Las protestas agrícolas en Europa y el colapso del “primer mundo”

Textos y Contextos

Por Miguel Alejandro Rivera
@MiguelAleRivera

El primer mundo, ese que desde latinoamericana siempre es visto como grande, como avanzado, como lo máximo, está en una crisis tremenda y no, no es una cuestión moderna que implique las inteligencias artificiales o “problemas” del siglo XXI.

Es el campo de Alemania, Francia, Rumania, Polonia, España y muchas otras regiones el que va en picada. Algunas de las preocupaciones de los productores agrícolas son la creciente burocracia, el costo creciente de los combustibles, el pago tardío de los subsidios de la Unión Europea, la dura competencia por las importaciones en cada país e incluso las demasiadas regulaciones ambientales por la propia UE.

El campo ha sido la base de la civilización desde que la humanidad comenzó a vivir en comunidades; sabemos que el nomadismo se acabó el día en que nuestros antepasados descubrieron la agricultura.

Sabemos también que nuestro sistema republicano, la división de poderes y el decaimiento de algunas monarquías se debió gracias a la lucha de los campesinos franceses que, hartos de la carencia económica y el hambre en sus hogares, se levantaron contra Luis XVI y María Antonieta, un matrimonio que despilfarraba recursos en la cara del pueblo empobrecido.
El sector agrícola en México fue clave en la Revolución de 1910, con personajes como Emiliano Zapata que buscaba una mejor distribución de los recursos naturales bajo su lema “la tierra es de quien la trabaja”.

Este repaso de ejemplos sólo es para poner en perspectiva lo delicado que es la naciente revolución del sector agrícola europeo en la actualidad. Precisamente este lunes 29 de enero, París, la cuna de la política moderna, es escenario de enfrentamientos entre campesinos y policías, pues unos quieren cercar la ciudad y otros buscan evitar que lo hagan.
En Alemania los agricultores iniciaron una semana de movilizaciones, entre el 8 y el 15 de enero, que culminaron con la concentración de unos 5 mil tractores en la Puerta de Brandeburgo, en Berlín.

Las manifestaciones de los últimos años se presentaron por primera vez en los Países Bajos en 2019 por las demandas del gobierno para que la producción ganadera se redujera a la mitad para reducir las emisiones de óxido de nitrógeno. Aunque las empresas petroleras o mineras, e incluso la industria textil son de las más contaminantes, la era del cuidado ambiental le está cargando la mano a los campesinos del mundo.

Otro factor fue la guerra de Rusia contra Ucrania, pues la Unión Europea levantó temporalmente las restricciones a las importaciones procedentes del país invadido, permitiendo que sus productos agrícolas inundarán los mercados europeos, lo que enfadó a los mercados locales de las naciones que hoy están bajo revueltas.

En España ganaderos y agricultores planean una tractorada hacia Madrid, el próximo 21 de febrero. Los campesinos alegan, entre otros motivos para movilizarse, que los olivicultores y los viticultores se han quedado fuera de las ayudas, los cerealistas han tenido mala cosecha y bajos precios, y los ganaderos “siguen sacrificando animales por unos planes de sanidad irracionales”.

En paralelo, y también en Francia y en Alemania, las últimas semanas la sociedad ha salido a quejarse por políticas de ultraderecha en sus congresos, específicamente contra los migrantes, a quienes buscan reducirles los apoyos sociales y otros derechos a seres humanos que simplemente buscan una mejor vida al salir de sus países de origen, los cuales las mismas potencias que los rechazan subdesarrollaron.

Occidente, que es “la muestra” de lo que las sociedades del mundo debieran ser, los indígenas latinoamericanos, por ejemplo, está colapsando por ignorar las bases de su propia fundación: el campo y el movimiento demográfico de migrantes.