Los inútiles moderados y sus convicciones flácidas
Tibios, “pocos huevos”, “blandos”, “gatopardistas”, “dos caras”.
Al sector moderado militante y simpatizante en la Cuarta Transformación se le ha calificado de varias maneras.
Son un segmento de convicciones flácidas, donde el respaldo al Proyecto Nacional, se da de manera intermitente. Encuentran piedras en el camino, a las que miran como montañas.
Para ellos, todo debe darse mesuradamente, sin prisa, dentro de un ambiente terso, suave y confortable, para no lastimar en nada el clima democrático.
Porque ante todo, se dicen defensores de la democracia y sus instituciones.
A los moderados poco les importa si estas instituciones fueron prostituidas durante el pasado neoliberal. Tampoco si lo que hoy llama democracia la corriente reaccionaria, opuesta a la transformación del país, es solo una de las muchas máscaras que utiliza para defender los privilegios de un reducido grupo de poder.
En muchas ocasiones, cruzan la imperceptible línea que los separa de las posiciones conservadoras. Participan con sus acciones y discurso, en la campaña permanente que impulsa la derecha, para restar respaldo social al presidente López Obrador y al cambio que se construye en el país.
La última diferencia que enfrenta a los moderados con el bloque sólido que no regatea su apoyo al presidente, se da en el asunto relativo al salario que percibió el “mercenario del periodismo” Carlos Loret de Mola, durante 2021.
Todos sabemos que los ataques de este golpeador a sueldo, nada tienen que ver con la democracia, ni tampoco con la libertad de prensa.
Loret de Mola es especialista en la difusión de noticias falsas. En montajes que intentan capturar la atención de la audiencia, aunque tengan como base el engaño descarado.
La “investigación que le prepara la organización “estrella” de Claudio X González, “Mexicanos a Favor de la Corrupción” (así la califica en presidente), no tiene elementos suficientes para presentar una demanda en firme.
Los grupos conservadores han tenido que conformarse con solicitar que se investigue sobre el particular, pues existen (según ellos), algunas sospechas de posible tráfico de influencias.
No dio para más la farsa preparada por Claudio X González, Loret de Mola y Carmen Aristegui.
El presidente López Obrador ha señalado que ante el engaño y ataque artero hacia su persona y su familia, no permanecerá en silencio.
El primer acto para evidenciar que Loret de Mola es un golpeador a sueldo, que ha recibido beneficios económicos por su actividad mercenaria, fue solicitarle publicar, a cuánto ascienden sus percepciones mensuales.
Loret se negó a proporcionar ese dato.
Entonces, el presidente hizo de dominio público un cuadro informativo, entregado por un particular en la Oficialía de Partes en Palacio Nacional. En ese reporte, queda claro que Loret de Mola recibe cantidades de efectivo, que de ninguna manera corresponden al sueldo que se paga a un periodista honesto.
Treinta y cinco millones doscientos mil pesos en un solo año.
Publicar ese datos, desató el enojo de los moderados.
De inmediato salieron a señalar que se atentaba contra los derechos ciudadanos. Se lesionaban las garantías individuales consagradas en la Constitución. Se caía en un acto de autoritarismo innecesario.
El mismo discurso que impulsaba el bloque conservador en prensa y redes sociales, era defendido por los “tibios” que se dicen de izquierda.
Por lo que se ve, este segmento anodino pesa poco en el ánimo del presidente.
El vienes pasado, en su conferencia mañanera, López Obrador nos compartió que había recibido consejos del ala moderada en Palacio Nacional, en el sentido de que resultaba más conveniente dejar pasar las calumnias de Loret de Mola, sin contestar. Que había que aguantar, sin tomar medida alguna para desenmascarar la difamación.
“Yo les respondí que al contrario. Son precisamente estas cosas las que deben ser atendidas permanentemente. Dejar pasar la mentira y la calumnia, sin desenmascararlas, es permitir que al pueblo se le siga engañando”.
Hoy por la mañana volvió a señalar lo mismo. No se puede callar, dejando libre el camino a quienes intentan destruir un proyecto de transformación, que nos pertenece a todos.
Los señalamientos a la “prensa mercenaria” van a continuar. No habrá silencio en presidencia, ante los ataques concertados entre medios de comunicación corruptos y poderes económicos que pagan por sus servicios. Eso está decidido.
Los moderados son un pequeño bloque que intenta fijar su agenda y visión particular. No entienden que el enfrentamiento entre revolucionarios y reaccionarios es frontal. Es un choque, no un baile.
López Obrador dijo atinadamente el día de hoy, que el asunto que se relaciona con los sueldos y otros privilegios a periodistas, en realidad nada tiene que ver con Loret de Mola, Enrique Krauze, Aguilar Camín y otros. Lo que está en pugna es la visión distinta entre dos proyectos nacionales.
El representado por el neoliberalismo saqueador y el que está construyendo el gobierno de la Cuarta Transformación, junto al pueblo.
Se está con uno, o con el otro. Pero no se vale pretender “nadar de a muertito” y defender posiciones de ambos bandos, según sea el caso.
Lo más simpático en estos personajes “tibios”, es que tienen la idea de representar al sector vanguardista del Movimiento. Ser el núcleo pensante de la izquierda y que está en posición de señalar directrices y hasta de imponer criterios.
Gritan mucho en redes sociales, calificando de ignorantes y fanáticos a quienes mantienen sus convicciones firmes, en respaldo al proyecto que construimos junto al presidente.
Hablan de autocrítica, considerando que hay ocasiones en que la mentira y la calumnia deben ser cobijadas, en favor de unos derechos democráticos que interpretan de la manera más torcida.
La Cuarta Transformación es una revolución pacífica. Pero no deja de ser una revolución.
Del lado conservador, no hay miramientos, ni se descarta cualquier elemento de ataque, por antidemocrático que éste sea.
Y los tibios de este lado, pretenden espulgar todo el arsenal, para ver si cada respuesta que damos, está enmarcada dentro de la Ley, hecha a modo por los mismos neoliberales.
Este sector de izquierda es muy poroso y el conservadurismo se filtra de continuo en sus acciones. Muchos son aspiracionistas que ven en el gobierno de la Cuarta Transformación, el posible futuro político.
Otros están llenos de teoría de salón de clases, pero les falta calle, roce con el pueblo, entendimiento de la realidad social y sobre todo, desinterés por el beneficio personal.
Algunos como he dicho, toman al proyecto como trampolín político y no quieren enemistades con el bando contrario. Más adelante, podría ser útil caminar junto a ellos.
La verdadera izquierda es y está en el pueblo. En el trabajador, el ama de casa, el estudiante combativo. En el campesino, en el migrante, en el pequeño propietario, en la gente preparada que tiene convicciones y conciencia social.
Ellos son quienes van adelante al país, respaldando las acciones del presidente.
Los moderados, los tibios, los “buena ondita” seguirán jugando al gatopartismo.
Unas veces de un lado y otras veces del otro.
Ojalá y no engañen a muchos.
La verdadera lucha, la representan los sectores de convicciones firmes. No ellos.
Malthus Gamba