LOS CONSERVADORES DENTRO DE LA 4T

En este proceso interno de Morena, para elegir al Coordinador Nacional de los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación, vamos descubriendo realidades que no podíamos apreciar con claridad, en momentos en que el enfrentamiento interno entre grupos de respaldo a cada “corcholata”, no existía.
Había armonía generalizada y el enemigo del Movimiento era externo.
Y ha sido tanta la fortaleza del Movimiento, guiado por una política social certera del presidente López Obrador, que el conservadurismo adelgazo tanto, que hoy lo vemos en calidad de “ratón político”, intentando salvarse de la “fumigada” final que deberá enfrentar en la elección del 2024.

No hay contendiente verdadero que pueda enfrentar al candidato de Morena en esa elección. Lo único que ha presentado hasta ahora el conservadurismo, es el catálogo de viejos parásitos del pasado, que intentan sacar brillo a una trayectoria corrupta que no da para mucho. No hay perfiles honestos en la oposición, ni cuadros jóvenes sin mancha. Los viejos, formaron parte de la estructura corrupta del PRIAN y los jóvenes tienen mucho que ver con el llamado “Cártel Inmobiliario”, que hoy se investiga.
El movimiento político hoy presenciamos es intenso y se da al interior de la Cuarta Transformación.

Hay sectores amplios que ven esta competencia entre “corcholatas” de manera sana. Una de ellas será con seguridad el siguiente presidente de México y hay que elegir bien, por si nos toca en suerte ser parte de la muestra que participará en la famosa encuesta para elegir Coordinador Nacional. Vemos trayectorias, logros, experiencia y propuestas en cada perfil y sobre eso se decidimos. Incluso se respalda el trabajo de cada “corcholata” de manera personal, en la vida cotidiana y en redes sociales. Y todo eso es sano.
Pero algo que queda a la vista de todos, es la desinformación, la falta de cultura política y la ignorancia sobre lo que se está defendiendo, al interior de un pequeño sector autollamado “radical”, que intenta violentamente posicionar a su “corcholata”, poniendo en marcha ideas y prácticas reaccionarias que creíamos superadas dentro del Movimiento.
Y sobre eso va esta nota.

Una de las falsedades que manejan los “radicales”, es la práctica del “dedazo”, como método del presidente López Obrador, para definir encubiertamente a su sucesor. Hay una inocultable “corcholata” favorita, dicen. El presidente ha movido las piezas en su gabinete, con la intención de que esa “corcholata” gane. Incluso el nombramiento de Luisa María Alcalde como nueva Secretaria de Gobernación, es vista como un movimiento del presidente, para colocar a una integrante del grupo “radical” en Morena, en un sitio estratégico para respaldar la candidatura de la “corcholata” que le interesa impulsar y que por cierto, aseguran ellos, pertenece también al bloque de los “radicales”.
El “dedazo” conservador, no ha muerto entonces. El presidente estaría engañando al Pueblo al decir que no tiene favorito, cuando según los “radicales, sí lo tiene. Democráticamente nada hemos avanzado y este gobierno es tan conservador como los anteriores. Ganará el “delfín” del presidente y el Pueblo no participará en la elección del nuevo mandatario, porque todo está ya decidido.

“Los extremos se tocan”, dice la frase popular y esto es cierto. La postura de los “radicales” es la misma que maneja el conservadurismo en contra del gobierno del presidente López Obrador. “Todo es una farsa, son iguales a nosotros, e incluso más mentirosos y corruptos. Ya hay sucesor a la presidencia. Y ese sucesor fue elegido por el presidente desde hace tiempo”.

Ayer, un periodista de una plataforma en redes escribía: “La lucha por el poder siempre siempre, siempre es CRUENTA. Es condición humana”. El mensaje en Twitter sigue, pero esas palabras son básicas. Se trata del pensamiento conservador por excelencia. Nada cambia. No hay Movimiento. Todo se repite por ciclos de la misma manera y nada podemos hacer para impedirlo. Si la cultura conservadora nos inculcó que toda competencia debe ser a muerte, debemos aceptar esas reglas y olvidar que existen otros métodos y mecanismos a nuestro alcance.

Decir que “siempre ha sido así”, es asegurar que hoy todo debe ser igual y que en el futuro nada cambiará. No hay proceso en curso. No avanzamos. El Movimiento por el que luchamos millones es un mito. Se trata de la misma postura del radical que no concibe que el “dedazo” ya murió y se aferra a él para “apalancar” a su “corcholata”, aunque se trate de uno de los peores vicios del prianismo.

En realidad, estamos en medio de un Movimiento que evoluciona y trae formas nuevas de conducta, pensamiento y visión a futuro. Transformación no es una palabra vacía, sino una intención verdadera de cambio que lo abarca todo.

Es mentira que no se pueda hacer política “humanista”, donde quede excluida la guerra sucia. Es falso que reviviendo el “chayote” para conseguir respaldo en medios, se asegure el triunfo. Es mentiroso decir que el presidente López Obrador practica las mismas formas viciadas de sus antecesores, para definir la siguiente elección.
Los “radicales” de izquierda son tan conservadores como los de la derecha.

Para la izquierda, todo está en movimiento. Cambiando en su intento por mejorar, aunque a veces el avance sea lento. Solo el conservador trata de frenar el cambio natural de las cosas y se empeña por repetir actos del pasado, aunque estos conduzcan al error y al fracaso.
La falta de teoría política, identifica al “radical”. Desconoce la base del pensamiento de izquierda y por eso da bandazos de lado a lado, que al final no lo conducen a sitio alguno.

El presidente López Obrador volvió a repetir hoy en su Conferencia Mañanera, que ni él, ni su familia, están interviniendo en la contienda para definir al próximo Coordinador del Movimiento. No hay “corcholata” favorita, ni posible “dedazo”. La competencia es limpia y saldrá ganador, el aspirante que pueda convencer a más ciudadanos.
Esa es la única realidad.

Lo que manejan los radicales, es en el mejor de los casos, aparte de guerra sucia, pensamiento conservador que nada tiene que ver con lo que hace y dice el presidente.

Malthus Gamba