de desarrollo local para las comunidades donde se realiza. Fundar encontró que “en el caso de los centros productores de plata, casi el 60% de la población está en pobreza; 30% no cuenta con servicios básicos en la vivienda; 25% tiene rezago educativo; y una de cada tres personas no cuenta con ingresos suficientes para acceder a la canasta básica alimentaria”.
El mismo organismo de análisis e investigación reportó que la recaudación de impuestos que logra el gobierno mexicano de las 18 mil 874 minas asentadas en diversas regiones del país es prácticamente simbólica. Fundar estableció que durante el periodo que va de 2006 a 2015 las mineras en su conjunto obtuvieron ingresos por 1 billón 714 mil 342.7 millones de pesos, pero los impuestos pagados ascendieron a la mirruña de 22 mil 397 millones de pesos, en perjuicio de la nación.
De esta manera no resulta sorprendente que apenas el 1% de los ingresos fiscales provengan de la actividad minera, cuando en Chile este porcentaje alcanza 13.8 por ciento. La trampa se encuentra en la probable evasión fiscal, la existencia de privilegios e incentivos fiscales injustificados y la ausencia de políticas tributarias que graven de manera efectiva la riqueza de personas y empresas relacionadas con el sector.
Todavía en 2017 la industria minera debió tributar por concepto de Impuesto Sobre la Renta 28 mil 805 millones de pesos. Sin embargo, luego de la laxidad con que han sido tratadas, las compañías del segmento lograron deducir los impuestos de Valor Agregado y el Especial sobre Producción y Servicios, con lo cual acabaron cubriendo tan sólo el 17.6% de este monto, aceptó la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
En este marco de nebulosidad en el que han operado hasta ahora las empresas mineras bajo el amparo de la reforma energética y del marco legal minero, Fundar realizó un llamado urgente a superar el modelo extractivo y avanzar hacia otras alternativas de desarrollo que protejan el medio ambiente y respeten y garanticen los derechos humanos, toda vez que el estudio advirtió que 75% de las nuevas minas en construcción son a cielo abierto, técnica altamente contaminante y con severos impactos socio ambientales.
El nuevo festival del litio
Luego de que durante varios años se consideró al “Triángulo cuadrado” de Sudamérica como los mayores depósitos de litio habidos en el mundo, la esplendorosa perspectiva de una muy intensa demanda del mineral blando impulsó de manera exponencial la búsqueda de sitios con grandes yacimientos de litio, que fueran accesibles y rentables para las mineras especializadas en la explotación de tales minas. Así, recientemente la plataforma especializada en este tema Mining Technology publicó una lista de los 10 yacimientos con mayores recursos que se han descubierto en el planeta.
En este ranking puede incluirse a la mina a cielo abierto ubicada a 38 km de Harare, en Zimbabue, explotada a través del proyecto de litio Arcadia, propiedad de la compañía australiana Prospect Resources. Otro importante proyecto es el denominado Goulamin, cuyas reservas se calculan en 31.2 millones de toneladas (Mt), que se encuentra en la región de Bougouni, el sur de Malí, operado por la empresa Australia Mali Lithium. Establecida en Pilbara, Australia Occidental, la mina de litio Pilgangoora de Altura Mining, tiene depósitos por 34.2 Mt, de la que se espera una producción anual de 440 mil toneladas y una vida útil de 13 años.
Canadá también se suma al festival del litio con el yacimiento de 36.6 Mt del área de James Bay, en el centro de Quebec, proyecto que encabeza la compañía local Nemaska Lithium, denominado Whabouchi. Por su parte, el Proyecto Greenbushes Lithium, con reservas por 86.4 Mt, en la misma localidad de Australia Occidental, es propiedad de la minera china Tianqi Lithium y es operada por Talison Lithium, que es 51% propiedad de Tianqi Lithium.
El proyecto de litio Earl Grey, ubicado en Forestania Greenstone Belt, en Holland, Australia Occidental, tiene como dueños a partes iguales a Kidman Resources y a la Sociedad Química y Minera de Chile, bajo la denominación de Covalent Lithium. Se estima que la mina contiene reservas probadas y probables de 94.5 Mt.
El proyecto de litio-tantalio Pilgangoora de 108.2 Mt está situado en la región de Pilbara de Australia Occidental, y es operado por Pilbara Minerals. Con 151.94 Mt, el proyecto Wodgina se encuentra a 100 km al sureste de Port Hedland en Australia Occidental, en la cual Mineral Resources y Albemarle Corporation formaron una empresa conjunta para desarrollarlo.
El gran Proyecto de litio Thacker Pass de 179.4 Mt es uno de los más grandes del mundo, y está ubicado en el condado de Humboldt, Nevada, Estados Unidos, cuya propiedad es de Lithium Americas, con una vida útil estimada de 46 años.
El depósito de litio más grande del mundo
Sonora Lithium Project es, hasta el momento, el depósito de litio más grande del planeta. Con una insuperable veta de 243.8 Millones de toneladas, se descubrió en este estado del noroeste del país, y lo desarrolla la empresa Sonora Lithium, derivada de una coinversión de la canadiense Bacanora Minerals Ltd. y la compañía china Ganfeng Lithium, quienes poseen el 77.5 y 22.5 por ciento de sus acciones.
El pasado 10 de septiembre, Mexico Mining Center informó que ambas propietarias anunciaron una inversión de $USD 420 millones para la extracción de litio. Los trabajos iniciales, añadieron, comenzarán en el primer semestre de 2021, “sujeto a la finalización del financiamiento”, lo que permitiría poner a la planta en plena producción en 2023.
“Se estima que la mina contiene 4.5 Mt de carbonato de litio equivalente (LCE) –apunta la información publicada por Mining Technology. Se completó el estudio de factibilidad bancable de la concesión La Ventana, que representará el 88% del mineral extraído del proyecto, que estima una vida útil inicial de la mina de 19 años. Sonora será una operación a cielo abierto que se desarrollará en dos etapas, teniendo la primera etapa una capacidad de producción de 17 mil 500 toneladas por año (tpa) de carbonato de litio. La segunda etapa duplicará la capacidad de producción a 35 mil tpa.”
“El mega yacimiento de litio permitirá a México ser un actor principal en el sector energético en el futuro. El gobierno estatal de Sonora se reunió con Ganfeng Lithium, que buscan establecerse en la región con el propósito de invertir en una fábrica de baterías”, explicó Jorge Vidal, secretario de Economía sonorense.
Trato privilegiado
Hasta aquí todo perfecto, en apariencia, pues ha emergido lo negro de lo que eventualmente podría ser la regla cuando empiece a extraerse el metal blanco. El pasado mes de junio el Presidente Andrés Manuel López Obrador denunció que mineras canadienses que operan en México, habituadas al trato privilegiado de otras administraciones gubernamentales, se niegan a pagar impuestos y advirtieron que para evitarlo irán a tribunales internacionales.
En su conferencia matutina, el mandatario reveló que algunas empresas canadienses tienen adeudos importantes con el fisco mexicano y que había al menos tres empresas extranjeras que se negaban a pagar impuestos. “Lo único que pedimos es que nos den exactamente el mismo trato que les dan a sus trabajadores y gobiernos en sus lugares de origen”, estableció AMLO.
Los pronósticos recientes de Chile, el mayor productor mundial de productos de litio de grado para baterías, indican que a medida que las ventas de vehículos eléctricos en Europa y China continúan recuperándose después de la desaceleración provocada por la pandemia del Covid-19, se pronostica que la industria del automóvil eléctrico dominará la demanda de litio en los próximos 10 años. Para 2030, la demanda de vehículos eléctricos representará más del 75% del consumo, frente al 30% de 2019. Como resultado, la demanda de litio para vehículos eléctricos aumentaría a 1.4 millones de toneladas aquel año, casi cinco veces más que las actuales.
Aunque más que la oportunidad de la demanda, lo que en verdad importa es cómo beneficiará a México la irrupción del “oro blanco”, más allá de las inversiones y de los empleos mal pagados que son una tradición injusta en este sector productivo.
* Cortesía de Viral bug
** El autor es director editorial de la plataforma Viral bug
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