Textos y Contextos
Por Miguel Alejandro Rivera
@MiguelAleRivera
La crisis que vive la campaña del presidente Joe Biden, quien hasta donde se sabe buscará su reelección en noviembre próximo, es una alerta del decaimiento en la política de Estados Unidos, algo que no debería pasar inadvertido en el mundo.
Si bien ha parecido más un chiste, los desatinos del inquilino de la Casa Blanca muestran quizás los porqués de las políticas dubitativas y a destiempo que ha implementado durante la última etapa de su administración. Por ejemplo, si bien el Senado es clave en muchas decisiones al interior y hacia el exterior de Estados Unidos, Biden no ha tenido firmeza en temas como el financiamiento a su aliado Ucrania en la guerra que libra contra Rusia o incluso en imponerse a las políticas de Israel en la guerra contra Hamás.
Mientras Benjamín Netanyahu libra una crisis interna contra una sociedad que le exige el regreso de los rehenes y su cambio en políticas públicas, su gran aliado norteamericano no le da línea ni apoyo para destrabar todo lo que se ha empantanado en la guerra. El muelle humanitario que EU construyó en Gaza tardó meses y el papel de Biden ha quedado por debajo de lo que se esperaría de una potencia mundial… de la superpotencia mundial.
Lo que sucedió en el debate del pasado jueves 27 de junio fue desastroso no sólo para Joe Biden y los demócratas, sino para Estados Unidos entero, que miró el desatino de su presidente, quien, por más que merezca respeto más allá de su edad, confirmó sus problemas de cognición y expresión, con lo cual no queda claro si pueda tener el control, por ejemplo, de las armas nucleares del país más occidental más poderoso del mundo.
Tras el debate, según una encuesta de CBS y YourGov, 72 por ciento de los consultados creen que Biden tiene problemas cognitivos y piensan que debe abandonar su aspiraciones presidenciales; ante este escenario, y aunque su esposa Jill insista en entrevistas que la decisión de seguir en la contienda presidencial le corresponde a la familia Biden, ¿de verdad es un asunto doméstico el futuro de la mayor potencia económica y militar de los últimos 70 años?
Del otro lado nada mejora: Donald Trump, un delincuente que debería llegar a la cárcel porque un jurado lo halló culpable de falsear documentos para ocultar un soborno a una estrella porno. Así de ridícula es la política de Estados Unidos, país que, de no ser por todo lo fundado en décadas anteriores, debería despedirse pronto del papel que juega en el concierto internacional.
En el debate, hubo un momento patético en el que ambos candidatos discutían quién era mejor para jugar golf, una situación con franqueza surrealista.
Uno se pregunta si esa es la nación que logró aprovecharse de las dos grandes guerras del siglo XX para lograr un enorme crecimiento económico; si ese es el país que financió tantos golpes de Estado y dictaduras militares en América Latina para ejercer sus doctrinas de poder en el continente; si esa es la bandera que debe seguir liderando foros como la OTAN, la OEA o el propio Consejo de Seguridad de la ONU. A veces EU parece tan pasmado como el mismo Biden y sólo se defiende con políticas migratorias crueles para reafirmar su poder.
Si bien el poderío militar y económico de Estados Unidos sigue siendo tremendo, gracias a movimientos del pasado como el Consenso de Washington o Bretton Woods, el ver qué tipo de personajes están en la antesala de su presidencia debe ser una señal de que otros líderes mundiales tienen que aprovechar para tratar de reorganizar el mundo, alcanzar otro tipo de orden, no tan fallido como el que impuso a nivel internacional la Casa Blanca.