Por: Rafael Redondo
@redondo_ rafa
La situación energética actual en el mundo, está pulverizando el discurso de los ambientalistas. Por supuesto, es indispensable, por nuestra propia supervivencia, alcanzar la sustentabilidad, que, es como una tarjeta de crédito: tenemos que pagar lo que gastamos; es decir, tenemos que devolver a la naturaleza, lo que le quitamos.
Sin embargo, nuestra cultura, nuestras sociedades, están completamente construidas, desde el saqueo contra la naturaleza.
El reto, por tanto, es monumental.
Los mismos que realizan charadas ecologistas en los medios de comunicación, o en Greenpeace, dependen de internet que, sin electricidad, no existe. Adoran sus automóviles, sus teléfonos celulares, se transportan en aviones; pero, aplauden a la indocta de Greta Thunberg, personaje que se queda solamente en un producto propagandístico, y que, también, transmite sus vídeos, gracias a que los energéticos existen.
Es el mismo discurso, de legos como Anaya, Kenia López, y muchos otros que, escudándose detrás de supuestos títulos de ilustres instituciones, salen a hablar de transición ecológica “right now”, en La Hora de Opinar.
Regresar nuestras sociedades a un nivel sustentable, es una empresa casi titánica, aunque no imposible. Sólo se requiere de dos cosas:
A) voluntad (mucha).
B) tiempo (mucho).
Estas son las dos grandes mentiras de los bobos ecologistas:
1.- Mentira sobre el tiempo: si nuestras sociedades están totalmente construidas desde el saqueo a la naturaleza, el capitalismo voraz y su avaricia sin control; por tanto, regresar a la sustentabilidad, significa reestructurar por completo nuestra forma de vida. Moderar nuestra avaricia.
Los ecologistas vociferan sobre un cambio de la noche a la mañana. Esto, es más falso que el rostro de Alito o el interés ecologista de Eugenio Derbez.
El petróleo, no sólo se utiliza debido a sus propiedades energéticas: gas, gasolinas, turbosinas, aceites…
El etileno, el propileno, y el butadieno, obtenidos del tratamiento de las naftas, líquido que se obtiene de la destilación del petróleo, constituyen la base de la industria petroquímica y derivados.
¿Cuáles son algunos de los productos derivados de la industria petroquímica?
Plásticos, teléfonos, detergentes, jabones, fertilizantes, herbicidas, perfumes, colorantes, caucho sintético, textiles sintéticos, antibióticos, pinturas, antiinflamatorios, zapatos, asfalto, coagulantes… y la lista sigue, y sigue, y sigue.
¿De cuántos de estos productos, estás dispuesto a despojarte?
Una transición de fuentes fósiles de energía, a energía cero emisiones de carbono, es un proceso que debe asegurar tres pilares:
*Sustentabilidad ambiental.
*Acceso y seguridad de estas nuevas formas de abastecimiento energético, a la población en su totalidad. Es decir, cobertura al 100% de la población.
*Asegurar crecimiento y desarrollo económico.
Además, juega un papel muy importante, la situación económica y, sobre todo, cultural; y subrayo, cultural, de cada país.
No se va a lograr una transición a la sustentabilidad igual, en Alemania, que en Bolivia. Son dos latitudes completamente diferentes y, muy probablemente, Bolivia tenga una mayor facilidad para esta transición, por un factor fundamental: en Latinoamérica, se respeta más al medio ambiente, mientras que Europa, históricamente, ha estado acostumbrada a saquear, a apropiarse, a conquistar; entonces, en Latinoamérica, tenemos muchas más ventajas.
Casi el 50% del petróleo, se utiliza en generación de energía, (luz eléctrica o internet, por ejemplo) y automóviles.
El otro 50%, es el llamado “hard to abate” (difícil de abatir): automóviles pesados, hierro y acero, buques y aviones, para quienes hoy, no existe sustituto; es decir, 50% de los productos de petróleo, son insustituibles.
Y estamos hablando, sólo de su faceta como energético.
Si a este 50%, le agregamos la enorme dependencia de nuestras sociedades a los productos derivados de la petroquímica, el porcentaje se dispara.
Te hago esta pregunta: ¿cuánto tiempo y voluntad se necesita para lograr una transición realmente sustentable?
2.- Mentira sobre la voluntad: vuelvo al punto; nuestras sociedades, están construidas desde el saqueo irrespetuoso contra la naturaleza.
La propuesta, de no sólo de supuestos activistas, supuestos intelectuales, incluso de los gobiernos, es la transición tecnológica.
Esta, es la única opción hasta hoy; por supuesto, que migrar de la total dependencia de productos fósiles, a una disminución, aunque sea de un simbólico 5%, es algo; pero, estamos olvidando un punto importante: “la construcción de una sociedad es el resultado de nuestra visión del mundo, y hoy, nuestra visión del mundo, es la total falta de respeto hacia la naturaleza”.
En nuestra mente, el ser humano es centro del universo y por ello, tiene, o creemos que tiene, el derecho de apropiarse de todo. Además, tenemos al dinero, como síntoma de éxito. Más dinero, más éxito y claro, más agresión contra la naturaleza.
La gran mentira número dos, de los ecologistas, es que “echándole ganas”, lograremos llegar a la meta. Es un argumento similar, al “échale ganas”, dicho a un enfermo de depresión. Es casi una burla. Los ecologistas creen que levantar de una calle la botella de Coca-Cola vacía, o cuidando perritos o gatitos, ¡Boom!, ya eres ecologista. En realidad, es la voracidad por el dinero quien realmente, devasta a la naturaleza.
¿Qué quiero decir? Que una sustitución tecnológica, no va a significar la diferencia, mientras no combatamos antes, nuestra mentalidad, esa idea de que el ser humano tiene el derecho de adueñarse de todo, y de saquearlo todo; es decir, el problema ecológico, no es tecnológico (la tecnología no se creó sola, ni funciona por voluntad propia), el problema ecológico en realidad, es cultural.
Mientras no moderemos nuestra avaricia, cualquier intento por ser amigables con la naturaleza, será infructuoso. No pasará de ser un bonito discurso, pero sin resultados.
No mientan ecologistas: lograr la sustentabilidad requiere de un cambio de mentalidad, de una transición cultural, y eso requiere de mucho, muchísimo tiempo.