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La SEP y sus lecturas libertarias
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La SEP y sus lecturas libertarias

Textos y Contextos

Por: Miguel Alejandro Rivera
@MiguelAleRivera

A inicios de febrero, causó comentarios diversos, que escalaron hasta la conferencia matutina del presidente Andrés Manuel López Obrador, el hecho de que la Secretaría de Educación Pública recomendara a docentes leer textos de Marx, Lenin, Gramsci, Marcuse, Foucault, De Sousa Santos, Freire y Bakunin, entre otros.

Quién haya creído que esto era incorrecto, controversial o malintencionado sólo demuestra que no ha leído a dichos autores o que, en su defecto, la consciencia de clase le afecta a sus intereses políticos, capitalistas o empresariales.
Y es que en un país como México urge dicha consciencia, que bien puede emanar de textos escritos por cualquiera de los autores antes citados. Es importante que los profesores de educación básica posean éstas referencias, y más aún, que las compartan con los niños. ¿Por qué? Pues en principio, el saber la diferencia entre burguesía y proletariado es importante en un país donde según el Coneval, existe un 43 por ciento de población que vive en pobreza.

Asumirse cómo proletariado no es una cuestión de conformismo, si no de claridad. Es decir, si entiendo que mi condición es esta, no trabajaré, forzosamente, para tener un auto del año, ropa de marca muy cara, lujos que no necesito, lo que evitará que pida créditos a los bancos, a las concesionarias y así mejor ahorre o aprenda a manejar mi dinero con mayor inteligencia. El saberme proletariado me ayudará a no pensar en que las empresas y las marcas son mis amigas, entonces pediré derechos laborales y no me dejaré embaucar con productos costosos que no valen lo que cuestan.
Personajes como Marx, que antes que otra cosa fue un periodista y filósofo humanista, pugnaban porque los trabajadores tuviesen lo que hoy son prestaciones como jornadas no mayores a ocho horas, días de descanso, vacaciones, aguinaldo, porque el obrero necesita tiempo de esparcimiento, momentos familiares, requiere alimentar su cultura y recabar energía para realizar sus labores.

Bakunin, uno de los padres del anarquismo, habla de libertad e igualdad en sus textos. El anarquismo no es lo que dicen los noticieros cuando algunos radicales rompen vidrios en las manifestaciones: habla de amor, de fraternidad, de apoyo mutuo, del cuidado a las mujeres embarazadas, los ancianos y los niños.

Paulo Freire… Quien se queje de que a los profesores se les sugiera leer a Freire tiene un severo problema en sus conocimientos teóricos. La pedagogía que el autor brasileño propone se basa en empoderar al estudiante, en no verlo como un escucha inerte, sino como un actor activo y crítico en su propio proceso educativo; analizar no únicamente la información que conoce el educando, sino los conceptos con los que cuenta y cómo los aborda epistemológicamente. La alfabetización como el inicio de la libertad.

Ni qué decir de Foucault, filósofo francés de nuestros tiempos que se enfocó en estudiar al marginado social; Vigilar y castigar, uno de sus trabajos más populares, debiera ser de urgente consulta para comprender los sistemas de opresión a través de la historia y cómo podemos liberarnos de ellos. Si entendiéramos mejor su idea del panóptico, seríamos más cuidadosos del uso que le damos a las redes sociales de internet.

Quienes están a cargo de esto es Marx Arriaga, director de Materiales Educativos, y el subdirector Sady Arturo Loaiza, que proponen que los maestros promuevan, precisamente, ‘la libertad de los educandos’. ¿Lo algunos critican a estos personajes? Son exfuncionarios de Venezuela, relacionados al chavismo. Reducir sus ideas al vínculo con el país que ha sido el “villano favorito” de Occidental, también habla de mucha ignorancia.

Asimismo, asumir que el sugerir lecturas libertarias es adoctrinar a los profesores es subestimar a maestras y maestros que cuentan con criterio para deconstruir los mensajes que vayan leyendo, y adaptándolo para sus estudiantes.
“Hay que leer a todos, a Aristóteles, a Platón y desde luego que hay que leer a Marx, ¿por qué no?”, dijo al respecto el presidente López Obrador en una de sus conferencias.

Y efectivamente, hay que leer a todos, más porque hasta hace no mucho estos autores eran estigmatizados como lecturas para gente “de izquierda”, “revoltosa” o más recientemente, para “chairos”, creando así prejuicios ante letras que han sido pretexto de libertad y apertura para la consciencia y el conocimiento.

Pensar que a través de estas letras se quiere convertir a México en una república bolivariana o algo por el estilo es por demás reduccionista. Ojalá también se tomen en cuenta lecturas de filósofos como Diogenes, Zenón y muchos otros que no son tan clásicos, pero sí unos muy necesarios. El conocimiento nos hace libres, y mejor que se lea sugiera a los profesores el ir a la fuente y no que alguien los instruya. Es más adoctrinante cualquier programa de opinión de la televisión abierta que las páginas de Marx o Bakunin.

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