En la opinión de Elí González
@calacuayoMX
Le dicen viejo decrépito, incluso los viejos de la oposición le dicen viejo a un hombre de 66 años que aparenta tener un poquito más por su labor incansable en el activismo por los menos favorecidos de México.
Aunque AMLO es un hombre incansable, su cuerpo refleja el cansancio por el trabajo que él mismo se impuso, para hacer el bien, para ayudar a esa gente que era invisible para sus antecesores.
Quienes se burlan de ese viejo deberían sentir vergüenza, porque los años y el trabajo dan sabiduría, experiencia; ese viejo tiene la sabiduría que ellos no tienen.
Las personas inteligentes, honestas y valiosas, aman y honran a las personas de edad. Y ese viejo como le dicen. Durante 4 décadas ha vivido en carne propia las injusticias que vivíamos a diario los que no pertenecemos al grupo de los favorecidos por la corrupción; que vivió las injusticias de juzgadores y autoridades corruptas.
Tan viejo, que durante muchos años observó con sus propios ojos, el saqueo que practicaban sin el menor recato sexenio tras sexenio.
Viejo sí, que ya siendo presidente, sabe perfectamente lo que le gusta y lo que rechaza su pueblo, porque no quiere seguir dañando a esta nación que sus antecesores destrozaron.
No tiene tantos años como para ser decrépito ni senil, pero si tiene los años suficientes para haber vivido la frustración de ver cómo es que algunos políticos ricos y sus amigos se hacían más ricos a costa de los pobres que cada día se hacían más pobres.
Un hombre cansado como todo mexicano de ver cómo derrochaban el dinero de nuestros impuestos dándose la vida de emperadores; sobornando a funcionarios públicos, periodistas, medios de comunicación, asociaciones civiles y líderes sindicales para que las cosas se hicieran a su conveniencia.
Disfrutaban todo pero con dinero nuestro: mansiones, autos de lujo, uso de helicópteros, cuadros costosos con el rostro del presidente y que se replicaba en todas las oficinas de gobierno.
AMLO no es un viejo, y menos decrépito. Es un ciudadano que igual que todos nosotros estaba harto de ver como los delincuentes políticos del PRI- PAN se sentían dueños de nuestro país.
El presidente AMLO no es un decrépito, ni es un senil, es un hombre de 66 años. El líder político más amado, en el que las mayorías confían.
AMLO es apoyado y respaldado por jóvenes adultos y ancianos que votamos por él. Hombres y mujeres que no votamos por religiosidad, por despensas o por un puesto público, sino por conocimiento e inteligencia.
Ese viejo senil como los ignorantes lo adjetivan, es admirado y apoyado por intelectuales, gente común, campesinos, ricos, pobres, clase media y clase alta. (Así como nos han etiquetado).
Esa gente que apoya al “viejito” lo hace con consciencia, con inteligencia, con sabiduría. Lo peor que le pudo haber pasado a la oposición es esto. Que no pueden convencernos porque nuestra preparación no nos permite creer sus mentiras y manipuleos. En ese viejo la mayoría de los mexicanos hemos puesto nuestra esperanza.
Somos millones de mexicanos los que apoyamos al enorme, grande y admirable Andrés Manuel López Obrador, presidente de México.
La oposición no ha entendido que por cada ataque, más mexicanos queremos que desaparezcan de la vida pública del país que ellos saquearon, destrozaron y a la que nunca volverán.