Los que aún no entienden lo que pasó en Edomex
Textos y Contextos
Por: Miguel Alejandro Rivera
Ya ha pasado una semana de que Morena, a través de Delfina Gómez y con el arrastre que sigue teniendo el presidente Andrés Manuel López Obrador, terminó con casi cien años de gobierno del Partido Revolucionario Institucional en el Estado de México, una de las entidades más pobladas y a la vez marginados del país.
Como una pequeña réplica de todo el país, el llamado Edomex tiene dualidades increíbles, pues ahí se encuentran municipios donde habitan personas muy adineradas, como Naucalpan, o ayuntamientos como Ixtapan del Oro, que es el más pobre, zonas en las que sólo se come carne en ocasiones especiales o cuando algún niño logra cazar alguna paloma o lagartija.
Asimismo, otra peculiaridad del Edomex es la densidad de población; sin duda es un estado clave para los comicios federales debido a que ahí se encuentran 738.62 habitantes por kilómetro cuadrado. En contraste, en estados como Coahuila, que también eligió gobernador, cuenta con una densidad poblacional de 64 personas por kilómetro cuadrado, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía.
Por eso, todas las reacciones y opiniones generadas en últimos días han sido hasta sorprendentes en un país donde la mitad de la población vive algún tipo de pobreza e incluso ese engaño de la clase media que en realidad es gente con acceso a créditos para medio vivir con ciertos lujos que son, a veces, ridículos.
Las clases altas no pueden creer lo que pasó en el Estado de México, su realidad no les alcanza para comprender otro México al que sólo acuden cuando se les antoja una quesadilla bien hecha. En un medio de circulación nacional, se topa uno con opiniones de este tipo: “La maestra Delfina se llevó la gubernatura del Estado de México y, aunque sé perder, me duele mi tierra. Por más vueltas y análisis que le doy al tema, por más que intento ponerme en los zapatos de los que votaron por ella, no encuentro justificación, a no ser que todos estén coaccionados por alguna dádiva; imposible, razono. O que todos sean lelos, imposible también, calculo. Quizás estemos ante un fenómeno de alienación colectiva; en cuyo caso, quizás el más afectado sea yo, y me resulte difícil juzgar y admitir que tampoco del otro lado había rival y que si voté por Alejandra, no es que ella me haya cautivado con alguna propuesta o, por su currículum impecable y su experiencia, no; simplemente, voté por ella, porque creo que mejor que Morena, lo puede hacer cualquiera”.
Lelos, alienados, ni vale la pena mencionar al autor, pues, además de que jamás le he leído algo interesante, sus palabras son una muestra de la de decenas de opinadores que no tienen ni idea de lo que están diciendo, pero lo que sí es importante es destacar su visión tan reduccionista que se contradice incluso con los principios de la democracia, donde la mayoría es la que decide, al final, quien gobierna. Se sientan desde la comodidad de sus privilegios porque, no nos engañemos, aquel que tiene un espacio editorial en un medio nacional es parte de una cúpula que le permite expresar ciertas ideas, incluso sugeridas por el propio medio.
Así que va en general para el amigo columnista de medios nacionales: lo que sucede es que jamás has pasado una noche en las zonas del otro Estado de México, el que no conoces, el que está lejos de Santa Fe, de Metepec, de Valle de Bravo, al que no le sobra el agua para tener albercas; te invito a pasar una noche en el Edomex de la inseguridad, de los baches, de la violencia. ¿Sabes por qué le llamas lelos a los que no comprendes? Porque jamás te has ido a la cama con hambre porque genuinamente ya no tienes dinero para comer.
Los columnistas se quejan del abstencionismo, que rondó el 50% del electorado que no fue a votar para elegir a la maestra Delfina, y, entonces, dicen, al Estado de México lo va a gobernar la voluntad de una minoría; ah, pero qué dijeron en 2017, cuando según el propio Instituto Electoral local la participación fue de 54% y el abstencionismo de 46%, es decir, es la media de siempre, no cambió nada más que los colores.
Entiendo cuando los leo, y no sé si me da coraje, tristeza o hasta gracia, el hecho de que la gente de alcurnia no comprenda qué es lo que pasa cuando ven que sus partidos de derecha se derrumban por casi todo el país: su clasismo y falta de experiencia en el México del 99% no los deja ver que Morena está siendo la alternativa a las décadas en las que la derecha generó justo eso, que exista una disparidad de 99% contra 1, y una irrealidad donde ese 1% llama lelos a los que piensan diferente. Sólo por poner un ejemplo, de acuerdo con la Secretaría del Trabajo y Previsión Social en cuatro años y medio se ha logrado recuperar el 90% del poder adquisitivo del salario mínimo, mismo que al inicio de la presente administración era de dos mil 800 pesos mensuales, por un trabajo de jornada completa y que hoy es de seis mil 310 pesos… pero, claro, qué van a saber de salarios mínimos los privilegiados de siempre.