Neoliberalismo: La normalización de la corrupción
En un caso similar al de Odebrecht, la empresa multinacional Vitol, comercializadora de petróleo domiciliada en Rotterdam, Holanda, ha sido descubierta y exhibida mediante un proceso judicial en los Estados Unidos, por repartir sobornos a funcionarios corruptos en varios países de Latinoamérica, a cambio de información privilegiada y de ventajas ilegales para conseguir contratos de parte de las petroleras regionales.
En el juicio que se le lleva en las cortes estadounidenses, esta empresa ya ofreció 164 millones de dólares para dirimir su responsabilidad penal, derivada del reparto de sobornos que dio a manos llenas entre 2015 y 2020 a ejecutivos y directivos de compañías en todo el subcontinente, especialmente en Brasil, para conseguir contratos de parte de Petrobras, la petrolera de ese país, donde ya se sigue un proceso penal por esta causa conocida como el caso Lava Jato.
Como era de esperarse, los funcionarios mexicanos del sexenio anterior no se distinguieron por rechazar sobornos de esta multinacional, pero aquí el asunto estaba bien cubierto por la red de complicidad que se había montado en todo el gobierno.
Esta semana nos enteramos, durante la intervención del Director de PEMEX en la conferencia matutina del Presidente, que esta empresa ofrece al gobierno de México el pago de 30 millones de dólares para reparar el daño ocasionado por los sobornos que repartió entre funcionarios corruptos de nuestro país.
Sin embargo, fieles a su naturaleza mafiosa, se niegan a declarar los nombres de los funcionarios corruptos implicados en los sobornos para continuar protegiendo su red delincuencial, lo que no solamente resulta ridículo, porque si no se puede identificar a quienes recibieron los sobornos, tampoco se puede determinar su existencia.
¿Por qué razón recibiría el gobierno un pago para reparar un daño que no es comprobable? Esto más bien suena como la oferta de otro soborno, para evitar una investigación que es obligación por parte de las autoridades de llevar a cabo.
Lo más increíble del asunto es que para todos estos depredadores neoliberales, es tan natural negociar a través de sobornos, que su estupidez profunda ya no les permite diferenciar un acuerdo entre mafiosos, de un trato con el Estado, que debe implicar consecuencias para los involucrados. Pretenden pagar para que se entierre la justicia y nadie en el sistema judicial haga su trabajo.
Es como presenciar un ofrecimiento de dinero de Al Capone a Charly Lucciano para que este último no le dispare, al estilo de la mafia de Chicago de los años 30 en el siglo pasado. La diferencia es que no están negociando con otro mafioso, sino con un gobierno que busca el cumplimiento de la ley y el destierro de la corrupción.
El modelo neoliberal llegó a tales extremos, que la inmoralidad y la delincuencia se volvieron conductas naturales y espontáneas, sin que ninguno de estos enfermos mentales se dé cuenta de que el robo, el despojo, la corrupción y la falta de escrúpulos, no son conductas normales.
Hemos vivido 40 años en un mundo controlado por gente con cerebros disfuncionales que no respeta la vida, que no tiene principios morales ni valores éticos, acostumbrados a pisotearlo y a destruirlo todo sin remordimiento alguno. El neoliberalismo es un modelo cuyo mejor exponente es el individuo sociópata e inconsciente.
Como dice el escritor neoyorkino Nicholas Wells: “La inconsciencia en nuestros actos, es el primer paso hacia la extinción humana”.