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Machismo disfrazado de ‘feminismo’
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Machismo disfrazado de ‘feminismo’

¿Qué es lo “políticamente correcto? y ¿Qué es lo socialmente correcto?
En el momento que estamos viviendo, es interesante tratar este tema, que tiene que ver con posiciones de estrategia, más que de valores, moral y ética.

Quien se encuentra sumergido en el mundo de la política, sabe perfectamente que las máscaras son indispensables para destacar en ese mundo tan complicado y difícil. El personaje políticamente correcto, sabe elegir entre los muchos disfraces que guarda en el ropero, la careta y vestimenta adecuados para cubrir satisfactoriamente un evento, o un momento en particular que lo obligan a adoptar una posición específica, sobre determinado asunto.

Si equivoca el atuendo, o la máscara que utiliza no es convincente, corre el riesgo de quedar evidenciado como mentiroso, o falso simpatizante de la causa.
El político se va fogueando sobre la marcha y sabe bien cuándo sonreír, cuándo mostrar pesar, cuando manifestar malestar, o cuándo mostrarse ambiguo.

Socialmente, personas que participan en actividades de grupo, ya sea en la escuela, trabajo, academia, u otras actividades, saben que la máscara es herramienta indispensable para caer bien y sentirse parte del conjunto. Opinar como lo hace la mayoría, evita dificultades y permite transitar por la vida, en la comodidad que brinda el ser parte del grupo al que se pertenece.
El político, usa su disfraz para dar la apariencia que piensa le exige una parte, o toda la sociedad.
El individuo común, se disfraza de lo que muchas veces no es, a fin de no desentonar en el conjunto.
Esto sucede cotidianamente, pero hay momentos especiales en que este comportamiento se muestra con mayor claridad.
Hoy vivimos una de esas situaciones especiales, donde es apreciable el discurso maquillado de muchos políticos y de buena parte de nuestra sociedad.

La marcha anual feminista, aunada al paro nacional de mujeres anunciado para el lunes próximo, ha desatado una ola de apoyo discursivo, en la que muchos actores políticos, se ponen desenfadadamente la camiseta del feminismo.
Vemos a la derecha, que históricamente ha obstaculizado toda reivindicación feminista, declararse abiertamente a favor de la seguridad y los derechos de las mujeres. Declaran que apoyan con todo, la marcha y el paro nacional, al tiempo que exigen al gobierno una agenda política liberal. Claro, siempre y cuando no contemple legalizar el aborto, ni las uniones reconocidas ente individuos del mismo sexo.
Políticos panistas y priistas, enemigos históricos de la lucha de la mujer para abrir nuevos espacios, hoy son feministas discursivos, que se disfrazan de lo que en realidad nunca han sido.

Por otra parte, vemos a periodistas, analistas, intelectuales, actores, deportistas y otros más, declararse entendidos de lo que significa el movimiento feminista y declararse partidarios de un movimiento que en realidad mal entienden o desconocen. Usan la careta feminista, para no verse y sentirse fuera de lugar. Para dar la imagen del ciudadano de vanguardia, que piensa abiertamente y sabe todo lo relacionado al tema. Aunque en privado se conduzca como un machista más, o aunque su historial esté empañada por incidentes que delatan una forma de actuar que hoy pretenden ocultar.

Afortunadamente, no todas las personas son afectas a utilizar máscaras y disfraces.
Hay seres humanos que prefieren ser auténticos, sin conceder importancia a lo que la política señala como correcto, ni tampoco a lo que socialmente se valora como aceptable.
Para estas personas, las máscaras son herramientas innobles, que sirven para ocultar las acciones y las ideas que en realidad nos distinguen a unos de otros.

Como hemos dicho, está de moda declararse feminista, o simpatizante de la causa del feminismo. En esto se ha llegado al extremo de justificar la violencia que pequeños grupos extremistas, han desatado durante las últimas manifestaciones. Es parte de la lucha, dicen.
El hecho ha escalado al extremo de decir que quien se declara en este momento “humanista” y no “feminista”, está en contra de la lucha de las mujeres.

Así como se juega con las máscaras y los disfraces, se pretende jugar con el significado de las palabras y los conceptos. Salvador García Soto, periodista de El Universal, cita a connotadas escritoras que has señalado que no se puede reemplazar el “fem” (feminismo), por el “hum” (humanismo). Que se trata de dos visiones distintas.
En el ámbito de la polémica académica y en la teoría sobre feminismo, pueden tener valor estas consideraciones.
En la vida real, no.

Muchos políticos y periodistas que hoy apoyan el “fem”, jamás han dado muestras de ser “hum”, en sus acciones pasadas. Es decir, quien carece de historial humanista, por mucho que declare, no puede ser un convencido, ni un simpatizante de la causa feminista.
¿Cuántos políticos y periodistas “machos” conocemos? ¿Cuántos políticos y periodistas golpeadores de mujeres han aparecido en las planas de los diarios? ¿Cuántos políticos y periodistas desataron o avalaron, la estrategia de guerra que hundió en la violencia al país? Esa violencia que hoy padecen mujeres y hombres.
Pues son precisamente esos personajes, los que hoy se dicen defensores de las causas de la mujer.
De la noche a la mañana pasaron de ser machos violentos, a ciudadanos y políticos con ideas progresistas.
Pero únicamente en el discurso.

Están por otra parte, aquellos que no necesitan usar máscara alguna.
Personajes importantes y gente común, que han mostrado a lo largo de su vida y trayectoria, el humanismo que distingue verdaderamente a la gente de bien.

A este pequeño sector, donde está incluido el presidente López Obrador, se le ataca hoy en día por negarse a reconocerse “feministas”, de acuerdo a una moda pasajera, que tiene más que ver con fines políticos, que con acciones reales de apoyo a la mujer.
López Obrador se ha declarado un humanista convencido. Ha manifestado que su labor como presidente del país, tiene por mira el bienestar y la seguridad de todos los mexicanos. Sus acciones de gobierno atienden a la población en general y hay estructuras suficientes para dar garantías a los grupos sociales más vulnerables.

La seguridad de todos los que integran la sociedad mexicana, se atiende a diario. La paz por la que se está trabajando, llegará a todos, sin importar clase social, ni género. Los apoyos sociales se distribuyen a todos y el tejido social, se irá recomponiendo paulatinamente, para garantizar derechos y paz a toda la ciudadanía.

¿Por qué habría de declarase forzosamente feminista, un presidente que trabaja a diario por el bienestar de la mujer y del hombre?
¿Por qué debería ponerse la misma máscara que en este momento están usando los conservadores?
¿Por moda?
¿Por qué es política y socialmente correcto?
Solo quienes no conocen la trayectoria del presidente López Obrador, pueden pensar que va a participar en una feria del disfraz como la señalada.

El presidente trabaja a diario por la sociedad en su conjunto.
Que otros intenten aprovechar el momento, diciendo que son, lo que en realidad nunca han sido.

Malthus Gamba

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