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Murió Henry Kissinger, el impulsor del imperialismo estadounidense
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Murió Henry Kissinger, el impulsor del imperialismo estadounidense

Por Miguel Alejandro Rivera

Alguna vez la BBC realizó un ejercicio con el escritor y periodista uruguayo Eduardo Galeano, en el que los lectores podían enviarle preguntas para saber lo que pensaba sobre infinidad de tópicos; desde cuestiones de futbol hasta si bebía mate cuando escribía, pasando por sus reflexiones sobre el concepto de izquierda.

De pronto alguien le cuestionó sobre el Premio Nobel de la Paz que recibió el expresidente de los Estados Unidos, Barack Obama; Galeano respondió: “Me pareció un chiste de mal gusto. Pero nada tiene de raro, teniendo en cuenta que hace un siglo el Premio Nobel de la Paz fue concedido a Teddy Roosevelt, un enamorado de la guerra, que hasta escribió un libro proponiendo la guerra como remedio de la cobardía y la debilidad de los machos en el mundo”.

Es que ese premio está tan bien propagandeado que nubla cualquier juicio; claro, de pronto saltan galardonados como Gabriel García Márquez o Nelson Mandela que le dan verosimilitud a dicha distinción, pero cuando uno busca, escarba en la historia, llega a sujetos como Milton Friedman, que fomentaron la guerra, las dictaduras, la represión u cuyos planes y teorías están detrás de la muerte de miles, si no es que millones, de seres humanos.

Este repaso viene a colación por otro Premio Nobel, ya que este miércoles 29 de noviembre murió Henry Kissinger, un diplomático estadunidense de orígenes alemanes que fue pieza clave durante la Guerra Fría del siglo XX y quien, igual que Friedman, fue tremendo impulsor de las dictaduras en América Latina.

La BBC Mundo recupera un episodio de su vida: “Cuando Henry Kissinger se reunió en junio de 1976 con el canciller del régimen militar que hacía tres meses se había instalado en el poder en Argentina, éste le preguntó si le importaba que hablara en español porque tenía dificultades con el inglés.

“‘Para nada’, respondió Kissinger, entonces secretario de Estado de Estados Unidos y ajedrecista en el tablero mundial, antes de romper el hielo con su interlocutor argentino anunciándole que asistiría al Mundial de fútbol de 1978 en su país, ‘pase lo que pase’.

El canciller, almirante César Augusto Guzzetti, le advirtió instantes después que su país tenía problemas de “terrorismo” y económicos, y le pidió apoyo de Estados Unidos para el gobierno de facto.

“‘Hemos seguido de cerca los acontecimientos en Argentina. Le deseamos lo mejor al nuevo gobierno y haremos todo lo posible para ayudarlo a tener éxito’”, respondió Kissinger, según se lee en un documento desclasificado de EE.UU. sobre la conversación, que tuvo lugar en Chile bajo la dictadura de Augusto Pinochet.

“Poco después, Kissinger le dio otro aviso a Guzzetti: ‘Si hay cosas que deben ser hechas, deberían hacerlas rápido. Pero deben volver rápidamente a los procedimientos normales’, le dijo en una frase que sus críticos han interpretado como una luz ver- de para que el nuevo régimen argentino violara derechos humanos”.

Vaya Nobel de la Paz Kissinger, que si bien fue uno de los artífices del acercamiento entre Estados Unidos y la China de Deng Xiaoping, además de lo que le valió el premio, impulsar el fin de la Guerra de Vietnam, que de por sí Estados Unidos ya había perdido y debía terminar, todo resultó ser un esquema estratégico que buscaba, más que la paz, el encumbramiento del sistema político y económico que rodeaba a las potencias capitalistas.

Claro, frenó una guerra ya después de que impulsara el rocío de napalm en contra del pueblo vietnamita.

El conteo oficial de personas desaparecidas en Argentina en 1884, realizado por las Madres de Plaza de Mayo, llegó a 8 mil 961 víctimas y 380 centros clandestinos de detención y tortura; sin embrago, con el tiempo muchas organizaciones siguieron investigando y el número subió a, más menos, 30 mil desaparecidos. En Chile, se han reconocido hasta 40 mil víctimas de la dictadura de Augusto Pinochet.

Ese es el sistema que impulsó Kissinger junto con Estados Unidos y muchos otros actores internacionales. La desaparición, la represión y el asesinato fueron esas cosas que “debían ser hechas, pero rápido”, a las que se refería el exsecretario de los Estados Unidos. Debido a los regímenes imperialistas, en América Latina y el mundo muchos murieron, muchos desaparecieron, muchos dejaron de existir, a diferencia de Henry Kissinger que, apenas, cumplió cien años… vaya despreciable ironía.

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