Desde los últimos refugios que les van quedando en el gobierno para intentar contrarrestar el avance de la transformación de México, la oposición derrotada hace su mejor esfuerzo alzando sus vocecitas estridentes, mientras desenjaulan a sus ejércitos de bots y troles para insultar a diestra y siniestra a los ciudadanos que publican en las redes cualquier cosa que no les guste, que lastime su ahora raquítica estructura de corrupción; que dicho sea de paso, cada vez se escucha con menor fuerza.
Estamos observado los últimos coletazos de un dinosaurio en estado agónico que se retuerce violentamente mientras se muere.
Los órganos autónomos infestados de gusanos que defienden intereses económicos, generan toda la información segada que pueden para tratar de desvirtuar los resultados evidentes del avance del país en prácticamente todos los rubros, como el de la economía, el laboral, el del bienestar social, el de la desigualdad, la infraestructura, la salud, la educación, la inversión, etc.
Así vemos al TRIFE y al INE por ejemplo, hacer papelones que dan pena, desempeñando acciones que no les competen y excediendo sus facultades legales, como niños desesperados que quieren arrebatarle el dulce a sus compañeros de clase. Uno llevando a cabo persecuciones oficiosas sobre temas por los que nadie se ha quejado, mientras el otro legisla sobre procesos electorales como si en México no existieran las Cámaras de Diputados y Senadores.
Observamos al CONEVAL publicando datos de disminución de pobreza pero desestimando los resultados positivos, mientras duplican y triplican sus gastos de millones de pesos en sistemas de computación, papelería y publicidad.
Vemos al INAI girando recomendaciones para que las instancias del poder ejecutivo rebelen datos que están a la vista de todos, sin necesidad de la inútil intervención de los panistas parásitos que trabajan en ese elefante blanco.
Descubrimos fachos infiltrados en altos cargos de la Secretaría de Relaciones Exteriores nombrando detractores de la institución presidencial vestidas de princesita europea, para que represente a nuestra cultura en países del extranjero.
Escuchamos incongruencias impensables con toda la oposición tratando de evitar que se vote una consulta, para decidir si el presidente deja su cargo o continúa los 3 años que le faltan en su período, después de haberse pasado 2 años y medio exigiendo que se fuera.
Leemos y presenciamos todos los días el patético desempeño de los medios de información convertidos en fábricas de mentiras que publican y difunden sin recato.
Escuchamos a los opinadores quejándose sorprendidos de la corrupción y la inseguridad imperante en el país, dos conductas cuya incidencia está disminuyendo ostensiblemente, como si antes del 2019 el territorio nacional hubiera sido el castillo de la pureza y de la paz.
Hay un factor que todos estos actores grotescos de la vida pública no están tomando en consideración dentro de su patética estrategia, es el hecho de que su resistencia reaccionaria y estéril solamente alimenta el impulso de los ciudadanos hacia el reforzamiento de la transformación que se está llevando a cabo. Con su conducta nos ayudan a refrendar nuestra convicción y nos terminan de convencer de que nunca estuvieron capacitados para llevar las riendas de un país, que hoy está despierto y activo en la construcción de un futuro mejor para todos.
Como dijo el filósofo y economista inglés John Stuart Mill: “La convicción profunda de un hombre le substrae a los ataques del ridículo”.