La última gema de los conservadores: El INE
Mucho se ha hablado en el país, de que la llegada de la Cuarta Transformación al gobierno, debe entenderse como un movimiento revolucionario, solo que sin el uso de las armas como instrumento de cambio.
Después de vivir por muchos años dentro de un régimen caracterizado por la falta de respeto a la decisión ciudadana, para elegir con libertad a sus gobernantes, el hoy presidente López Obrador y el partido político Morena, desplazan sin un solo disparo, a una clase conservadora, que se vio impedida a realizar el fraude electoral acostumbrado.
Fue tal el margen de apoyo al hoy titular del ejecutivo, que se cerraron las puertas a todo intento por alterar el resultado final, a favor de alguno de los candidatos propuestos por los partidos políticos de la derecha. El Instituto Nacional Electoral, se vio forzado a reconocer que el triunfo abrumador, correspondía a Morena y su candidato a la presidencia.
Esta es la primera gran batalla que se libra entre las fuerzas progresistas que llegan al poder, en contra del aparato neoliberal que había determinado la vida política del país, durante varias décadas.
A partir de ahí, los enfrentamientos entre el nuevo gobierno y quienes hoy se encuentran “moralmente derrotados”, se han dado de manera ininterrumpida.
En las pasadas elecciones, parte significativa de la derrota conservadora, se verificó en el Congreso de la Unión
Morena consiguió una mayoría, que le permite sin mayores dificultades, impulsar las agendas políticas y sociales, que impulsa la Cuarta Transformación.
Ese segundo revés que se da como resultado del proceso electoral anterior, deja a los grupos conservadores sin margen de acción, para oponerse a los cambios significativos que se están dando en el país.
La cancelación del proyecto para la construcción del nuevo aeropuerto en Texcoco, fue otra batalla perdida para los conservadores.
De igual manera, el intento por detener la construcción de un nuevo aeropuerto en Santa Lucía, terminó en derrota para los reaccionarios.
Pero lo más importante es que el poder que pensaban conservar los neoliberales, a pesar de haber perdido la batalla inicial en las elecciones, se les escapa de las manos día a día.
Eduardo Medina Mora, su alfil colocado estratégicamente en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, tuvo que salir a toda velocidad, cuando se hizo pública información que lo conectaba directamente con actos de corrupción y posible delito de enriquecimiento ilícito.
Aparte la limpia que hace actualmente el ministro presidente de la Corte, Arturo Zaldívar, para sanear a un Poder Judicial, controlado por grupos políticos y delincuenciales, deja sin cobijo a quienes pensaban que su control sobre jueces y ministros, era total.
Esa batalla la han perdido también los conservadores.
Los consejos, institutos y demás instancias creadas por los gobiernos neoliberales, para dar apariencia de combate a la corrupción e impunidad, han cambiado de titulares y actualmente, sus políticas internas se modifican para que cumplan realmente con la función que les fue asignada.
La Comisión Nacional de los Derechos Humanos, que fue cómplice por omisión, en muchos casos de violación a las garantías individuales, cambia de titular y llega a presidirla una persona que ha sufrido en carne propia, la pérdida de un ser querido.
Todo lo anterior afecta significativamente los intereses de la clase conservadora. Su intención de ejercer un gobierno indirecto, a partir del control de los organismos de vigilancia y rendición de cuentas, ha fracasado.
Esa estructura de simulación se ha ido renovando y poco queda del antiguo poder conservador.
La batalla final de esta revolución democrática, donde el viejo régimen terminará derrotado, sin necesidad de balas ni violencia extrema, se está desarrollando en terrenos del Instituto Federal Electoral.
Ahí, las escasas fuerzas neoliberales se están dando cita para defender a un organismo electoral, que cuenta con una amplio historial de opacidad, fraudes comprobados, permisivo ante las flagrantes violaciones a la ley electoral por parte de los partidos políticos de la derecha y una conducta incorrecta por parte de la mayoría de los consejeros que dirigen al instituto.
Atrincherados en la defensa del INE, que ha validado por años todos los fraudes electorales del PRI y del PAN, si exceptuamos el último proceso electoral, donde no les fue posible aplicar la receta, por el amplio margen que registró el ganador respecto a los demás participantes, la derecha mexicana se prepara para librar su última gran batalla, con escaso parque y muy poca confianza en su fuerza.
Porque si vemos que buena parte de la estrategia que despliegan los conservadores, está enfocada a promover en redes sociales mensajes, donde presentan a un INE democrático, defensor de la legalidad electoral y con un Lorenzo Córdova ejemplar, podemos adelantar que desde hoy, han perdido el combate.
En la Cámara de Diputados hay propuestas en este momento, para reducir el periodo de presidencia en el INE, de nueve, a tres años. Con esto, Lorenzo Córdova dejaría de ser consejero presidente de manera inmediata y el puesto, sería ocupado por los demás consejeros, en espacios de tres años.
A ese cambio se oponen las fuerzas conservadoras en este momento.
Perder el control de INE, significa que en adelante, el fraude electoral será prácticamente imposible. No tendrán al personaje incondicional que pasa por alto todas las violaciones a la ley.
Morena junto con los partidos políticos que acompañan a la Cuarta Transformación tiene la mayoría calificada en la Cámara de Diputados. En el Senado es donde habría que construir consensos, para sacar adelante la reforma.
En tiempos en que la revocación de mandato es una realidad y la pérdida del fuero para quienes cometen delitos graves, como lo es el fraude electoral, es también una victoria alcanzada, ¿cómo podemos tener funcionarios públicos que ocupan los cargos importantes, por espacios tan prolongados?
¿Cómo aceptar que gente como Lorenzo Córdova, se mantenga en el puesto, cuando su trabajo como presidente consejero ha sido fuertemente cuestionado?
La última gran batalla conservadora se verificará en San Lázaro y en el Senado.
El apoyo que están pidiendo al pueblo los grupos de la derecha, no va a llegar.
El INE es sinónimo de fraude para los mexicanos y Lorenzo Córdoba es un personaje repudiado por sus acciones a favor de la delincuencia electoral.
Si se modifica la Ley en la forma en que lo está proponiendo Morena, solo faltará una lápida a toda aspiración neoliberal, para recuperar el poder en el corto plazo, por la antigua vía del fraude.
Los conservadores habrán perdido la última oportunidad para detener el cambio de régimen que impulsan el presidente López Obrador y la Cuarta Transformación.
Estemos atentos a este último combate.
Malthus Gamba