Como lo señalan los economistas Acemogluy Robinson en su libro Por qué Fracasan los Países, cuando una nación tiene instituciones extractivas, es decir, dedicadas al saqueo, su transformación para convertirlas en instituciones incluyentes, sólo puede darse si coinciden dos factores en un momento de su historia: Que exista un avance importante en la tecnología y que suceda un hecho histórico relevante, el cual motive la decisión colectiva para iniciar su transformación.
México vivió más de 200 años como país independiente, con instituciones diseñadas para el saqueo de sus recursos y de su población, en favor de pequeños grupos de la oligarquía local asociados con la élite internacional.
Durante ese tiempo, se llevaron a cabo tres transformaciones fundamentales de sus instituciones, todas ellas en luchas armadas, que trajeron algunos avances en materia de inclusión social al desarrollo, pero en el fondo, las instituciones permanecieron orientadas a mantener el saqueo del país en favor de unos cuantos, y muchos de los cambios que prometían en ese sentido se quedaron en el discurso sin llegar a la práctica.
En los últimos años de nuestra historia reciente, en México se dieron los dos factores de los que hablan los académicos Acemoglu y Robinson, y la sociedad decidió llevar a cabo la transformación de las instituciones, para convertirlas en instrumentos que permitan la inclusión de todos los habitantes en el desarrollo y el bienestar.
El avance de la tecnología que se requería lo representan las redes sociales, cuya proliferación permitió la comunicación directa y abierta entre los ciudadanos; el otro factor de cambio necesario señalado como un hecho histórico relevante fue el despertar de la consciencia colectiva de la sociedad, que se detona por tres acontecimientos fundamentalmente.
La casa blanca de Peña Nieto fue uno de ellos, porque nos demostró más allá de cualquier sombra de duda, que nuestros funcionarios y sus instituciones políticas, no estaban a la altura de la concepción que tenemos los mexicanos sobre la investidura que representan.
El caso Ayotzinapa fue otro, que nos convenció en forma contundente, sobre el hecho de que el gobierno estaba dispuesto a masacrar a los más débiles, utilizando todo su poder en beneficio del crimen organizado y de los intereses particulares de los funcionarios corruptos.
El tercero fue que en ese momento, contábamos con una alternativa política que proponía la transformación que requeríamos, con un plan coherente y un líder político que venía ofreciendo encabezarlo desde 18 años atrás, del que se decían muchas cosas, pero nunca se probaba nada negativo.
Esta combinación de factores, motivó que la sociedad se volcara para apoyar el plan de transformación que nos proponía el licenciado López Obrador, y en un día como hoy hace dos años, acudiera masivamente a las urnas para dar el primer paso de esa transformación en forma pacífica y democrática, pero contundente.
Este hecho histórico arrancó la transformación profunda de las instituciones, que las está convirtiendo en instrumentos para que todos los mexicanos participemos del desarrollo y del bienestar.
A dos años de distancia, y a pesar de que hay una resistencia feroz por parte de los grupos que eran beneficiados históricamente del saqueo, los mexicanos estamos comprobando todos los días que la transformación está en marcha, apoyada en la convicción y la voluntad colectiva de la gran mayoría de los ciudadanos; por eso es irreversible.
Hoy los únicos arrepentidos son los que nunca formaron parte de esta decisión histórica. Todos los demás tenemos la convicción de una actitud firme y definitiva: ¡Ni un paso atrás!