Algunos se preguntan, o le preguntan al presidente López Obrador, la razón por la que de manera continua, se refiere al infame comportamiento del desinformador Carlos Loret de Mola.
Se trata de un personaje marcado por la corrupción y que solo se mantiene vivo periodísticamente, por su servilismo hacía quienes cubren su alto salario, a cambio del ataque diario al gobierno de la Cuarta transformación.
La respuesta que da a esta inquietud el presidente López Obrador, es muy interesante.
No se trata de un asunto de menor importancia en el trabajo diario del presidente, que construye el proyecto de Cuarta Transformación.
Hoy en la conferencia mañanera, dejó en claro que no piensa dejar de poner en evidencia a Loret de Mola, en lo que resta de su mandato.
La razón es ésta:
A Carlos Loret de Mola le han asignado la misión de condenar toda acción de gobierno. Toda. En especial, las acciones que guardan relación con el titular del ejecutivo federal. Ese ataque no excluye a los miembros de su familia y gente cercana. Se debe crear el clima de desconfianza social apropiado, del cual pueda sacar provecho el grupo conservador comandado por Claudio X González
El ataque al hijo mayor del presidente López Obrador, se inscribe en esa estrategia de desprestigio. La intención es vincularlo a un inexistente conflicto de interés, usando como pretexto la renta de una casa en Houston, que pertenece a un ejecutivo que trabaja en una de las empresas que desde hace décadas, tiene firmados contratos con PEMEX. Ni siquiera se trata de la venta, o el “regalo”, o la donación de esa casa. Es un asunto que tiene que ver con una renta por un año.
El hijo del presidente López Obrador, ni siquiera vive ahí en la actualidad.
¿Qué ha sucedido a raíz de este nuevo montaje de Loret de Mola?
Que los medios de comunicación y periodistas de corte conservador, han elevado a Loret al nivel de un juez.
Sí. Carlos Loret de Mola actúa e intenta crear la percepción ante los ciudadanos, de que tiene el tamaño moral y ético, para señalar faltas ajenas y condenar sumariamente a quienes su dedo señala.
El presidente López Obrador dijo con toda claridad el día de hoy:
“En el colmo del absurdo, un corrupto como Loret de Mola, quiere erigirse en juez de otros. Ser el personaje que acusa sin pruebas, mientras su pasado de corrupción se mantiene oculto en el cajón del escritorio”
Y agrega algo importante:
“Yo no puedo quedarme callado ante este nuevo intento de los corruptos, para salpicar y manchar al gobierno que encabezo. Estoy consciente que este país se vino abajo, más que nada, por la corrupción que imperó durante el periodo neoliberal”.
“Por eso no me canso, ni me cansaré en esta tarea que para mí resulta de suma importancia. Desenmascarar corruptos. Porque si antes no perdían ni su respetabilidad y continuaban con sus vidas como si nada pasara, hoy las cosas deben cambiar. Ellos no pueden ser ejemplo para futuras generaciones y mucho menos modelos de ética y valores morales. No podemos permitir que estos corruptos, intenten erigirse en los jueces de personas honestas”.
Ese mismo trabajo debe ser impulsado por la sociedad mexicana, en apoyo al presidente López Obrador.
Gente como Claudio X González, o el “Diablo” Fernández en el ámbito empresarial, como Felipe Calderón, Margarita Zavala, Ricardo Anaya, Lilly Téllez, Gabriel Quadri, Alejandro Moreno, Fernando Belaunzarán y otros políticos impresentables, así como autoridades corruptas del calibre de Lorenzo Córdoba, Ciro Murayama y los jueces a modo que utilizan y pagan los grupos reaccionarios, no pueden venir a hablarnos de ética, de valores, de democracia y libertad.
Ellos pretenden asumir una calidad de jueces, que no les corresponde.
Los corruptos no están para juzgar, sino para ser juzgados.
Loret de Mola es un fraude como periodista y un fraude mayor al intentar descalificar el trabajo honesto y honrado de otros.
La carrera de este periodista, así como la de muchos otros, está marcada por la corrupción y la falta de ética profesional.
Son mentirosos a sueldo que se ponen al servicio del mejor postor. Mercenario de la desinformación. Golpeadores de tiempo completo, cuando la paga es buena.
Esa es la causa del señalamiento permanente que hace el presidente, hacia quienes aparentan defender valores democráticos y causas justas, mientras ocultan su verdadera naturaleza y pasado corrupto.
Si el mal del país se llama CORRUPCIÓN, hay que poner los apellidos que faltan a esa conducta indigna. Señalar a Loret de Mola, a Aristegui, a López Dóriga, a Krauze, a Riva Palacio y demás, con los datos de su verdadera identidad. Igual con los políticos y los empresarios.
Solo así se podrá limpiar a México de esta plaga que se enquistó en todos los ámbitos de la vida pública.
Dejarlos pasar envueltos en sus túnicas blancas, es fomentar y solapar la conducta corrupta dentro de nuestra sociedad.
Es permitirles ser los jueces que intentan buscar el error en otros, cuando su misma casa se encuentra repleta se suciedad.
Por eso la mención permanente a Loret de Mola en la conferencia mañanera del presidente. Hay que darle vuelta al traje blanco que porta el señor del montaje, para dejar al descubierto toda la mugre que se esconde bajo la apariencia de respetabilidad que exhibe públicamente.
Carlos Loret de Mola es un juez espurio. Un desquiciado juzgador con pasado vergonzoso. El exponente perfecto de una clase conservadora minada por la corrupción.
Un desinformador decadente, sin verdadero pasado, presente o futuro periodístico de mérito.
Hay que quitarle la máscara que le confeccionó el dinero de Claudio X González.
Dejarlo desnudo ante su propia realidad y ante los ojos de una ciudadanía que poco a poco, se quita la venda de los ojos y reconoce a sus verdaderos enemigos, aún cuando lleguen disfrazados con piel de oveja.
Malthus Gamba