Samuel Rico Medina
En 1831, fallece el abogado Francisco Azcarate y Ledesma, quien junto a Francisco Primo de Verdad y fray Melchor de Talamantes encabezaron un movimiento autonomista el 15 de septiembre de 1808. Fueron encarcelados al día siguiente por conspiradores peninsulares dirigidos por Gabriel de Yermo, Azcarate, era miembro del Ayuntamiento desde 1803, era secretario del Hospital de Pobres y era respetado por sus esfuerzos por mejorar el abastecimiento de agua de la capital. Fue indultado en 1811 y se reincorpora como regidor del Ayuntamiento en 1814, al que perteneció hasta su muerte en 1831.
Hay un documento en Ayuntamiento, Vol. 21, exp. 169.
Fondo Ayuntamiento. Abogados de la Ciudad. Vol. 13, exp. 21. Aclaraciones en torno al nombramiento de Juan Francisco Azcárate, 12 de mayo de 1815 al 16 de enero de 1816. En varias sesiones ordinarias se desahoga la impugnación de tres miembros del Cabildo que cuestionan el restablecimiento de Azcárate como abogado supernumerario. La parte acusadora desiste y Azcárate solicita un memorial de sus nombramientos anteriores como abogado general del Pósito de la Alhóndiga. Da constancia de hechos José Calapis Matos, secretario mayor del Cabildo.
Precedentes:
Juan Francisco Azcárate entrega constancia de copia fiel del indulto que le fue otorgado por el virrey Francisco Xavier Venegas el 2 de septiembre de 1811, luego de tres años de prisión, como consta en el expediente 23: “La Junta de Seguridad declara que el Lic. Juan Francisco de Azcárate está comprendido en el indulto general o general olvido, prevenido por las cortes en el real decreto de 25 de noviembre de 1810, para todo lo acontecido con el Excelentísimo don José de Iturrigaray con motivo de la infidencia que se le atribuía, mandando en consecuencia se ponga en absoluta libertad, quedando en la buena opinión y fama que se tenía de su honor, antes de los sucesos de 1808”.
El síndico Francisco Primo de Verdad y el concejal Juan Francisco Azcárate tomaron la iniciativa; en sus representaciones del 19 de julio, dirigidas por separado, propusieron la realización de varias juntas para procurar que el Cabildo asumiera la soberanía de los pueblos de la Nueva España, “siendo la Ciudad de México, Metrópoli y cabeza del reino”, para velar de esa manera por los intereses suspendidos de la Corona, y “conservar lo que le pertenece, de hecho y de derecho”.
Por tal motivo, dicho compromiso debía ser jurado por el virrey, la Real Audiencia, la Real Sala del Crimen y, por supuesto, la “nobilísima Ciudad de México”, así como el arzobispo y los obispos.
A esta propuesta se opusieron los miembros de la Real Audiencia, quienes por consenso consideraron que el Ayuntamiento no tenía derecho ni poder real para tomar decisiones que competían al gobierno. El único que votó en favor del Cabildo fue el criollo Jacobo de Villaurrutia, alcalde del Crimen2.
En medio de la crisis política, el virrey José de Iturrigaray convocó a cinco juntas de notables del 9 de agosto al 9 de septiembre; en esta última, que fue general, se acordó reconocer como rey a Fernando VII. Los peninsulares, ante la preocupación de que los criollos a través del Ayuntamiento asumieran el poder y de que reconocieran como máxima autoridad a Iturrigaray, nombrado por Manuel Godoy, el favorito de la reina, lo destituyeron la noche del 15 de septiembre, apoyados en el ejército realista encabezado por el comerciante Gabriel de Yermo. Luego de efectuado el golpe de Estado, que comenzó con la toma de El Parián, nombraron como sucesor al mariscal Pedro de Garibay. Al día siguiente detuvieron a los que consideraban los principales allegados de Iturrigaray, José Mariano Beristáin y Souza, Francisco Beye Cisneros, José Antonio Cristo y, por supuesto, a los distinguidos miembros del Cabildo, Azcárate y Primo de Verdad, así como a fray Melchor de Talamantes, quien habría propuesto un congreso nacional americano que garantizara la seguridad de sus pueblos ante la amenaza de los franceses. Azcárate era miembro del Ayuntamiento desde 1803, así como secretario del Hospital de Pobres y era respetado por sus esfuerzos por mejorar el abastecimiento de agua de la capital. Para ahuyentar el peligro que representaba Iturrigaray, el nuevo virrey decidió expulsarlo de la Ciudad de México el 21 de septiembre3.
1 José Ignacio Negreiros y Soria ocupará el cargo de secretario del Cabildo de la Ciudad de México durante el imperio de Agustín de Iturbide. Colección de Bandos. Vol. 1, 1821-1823. Biblioteca Jaime Torres Bodet.
2 Genaro García, Documentos históricos mexicanos, vol. VII, México, Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnología, 1910, pp. 346-357.
3 Véase Anna Macías, Génesis del Gobierno Constitucional en México; 1808-1820, México, Secretaría de Educación Pública, 1973, pp.