“El Parlamento Europeo está en manos de la derecha y de la extrema derecha. Y como hacen con todo, lo usan para sus guerras culturales olvidando la institucionalidad. Les molesta el México soberano. Son falsos demócratas. Los mismos que ayer elogiaban a Putin y hoy quieren bombas”.
Juan Carlos Monedero,
Profesor de Ciencias Políticas
Activista del movimiento Podemos de izquierdas españolas.
Cuando se trata de guerras, los buenos son siempre los que te cuentan la historia; y en este caso particular, los buenos siempre serán los gringos, aunque ellos hayan puesto todas las condiciones desde hace casi una década para que hoy esté sucediendo lo que pasa en la guerra entre Ucrania y Rusia. Que no se nos olvide que las guerras en los últimos 200 años han rendido más frutos a los Estados Unidos que, claro está, a esos pobres pueblos a quienes desean liberar de las garras de sus captores o invasores o explotadores “o ponga aquí la etiqueta que a usted le plazca”, porque el pretexto es lo de menos, si lo que se busca es implantar la idea de que Estados Unidos es él policía del mundo y allí donde ponga su planta, va a haber “justicia”; ¿cómo sería más práctico enlistar a esos pueblos: alfabéticamente, por año de invasión o por duración de su presencia nociva y letal?
Y tal como fue después de la IIGM, en Europa se hizo necesario que hubiera un organismo que ejerciera esas mismas facultades de super policía, en tanto duraba la Guerra Fría, para mantener tranquilos a los rusos, no fuera a ser que pusieran en riesgo la estabilidad del mundo, según la narrativa e interpretación de paz que siempre ha tenido Estados Unidos; y entonces, de la ONU, surgió ese organismo pacífico y propositivo que es la OTAN y que tantos conflictos logró desarticular… ajá, en sus sueños.
Y de pronto cayó el muro de Berlín, y terminó la Guerra Fría y el mundo se occidentalizó (hasta China, un poquito, en materia económica, sobre todo) y las razones para que continuara existiendo este organismo desaparecieron, pero no lo intereses y manipulación de quienes siempre han propuesto la violencia como único medio para conseguir una paz que no hemos visto llegar… y la OTAN persiste hasta nuestros días, sin más utilidad o justificación, y sin embargo…
En Europa, después de esa caída, en los noventa, se dio un desmantelamiento de la URSS, para convertirse en un país sin repúblicas asociadas y por ende, independientes en lo político, pero no en lo familiar y social, porque sabemos que por más que la geografía cambie las fronteras, las familias y las raíces siguen estando donde nacieron los padres y abuelos, y por más que países como Serbia, Estonia o Ucrania, hoy sean estados soberanos, las personas siguen teniendo nacionalidad, religión y lengua rusa.
Bueno y, después de tanta historia, ¿qué? Pues que, en los últimos años, Europa ha estado migrando, inesperadamente, a la derecha y la ultraderecha, rompiendo el frágil equilibrio que se ha logrado entre las naciones europeas y Rusia, tanto como las diferencias ideológicas lo habían permitido y muy a pesar de los enormes ejemplos de que la vieja maña de odiar por raza, origen o credo, hace todo por volver.
Y en la última década, justo cuando en Europa se comparten pasaporte y moneda, además de medios energéticos, es cuando dieron rienda suelta a la permisividad para que la OTAN fuera en un avance lento pero evidente, colocando misiles que apuntan a Rusia, y por los que el Presidente Putin ha elevado varias protestas y exigencias de que sean retirados.
Pero como Estados Unidos siempre quiere jugar a los cocotazos, e iniciar guerras ahí, donde le parece adecuado expoliar bienes y recursos, no le interesaron dichas propuestas y no hizo caso a las protestas. Al fin que la ONU se pliega a las órdenes de Estados Unidos. Por cierto, que este organismo creado con la “buena intención” de reconvenir a los estados en beligerancia para que se eviten los conflictos y se hagan votos por la paz, siempre está mirando para otro lado cuando el que juega con trampa es Estados Unidos y, curiosamente, no hace uso de sus organismos para la paz, sino que acepta las invasiones, el inicio de conflictos bélicos, las sanciones y bloqueos económicos y, aún, los genocidios “en nombre de la paz, tal como la concibe el mandatario estadounidense en turno”.
En estas andamos, viendo cómo es que la prensa gringa cuenta una historia llena de contradicciones cuando se contrasta con la realidad. Por ejemplo, a inicios de febrero, antes del inicio de las hostilidades ruso-ucranianas, la Casa Blanca anunciaba el índice de inflación más alto en 40 años, atribuyéndolo a la emergencia sanitaria mundial por covid; pero a unos días del conflicto, al que se sumaron las famosas sanciones para que los países europeos no compraran gas y petróleo rusos, ora resulta que la inflación se debe a que los rusos “no quieren vender energéticos a EU”. Y de paso, censura y prohíbe a medios rusos que cuentan la historia desde su lado, porque “son mentiras”… ¡Ay, Estados Unidos, el país de las libertades!
Y así como ha pasado con Venezuela, quisieron hacer con Rusia, con la salvedad de que Europa entera depende de estos combustibles para su subsistencia inmediata. Bulgaria amenaza con dejar la Unión Europea, si continúan las restricciones comerciales; Alemania sobreviviría dos días sin gas o petróleo y en el continente americano, las afectaciones más importantes van por lado de los fertilizantes, poniendo en riesgo los alimentos de humanos y animales, y todo porque a Biden le parece muy interesante difundir la retórica de una invasión rusa, cuando la verdad inició con los misiles apuntados hacia el Kremlin, por parte de Obama y el desafío actual contra dos países que, desde la independencia de Ucrania han exigido su propia emancipación, por tratarse de pueblos con religión, lengua y costumbres preminentemente rusos.
Tanto de parte de Estados Unidos, como la propia embajadora de Ucrania en México, se ha pedido que nuestro país colabore en favor de esta última nación, enviando armas para repeler el “ataque ruso”. Y como nuestro Presidente es un hombre profundamente humanista y respetuoso de los principios constitucionales enunciados en el artículo 89, en los que se basa la Doctrina Estrada de la libre autodeterminación de los pueblos, la solución pacífica de las controversias y, sobre todo, la no intervención en asuntos que se refieran a la soberanía de otros países, la respuesta ante este despropósito, fue un rotundo NO.
El status quo de los grupos de interés en el mundo, es el mismo: conservar los privilegios de un lado de la ecuación y, a quien se oponga, tramitarle la etiqueta de “enemigo de la paz”.
Y obvio, los mexicanos-a-su-pesar, porque los dos mililitros de sangre europea los conminan a apoyar lo que pasa al otro lado del Atlántico, en su indignación, fueron, como siempre, a apoyar la resolución de los eurodiputados para exigir al Presidente mexicano que frene su retórica contra los periodistas que han sido asesinados, según ellos, por la tibieza con que el presidente ha enfrentado los crímenes de sexenios anteriores contra comunicadores y defensores de derechos humanos, así como por estigmatizar a los periodistas independientes, medios de comunicación y sus dueños y aún fue increpado por un periodista colombiano, escritor del medio neoyorkino Vice, de hacer bien poco para proteger a los periodistas, olvidando cómo es que las mafias se deshacen de quienes dicen la verdad (¿por vivir en Estados Unidos olvidaría como se las gastaban allá en Colombia, en tiempos de los cárteles de Cali y Medellín?); en este caso, las muy lamentables muertes de periodistas han ocurrido en los Estados, por causa de su profesión “incómoda” para quienes estaban acostumbrados por el silencio cómplice de las autoridades a delinquir sin ser molestados, y no, como insinuó maliciosamente el reportero, por acciones directas del ejecutivo federal, las fuerzas castrenses o por inacción del cuerpo de seguridad federal mexicano.
Esta “reprimenda eurodiputadezca” exige que el presidente no se defienda en las mañaneras de los infundios e insultos que a diario publican los medios masivos en contra del mandatario, su familia y miembros del gabinete, porque tal acto se entiende en Europa, como una estigmatización a esa noblísima labor informativa (sarcasmo, sarcasmo). ¿Se atreverían a semejante despropósito si nuestro presidente resolviera encarcelar a los difusores de mentiras, como hizo Putin, o serían más “profesionales”?
El Presidente, que no deja ir ninguna, elaboró una respuesta que algunos tildaron de inapropiada y poco diplomática, pero a falta de verdadero oficio diplomático de parte de los eurodiputados y desconocimiento total de lo que soberanía significa, el Presidente debió instruirlos en nuestra política exterior. Abrió con la exigencia al respeto a nuestra democracia. Refrendó que México no es más una tierra de conquista y que no requerimos “ayuda” para garantizar las libertades de quienes ejercen el oficio de informar, porque México no es un estado violador de derechos humanos.
En estos tiempos revueltos, es bien fácil acusar a Rusia de la inflación consecuente a la crisis mundial del covid; y a López Obrador de la violencia contra periodistas, iniciada hace muchos sexenios y recrudecida sin piedad en tiempos de Calderón y Peña. Por un lado, Biden quiere empezar a levantar su aprobación desde la cloaca en que se encuentra por la pésima gestión gubernativa; y Europa quiere distraer con un panfleto sin argumentos, de los verdaderos motivos de la crisis, que no son otros sino el apoyo a una guerra iniciada también por Estados Unidos, y las afectaciones sociales, económicas y políticas, que van a tener si continúa esta política injerencista de “todos contra el que se pueda, al fin que la ONU nos respalda”.
Los conservadores del mundo quieren eso, conservar el poder, el dinero, la razón, el destino de millones de humanos para vanagloriarse de esa potestad. Lo hacen a través de la guerra y la violencia.
Solo que ahora, como nunca, se encontraron con un presidente mexicano que no se achica y de frente, en una carta pública de una cuartilla les dice que abran los ojos, que no se dejen guiar y dejen de ser borregos. O sea, México tiene mucho presidente y mucho pueblo que lo respalda; en cambio Europa está comandada por unos eurodiputados que se dejan mangonear con un pretexto descontextualizado.
Pobre pueblo europeo; qué pocos son 638 diputados, cuando deciden que, en vez de luchar por su seguridad energética, deben quemar sus pólvoras en atacar al presidente más votado y mejor respaldado no sólo de la historia en México, sino en el mundo.
@cevalloslaura