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La clase etérea, la clase media que se cree ‘fifí’
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La clase etérea, la clase media que se cree ‘fifí’

Postigo
Por: José García Sánchez
@Josangasa3

El nacimiento de la clase media fue interpretado como el logro de la humanidad hacia una sociedad más justa. Las diferencias entre los seres humanos, polarizadas por la explotación, trataron de acortarse con el surgimiento de la clase media, así surge una generación de humanos que es puente entre los explotados y los explotadores. No es, por cierto, una clase media autónoma, sino que defiende los intereses de estos últimos.

Es entonces que la esclavitud cambió para ser la que despoja a los pueblos por la producción mundial, que se impone como dependencia ideológica a la emergente clase media, que es un segmento de personajes más cercanos a los capataces, siervos y mayorales que latigueaban a los esclavos que a la emancipación de los trabajadores o a la lucha por sus derechos. Es decir, la esclavitud ya no fue física en la clase media sino mental al defender los derechos ajenos aún a costa de la vida.

La clase media mexicana no ha podido cortar el cordón umbilical de la dependencia de colgarse de los sueños de una clase a la que sirve, pero no por eso pertenece.

La sociedad industrial creó la clase media en el mundo, la cual llega a América medio siglo después con la Revolución Mexicana que la reproduce en México, y el gobierno de la Revolución la consolida al incorporarla a la estructura burocrática, más cercana a la corrupción que al servicio social.

Asimilar a la clase media al poder como bisagra y luego como amortiguador entre pasado campesino en un sistema feudal y un futuro industrial, también como una herramienta que garantiza la tranquilidad social, donde la suma de individualidades, que no hacen equipo, está más cercana a la casta que al resto de la sociedad.

Las desigualdades sociales de finales del siglo XIX fueron mitigadas, en apariencia por una clase laboralmente capacitada en la academia con la consigna implícita de defender las élites, el statu quo, que pasa al siglo XX disfrazado de instituciones burocratizadas que, a su vez, reproducen el esquema de pensamiento que imperaba antes de la Revolución.

Abogados, médicos, ingenieros, contadores, administradores, periodistas, encontraron en el gobierno su identidad a través de su desarrollo laboral. Dentro de una movilidad social que les permitía ascender por antigüedad más que por habilidades a estratos superiores de la sociedad siempre y cuando estuvieran dentro de los parámetros de la clase media, limitada por sus salarios y la ideología imperante.

La clase media se convirtió así en el termómetro del sentir social medible y cuantificable, de tal manera que no hubo, por muchos años, otro parámetro para medir la tranquilidad social que la burocracia hasta 1968, cuando estalla la división de los trabajadores del gobierno, un 28 de agosto, cuando se ordena a los empleados, desde la regencia del Departamento del Distrito Federal, encabezada por Alfonso Corona del Rosal, volver a izar la bandera de huelga en el asta bandera del Zócalo, que los jóvenes del movimiento estudiantil habían arriado para evitar más represión. Fue en ese momento que los granaderos golpearon salvajemente a los jóvenes apostados en el plantón en el zócalo como parte de las protestas del movimiento.

Llevaron como borregos a cientos de burócratas que en el momento de obedecer las órdenes del regente descubrieron que eran utilizados como carne de cañón ante los huelguistas, apostados en casas de campaña en esa plaza.

El carácter nivelador de la clase media que se había cohesionado alrededor de las figuras presidenciales, se rompió.

La clase media se quedó huérfana, sus asideros eran la fantasía común, las aspiraciones individuales y el miedo. La cohesión de la clase media en la burocracia termina por romperla Miguel de la Madrid, ante su política neoliberal que despoja a las clases medias de sus esperanzas y da lugar a los hijos de los políticos anteriores, de los empresarios y de los que estudiaron en universidades privadas o extranjeras, principalmente de Estados Unidos. El encanto se rompe y el poder se queda más sólo que la clase media.

La clase media apostó entonces a dos vertientes, la nacionalista, con cargo al erario público, y su admiración por el vecino país del norte.
A partir de los años ochenta esa clase le dio la espalda al Estado que la cobijó. Miguel de la Madrid fue el último presidente abogado, rompiendo la tradición impuesta por la revolución que impulsaba a la Presidencia a abogados o a militares.

Ante este panorama hay quienes, desde la política y con la perspectiva de las elecciones, quiere allegarse a una clase media, como salvavidas de los de la tranquilidad social, con una clase media etérea en los ideológico y efímera en sus posturas políticas. La búsqueda de uno de los precandidatos de Morena a la presidencia de la república tiene como objetivo una clase media más parecida a la de Nuevo León que llevó a la gubernatura a Samuel García que a la de la mayoría del territorio nacional.
La manera de darse cuenta de la realidad en la clase media mexicana está difusa ante la falta de una cotidianidad directa con la producción.

Así los trabajadores de la clase media se consideran, como es tradicional, más cerca del patrón que del obrero, por la necesidad de sostener el racismo y el clasismo como su patrimonio.

👉Las opiniones vertidas en este espacio son responsabilidad de quién las emite y no necesariamente representan el punto de vista de SinLíneaMx.

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