LA VIRGEN PATRONA DE LOS CORRUPTOS
Algo debe quedar claro. Xóchitl Gálvez jamás fue una posibilidad real para un triunfo conservador. Su imagen se puso a la venta, como recurso desesperado de la oposición, para ”jalar” mediante engaños, el voto de la gente humilde que se viera identificada con un personaje que habla una legua nativa del país y que dice proceder de una comunidad apartada, en el estado de Hidalgo.
Xóchitl es producto publicitario. Alimento político chatarra, presentado en atractiva envoltura, que incluso reconfigura su rostro con inteligencia artificial, para darle una apariencia convincente. Xóchitl nativa, pero con ese toque cosmopolita que distingue a quien forma parte del grupo de poder económicamente dominante.
Incluso alguien, en el colmo de la lambisconería, llegó a llamarla “virgen”, apelando a la religiosidad, en un acto de desesperación política y no de Fe.
Xóchitl Gálvez está al final de su carrera política. Antes de que el dedo de Claudio X González se dirigiera hacia su persona, era un “mueble” decorativo dentro de la cúpula del panismo opositor. Nunca destacó por alguna acción de gobierno, como delegada en la hoy alcaldía Miguel Hidalgo. Por el contrario, fue calificada negativamente por la opinión pública y por la gente de esa demarcación. Tampoco se le conocen acciones relevantes dentro de otros puestos de la administración pública. Y como representante del pueblo en el Congreso, su actividad ha sido más que nada, burlesca. Disfrazada de dinosaurio. Tendida sobre cobijas en compañía de otros dos cómicos de la derecha, como lo son Gustavo Madero y Álvarez Icaza. O presentando demanda tras demanda en contra de iniciativas, leyes y personajes relacionados con el gobierno o el Movimiento de Cuarta Transformación.
Xóchitl es por trayectoria, un político del montón. Nadie vio en ella características especiales, que pudieran anticipar una triunfal carrera, en busca de la candidatura más anhelada por todos. La que es antesala a la presidencia de la república.
Si hace unos meses, alguien hubiera aventurado una opinión en favor de Xóchitl Gálvez como representante opositora en la competencia presidencial del 2024, hubiera despertado las burlas de buena parte de la clase política. Incluida derecha.
Hoy es distinto. Ya fue señalada por el gran sacerdote conservador y vemos a periodistas del pasado, a la clase política reaccionaria y a los empresarios nostálgico del tráfico de influencias, llamarla “virgen”. Componerle cantos y alabanzas que hablan de méritos y milagrosos, conocidos solo por los iniciados en esa nueva fé.
Esta manera en que una mujer crece “artificialmente”, gracias al trabajo de mercadotecnia y manipulación en medios de comunicación, deberá ser registrada como una de las formas en que una mujer no debe alcanzar el empoderamiento. Aquí no hay trabajo de por medio. No hay trayectoria reconocida, ni esfuerzo para conseguir metas personales. Se trata de la construcción de una candidatura de papel o gelatina, que afortunadamente a muy pocos engaña. Es la obra de una clase conservadora que utiliza un elemento indigenista, para hacer creer a la ciudadanía que Xóchitl Gálvez es una especie de Izztacihuatl que despierta de un largo sueño, convertida en la política más destacada de su generación. Y por añadidura, con antecedentes genéticos que la revelan como portadora de la sangre autóctona de una de nuestras comunidades ancestrales.
Todos aplaudimos el trabajo intenso de cualquier mujer por empoderarse. Lo que se critica aquí es la vía usada para alcanzar ese poder, o al menos intentar hacerlo. Xóchitl Gálvez sigue actualmente los pasos de Dina Boluarte en Perú, o de Jeanine Añez, en Bolivia. Alcanzar el poder de cualquier modo. Incluso atropellando la democracia, si esto es necesario. Boluarte y Añez llegan a la presidencia sin mérito alguno. Son impuestas por el poderoso Poder Económico de cada nación y por la intervención solapada de Estados Unidos.
A Xóchitl Gálvez la elige y le prepara la campaña rumbo a la presidencia, el Poder Económico nacional, encabezado por Claudio X González, quien recibe dinero del gobierno norteamericano. Los supuestos méritos de Xóchitl, son falsos. Se los está inventando el publicista en turno. El carácter de “virgen” que le acomodan sus correligionarios, es una falta de respeto a la Fé de los mexicanos. El pedestal en que colocan a la candidata opositora, debería llevar clara la leyenda “Protectora de los Corruptos”.
Porque son ellos quienes empujan su desdibujada campaña política. Solo ellos. El resto de los mexicanos poco caso hacen de una representante de la clase privilegiada del país, que acumuló una fortuna gracias a la evasión de impuestos, el otorgamiento de contratos ventajosos a sus empresas, mientras fue funcionaria pública y que tuvo tratos con desarrolladoras de proyectos inmobiliarios, que están anotadas en la lista de empresas participantes en el “Cártel Inmobiliario”.
La “virgen” de los corruptos no tiene posibilidad alguna de alcanzar la presidencia del país. Ninguna.
Pero puede intentar armar un movimiento, mediante el cual se trate de desacreditar a candidatos de Morena a cargos de elección en el Congreso, para evitar que la Segunda Etapa de la Transformación del país, cuente con una mayoría calificada que permita aprobar las reformas constitucionales pendientes.
Ése y no otro es el “milagro” que se espera de Xóchitl Gálvez.
Que en su segunda fase, la Cuarta Transformación entre debilitada y ya sin la presencia de López Obrador.
La “virgen” es en realidad una hechicera, una encantadora de serpientes, o la sacerdotiza de un culto oscuro, que tiene como finalidad dañar a la sociedad mexicana, en beneficio de los adoradores del Becerro de Oro. No quieren más cambios democráticos en el país.
Lástima que se enfrente a un Pueblo despierto, que no cree en la historia de la vendedora de gelatinas, que se hace millonaria en unos pocos años.
Ese invento de los neoliberales derrotados y resentidos, es un cuento ridículo que hoy en día, no engaña ni a un niño.
La “Virgen de los Corruptos” despacha en una iglesia en ruinas y sin una feligresía real.
Porque las granjas de bots no ganan elecciones. Esos fantasmas desaparecen cuando el Pueblo vota.
Malthus Gamba