22 Dic 2024

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La Iniciativa Privada necesita más iniciativa
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La Iniciativa Privada necesita más iniciativa

Foto: Sopitas
Por Miguel Ángel Lizama
@Migueliz8

Hay que reconocerlo. En México, la Iniciativa Privada está Privada de Iniciativa. Antes que invertir en novedad, prefiere pagar lo usado en otros lados. Nada de intentar ideas nuevas, van sobre seguro. La Innovación sólo la conocen cuando ya es obsoleta. Cuesta menos, Es más rentable lo que no exige inversión ni riesgo. Lo creativo es caro y tardado, apto sólo para Consejos de Ciencia y Tecnología del Gobierno. Los particulares están para ganar. Su inversión es para a eso: Mayor lucro en menos tiempo, de ser posible sin inversión o con la mínima.

No es de extrañar, entonces, que ningún personaje de la IP haya tomado la iniciativa de enlazar poblaciones remotas de México mediante nuevas tecnologías, para utilizar y acrecentar su potencial productivo y creador de más riqueza. Porque debe aceptarse que donde hay seres humanos, hay esfuerzo y labor para vivir y sobrevivir al entorno donde están. Es una ley natural que conlleva ADAPTACIÓN Y EVOLUCIÓN. Por eso los antropólogos y estudiosos diversos han rastreado migraciones que dieron origen a nuevas poblaciones y han conformado el mundo como hoy lo conocemos.

Por ejemplo: A ningún empresario mexicano se le ocurrió tender durmientes de madera y vías de acero donde corrieran locomotoras para transportar bienes y personas entre poblados distantes. Vamos, ni siquiera copiar lo conocido en sus viajes de recreo fuera de México. Hasta que Porfirio Díaz tuvo la iniciativa de importar idea y capital extranjero para construir la red ferroviaria sobre la que alzó su dictadura y alentó la Revolución que lo depuso.

Hoy, más de un siglo después de la iniciativa porfirista que significó Progreso para México, otro “dictador” (como acremente lo califican sus derrotados adversarios políticos) ha tenido la idea de acercar a vecinos distantes en el país, y aprovechar su capacidad latente y subestimada para impulsar el desarrollo de la nación, llevando bienestar a pobladores menospreciados que sirvan de embrión o raíz al crecimiento mexicano.

Andrés Manuel López Obrador, con su vasto conocimiento de todo el país que ha recorrido varias veces y sigue recorriéndolo, aunado a su acendrado amor a México, ha percibido el mundo de posibilidades que tienen por aportar millones de mexicanos desperdigados por todo el territorio nacional. Pero lo aprecia, no desde un punto de vista utilitario, sino humano: De capacidad de labrar futuro y grandeza en cada poblador, sus hijos y familia, que repercutan -necesariamente- en todo el país. Sólo falta una chispita para encender el futuro mejor. Y ésa es el Bienestar que pretende llevar a cada rincón de México. En vez de concentrarlo en una élite dirigente que se lo lleve a paraísos fiscales, AMLO decidió esparcirlo por todo el país para que aquí se quede, enraice y dé frutos.

No tuvo que ir muy lejos por la opción. La Red Eléctrica que cubre el país es la palanca que AMLO decidió utilizar como parte de su Proyecto de Nación que ha planteado desde que comenzó a actuar en la política mexicana. A diferencia de los doctores en Economía y Finanzas preparados en el extranjero con mentalidad clasista y exclusivista, enfocados en la depredación y especulación cambiaria, López Obrador usa y esparce los recursos nacionales para sus pobladores, especialmente los más olvidados.

Pero AMLO no pretende acaparar. Invitó a la Iniciativa Privada a invertir y participar en el proyecto de Bienestar para Todos. Hubo una inversión inicial con recursos públicos y sólo hay que invertir para expandirla y aprovecharla. Pero como no hay lucro inmediato, la IP en general no arriesga un centavo; espera que el gobierno invierta, para luego exigir que se privatice lo invertido. Como sucedió con la red telefónica que se creó y creció con Presupuesto Público hasta que el ¿gobierno? decidió “privatizarla”. NEGOCIO REDONDO. Lucro inmediato, sin inversión ni riesgo. Al más vivo estilo carroñero, distintivo de la tecnocracia neoliberal, que vive del esfuerzo ajeno.

Desde luego que “la excepción deduce la regla”. Hay empresarios que deciden entrarle con reticencia, sin audacia, a las propuestas del gobierno, más que nada para congraciarse con el poder, pero SIEMPRE un paso atrás, como en los protocolos de la realeza, sin asumir liderazgos emprendedores, pese a las muchas “incubadoras” que puso de moda el neoliberalismo en sus Universidades privadas. De ninguna de ellas ha surgido hasta hoy audacia innovadora, visión creativa que pueda irrumpir con una aportación relevante en la competencia mundial. El impulso empresarial incubado en instituciones privadas se basa en el Objetivo Utilitario Inmediato, de corto alcance, personal o grupal afín. Ninguna “incubadora” vislumbró el potencial de la creatividad indígena ancestral, hasta que llegaron de Nueva York a copiarlo para mercadearlo en todo el mundo. Por eso la IP ha ignorado la capacidad creativa de los alumnos del Politécnico o la Universidad, cuyas innovaciones no captan la atención empresarial ni las inversiones que expandan el horizonte nacional. Aunque son premiadas en otras partes del mundo, en México se quedan en la simple boleta de calificación o la acreditación de un grado académico.

Por eso adquiere mayor dimensión la urgencia del Presidente López Obrador para llevar Bienestar y Progreso hasta los rincones más lejanos de este México tan prodigioso, aunque desperdiciado por siglos de menosprecio y saqueos.

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