La campaña de Mariana para que voten por Samuel
Textos y Contextos
Por: Miguel Alejandro Rivera
Propuso un impuesto de 10 centavos por popote a quien lo produzca o lo importe en México y promovió una reforma sobre residuos sólidos, entre algunas otras que no llegaron a trascender de forma importante. Su impacto más fuerte sobre el Senado es que quiere que su esposa y uno de sus mejores amigos obtengan un escaño en el mismo.
Se jacta de haber atraído una inversión multimillonaria a Nuevo León por parte de Tesla, que generará al menos 35 mil empleos, pero la realidad es que la compañía de Elon Musk llegó ahí porque es el espacio idóneo para construir una planta a siete horas en auto de la que tiene en Texas. Él simplemente estaba ahí cuando le cayó el nearshoring.
Él es Samuel García, quien busca ser el abanderado de Movimiento Ciudadano para llegar a la presidencia de la República, un sujeto que irrumpió en la política mexicana y le debe su popularidad más a las redes sociales y a sus desfiguros que a importantes logros en la administración pública.
Tiene 36 años y trata de montarse en una ola de políticos outsiders y jóvenes que aprovechan el poder de los videos cortos y de la enorme desinformación que existe en generaciones que han abandonado los libros y la historia para alimentar su cultura con TikTok e Instagram.
Y de ahí viene la cuestión inevitable de tratar cuando se habla de este personaje: su esposa Mariana Rodríguez Cantú. Siendo una excelente influencer, que supo cómo hacerse de una enorme cantidad de seguidores, los cuales ahora son en gran medida partidarios de Samuel García, es clave en los sueños del gobernador con licencia.
Y claro, llegar a extremos como los del expresidente Vicente Fox, que le llamó “dama de compañía”, sería infame, porque, en efecto, es una mujer que, como todo ser humano, es valioso y tiene todo derecho al respeto y dignidad. Sin embargo, sería inocente de su parte pensar en que, en la posición en la que se ha puesto, no es meritoria de análisis de marketing político.
El primer video que me salió de la campaña de Samuel García no era sobre él, sino sobre ella. Con la famosa tonada del Movimiento naranja, versión batucada, de fondo, Mariana Rodríguez baila, brinca, tira patadas, abraza, besa y celebra siempre en primer plano. Si algo han sabido capitalizar son sus momentos vergonzosos, pues lo “fosfo, fosfo” ahora es un lema arraigado en su mercadotecnia.
Hay que reconocerlo, la estrategia mediática es inteligente, y claro que es mucho más agradable ver a Mariana Rodríguez bailar, que a Samuel García hablar, pero la elección de un presidente no puede girar en torno a meras imágenes y simpatías, porque, en cuyo caso, ella debería ser la candidata, pues muchos comentarios en redes hablan de que la quieren ver como primera dama. ¿No también una forma de machismo relegarla a ser el rostro de una campaña para que gane un hombre?, ¿no es engañoso para la sociedad basar una campaña política en un personaje que no es el candidato?
Vicente Fox fue el presidente que sacó al Partido Revolucionario Institucional (PRI) de Los Pinos gracias a una campaña populista y engañosa basada en puro marketing político. Botas, sombrero y bigote: un candidato “del pueblo”, hasta de izquierda parecía, pero, para cualquier ciudadano consciente, era claro que desde el Partido Acción Nacional sería imposible que vinieran políticas que no fuesen oligárquicas.
Al final, Vicente benefició a sus amigos, los famosos Amigos de Fox, con bancos, apoyo para acrecentar la oferta de escuelas privadas y un montón de posturas que decantaron incluso en luchar para que Andrés Manuel López Obrador no llegara a la presidencia.
La otra figura de la publicidad fue Enrique Peña Nieto, a quien incluso casaron con Angélica Rivera bajo un contrato de seis años porque la imagen era importante. Todo fue tan actuado que ahora la famosa Gaviota vive feliz con su verdadero marido, José Alberto, El Güero, Castro, pues, aunque dicen que son amigos sólo por sus hijas, la historia vivida deja abierta la posibilidad a muchas suspicacias.
En este sentido, no es que Mariana Rodríguez y Samuel García finjan su amor, pero sí es necesario destacar que, como Peña Nieto, como Fox, si basamos el voto en mero marketing, iríamos directo a un sexenio fallido. El mismo Peña Nieto mostró desde campaña que era un producto chatarra, pero igual se llevó la victoria y terminamos por padecer uno de los peores sexenios de la era moderna de México.
A Samuel García, más que el agua para los neoleoneses, la condición de las calles o la seguridad, le interesaba dejarle un estadio más moderno a los Tigres de la Universidad Autónoma de Nuevo León, equipo al que es aficionado.
Así que, si alguien va a votar por Samuel García, esperemos lo haga convencido e informado y no basado en que su esposa es simpática y bonita, porque lo es, así como inteligente, pero entonces que ella sea la candidata, no su marido. Aunque en este momento, por la penetración todavía limitada de las redes en gran parte de un México que es enorme, Samuel García aspira a un segundo lugar, no dejemos de analizar este tipo de publicidad engañosa, pues, en 2030, las generaciones que viven pegadas a las redes sociales, nos van a poner al presidente.