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La farsantería intelectual contra Sheinbaum
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La farsantería intelectual contra Sheinbaum

Por: Rafael Redondo 
@redondo_ rafa 

Mientras muchos personajes que, se dicen periodistas “serios”, e intelectuales “probos”, no cuestionan, en lo absoluto, los comentarios absurdos de Xóchitl Gálvez, por ejemplo, sobre convertir al lago de Texcoco en almacén de agua de lluvia, no sólo durante el debate, sino que después, en una entrevista, dijo que, “se puede quitar la sal y ya”. O sea, tienes agua dulce, la salas, para después tener un gasto y contaminación excesivos. Es bien sabido que, potabilizar, significaría la utilización de energía en tales cantidades que, significa un incremento en el impacto ecológico y monetario, cuando el propósito inicial, era la sustentabilidad. Todo un despropósito. La lista de disparates en los dichos y propuestas de Xóchitl es interminable; pero, no hay cuestionamientos por parte de intelectuales, ni de periodistas. Siguen refiriéndose a ella, como si hubiese seriedad en su candidatura. Por otro lado, estos mismos personajes, ya hicieron coro con el discurso del Maximato parte 2, la Sombra del Caudillo o el títere de López Obrador, para atacar a Claudia Sheinbaum. Me refiero a las inteligencias “sobresalientes”, y no por su brillantez, todo lo contrario, sobresalen justamente por disparatadas, de personajes como Jorge Volpi, Dresser, Aguayo, Krauze y todos los que ya conocemos, cuya evidente estrechez mental, se limita a hablar de Maximatos ficticios y Sombras del Caudillo que emergen de sus fantasías o viajes astrales, producto de fumar cilantro.

Si un médico comete errores profesionales, podría perder su cédula; pero, como eso no sucede, ni con periodistas, o supuestos analistas, ellos pueden decir lo que sea, aunque eso signifique mentir y, en apariencia, no habrá repercusiones, sólo derrumbar su ya de por sí, muy mermada credibilidad. Si existen carencias cognitivas o falta de formación académica en ellos, es aceptable; solamente que, entonces, no puedes denominarte como profesional del análisis social, o el periodismo, porque eso te convierte en un farsante. Si existen propósitos diferentes al de comprender la realidad social, entonces, estamos frente a una ausencia de ética.

Entre otras virtudes que posee el actual presidente, hoy, me voy a referir solamente a dos: una disciplina férrea, con un respeto irrestricto hacia sus convicciones. En términos llanos, honorabilidad a prueba de balas. No puedo decir lo mismo de muchos periodistas e intelectuales. Quizá por eso, no logren dimensionar lo que realmente está sucediendo en nuestro país. A una persona sin respeto hacia sí mismo, cuya honorabilidad tiene precio, una persona honorable, quizá, le parezca una aberración. Probablemente por eso, no quieran a López Obrador.

Perder la honorabilidad es peor que perder la dignidad, porque, la dignidad, a veces, es robada por la perversidad ajena, en conquistas procesos de esclavitud, u holocaustos; sin embargo, la honorabilidad, es responsabilidad, únicamente individual.

Tanto supuestos analistas, como supuestos periodistas, utilizan a discreción la Teoría Política y/ o la Teoría Social. Me temo que, pese a ostentarse como portadores de la iluminación, aún no les queda claro que, la teoría tiene dos funciones:

1) Es sólo una herramienta para entender la realidad, no es la realidad per se.

2) Ayudarnos a crear una nomenclatura, nuevos conceptos, para explicar fenómenos desconocidos.

Es decir, un análisis debe partir de una lectura de la realidad, para luego, encontrar coincidencias en la teoría, o apoyarnos en la teoría para construir una teoría más refinada. Aunque siempre, el propósito, es buscar una interpretación de los fenómenos sociales. No es el de crear cuentos chafas, ni argumentos de telenovela mexicana.

¿Cuál es la condición de la realidad actual de México?

Quienes acusan a Claudia de ser un brazo de López Obrador, no han entendido que, el sexenio de López Obrador, no es un proyecto sexenal, sino la modificación de estructuras anquilosadas en el país. Claudia, tiene la responsabilidad de potenciarlas. Son dos momentos distintos, y, por tanto, dos proyectos distintos, de un mismo cambio estructural.

Voy a retomar testimonios que recuerdo haber sostenido en conversaciones con gente de varios lugares del país, durante este sexenio. Estas conversaciones nunca tuvieron un interés profesional o académico; por ello, no persigo en su presentación, ningún rigor metodológico, puesto que no tengo, ni siquiera autorización de los autores para mencionar su nombre. Sin embargo, pueden representar pistas para quienes dicen, dedicarse al análisis de la realidad nacional, y exista la posibilidad de ayudarlos a redireccionar sus objetivos profesionales, fuera de los teóricos, y del escritorio colocado al fondo de su árido cubículo. Para invitarlos a que, salgan a la calle y entonces, entiendan el episodio tan trascendental por el que aún, atraviesa México.

Todas las siguientes frases, responden a ¿por qué te cae bien López Obrador? 

A) Mujer Maya de unos 30 años, en Campeche:  porque por primera vez me doy cuenta de que, ser maya, indígena, no es pecado.

B) Hombre de la Ciudad de México de unos 40 años: porque yo vendo artesanías a los gringos principalmente, y ya no me siento inferior a los “güeros”, porque veo cómo López Obrador, se le pone al tiro a los gringos. Ahora, cuando llegan los gringos y me regatean los precios, les digo, si no les gusta el precio, váyanse a otro lado.

C) Mujer del Estado de México de unos 25 años: porque López Obrador le dice a los mentirosos de Televisa y TV Azteca sus verdades en la cara. Ya era hora de que los ricos sepan que, sin nosotros los pobres, ellos no tragan.

D) Mujer indígena de Chiapas: porque siento que él es como yo, humilde. Es como si yo también fuera presidenta.

E) Hombre de Morelos, unos 40 años: porque él le calla el hocico a los rateros que se daban el lujo de sentirse gente decente, y hasta decir que somos pobres por huevones. Sí seremos huevones, pero, ellos son unos rateros. Seguramente cuando se mueran, se van a llevar su dinero.

F) Hombre de unos 50 años, Hidalgo: Le tengo tanto cariño que voy a llorar cuando termine su sexenio.

Probablemente esta presentación de testimonios parezca irrelevante; pero, es un boceto, mal hecho, si así lo quieren, y aún así, es lo que está sucediendo en el México real, no en la teoría, desde el arribo de López Obrador a la presidencia.

Modificaciones:

1) Romper el trauma que, de forma exquisita, describió Octavio Paz en su ensayo El Laberinto de la Soledad, cuando se refiere a la idiosincrasia del mexicano como, “hijo de la chingada”, de la violada, de la derrotada, por el conquistador. El obradorismo logró meterse hasta las entrañas mismas de nuestra identidad nacional, para desenmarañar este complejo de inferioridad en el que, ser indígena, o moreno, significa ser inferior. Estamos hablando de 500 años de vida de un complejo fundacional. Por primera vez en mucho tiempo, se empiezan a encontrar las claves, y a entender este fenómeno, para poder exorcizarlo. Esto, va más allá de un plan sexenal, es un cambio cultural trascendental.

2) Entender que, ser empleado, no significa inferioridad, sino, una relación simbiótica con el empresario.

3) Recuperar la dignidad nacional frente a Estados Unidos, nuestro vecino que, para muchos y durante mucho tiempo, significó el paraíso, frente al “pobrecito mexicanito”. Otro cambio cultural trascendental.

4) Evidenció que, el título de periodista o intelectual no significa honorabilidad. Que detrás de todos ellos, suele haber muchos intereses individuales y otros, son unos farsantes. 

5) Empoderamiento de aquéllos quienes, parecían no ser también mexicanos, porque nunca se les tomaba en cuenta. Al presidente, mucha gente no solo lo respeta, les provoca un cariño genuino.

6) Comprender que un título, no necesariamente te convierte en inteligente. Que ser rubio, no es sinónimo de poderoso, rico o inteligente.

7) Valorar el enorme capital cultural del centro-sureste del país. Evitar que, nuestros valores, distingan al dinero como éxito. Que hay trepadores sociales y delincuentes que, se pavonean como personas honorables, y humillan a los demás, sin poseer ninguna virtud que los sustente. 

Quien se diga obrero del intelecto, y no sea capaz de entender por qué, pese a pandemia y guerras, López Obrador ha tenido altísimos niveles de aceptación, o le faltan herramientas, o miente, o es un incapaz.

Claudia Sheinbaum, tendrá la responsabilidad de potenciar estos resultados, ahora, desde una óptica y formación académica distinta, quizá más estructurada, y regida por el método científico. López Obrador y Claudia Sheinbaum, tienen formas diferentes de abordar un mismo proyecto; es decir, es un mismo proyecto, de trascendencia tal que, se metió hasta las tripas de nuestra mentalidad. Es una transformación cultural, dirigido por personas diferentes. El obradorismo, no se trata de comprar voluntades con pensiones. Eso, es un abordaje burdo, vil, y reduccionista. Tampoco estamos frente a los Maximatos que tanto mencionan en los medios de comunicación, ni bajo las sombras de ningún caudillo. Esa argumentación apesta por ridícula. 

Lo que sí hay, es mucho profesional de la comunicación sin ética, sin honorabilidad, e incluso, impostores. Muchos de ellos, carentes de lo que a López Obrador le sobra: honorabilidad. Sólo para terminar, estos “eruditos”, en todo el tiempo que López Obrador ha estado en la escena política del país, no se han dado cuenta que, entre más lo golpean, más lo quiere la ciudadanía. Y tan siguen sin encender su masa encefálica que, continúan con la misma táctica, apoyando los burdos golpeteos de su candidata de caricatura, sin obtener resultados.

Tampoco se dieron cuenta que, durante todo el sexenio, por dedicar su tiempo en golpear al presidente, olvidaron construir un discurso y por eso, siguen apoyando la difamación como táctica política, la más vulgar, la menos inteligente. Así de corta es la capacidad racional de todos estos personajes. Además de no creerles nada, porque ya solo le hablan a un grupo muy reducido, y de que sus flamantes grados académicos siguen colgados en sus salones, tenemos que avisarles que, han ganado el más auténtico de sus títulos: el título de farsantes. Ese sí les corresponde y se lo han ganado a pulso.

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