Independientes de cuna partidista

Postigo
Por José García Sánchez
@Josangasa3

Los candidatos independientes nacieron para darle espacios a la sociedad y fortalecer la democracia y abrir paso a los ciudadanos y no al resentimiento que es, en México, lo que motiva a refugiarse en esta condición.
El creciente abstencionismo que se mostró en las elecciones presidenciales, donde resultó ganador Carlos Salinas, o Vicente Fox, creó la necesidad de las candidaturas independientes, que tenían entre varios objetivos, contrarrestar los altos niveles de falta de participación ciudadana que amenazaban desgastar el sistema de partidos y la legitimidad de los vencedores en las urnas.

En algún momento las candidaturas independientes intentaron salvar la democracia y la fe en la política de México, sobre todo, luego de ver lo inútil que era la mal llamada alternancia con la llegada de Fox a la Presidencia, quien nada cambió.

Cuando algún frustrado político no obtiene la candidatura esperada dentro del partido en el que milita, tiene la opción de ir por el camino independiente. Nada más alejado del espíritu que da origen a las candidaturas independientes.
En México el grupo de candidatos independientes no es aquella que ideológicamente rechace las posturas políticas de los partidos en competencia, sino que lo integran los rechazados de los partidos existentes que no les dieron una candidatura. Lo que quiere decir fue que no son independientes por convicción sino por aparente vulnerabilidad y defienden su postura no sólo como si tuvieran razón, sino como si fueran los mejores.

Si en algún país se ha abusado de esta figura que tiene su origen en el fortalecimiento de la democracia es en México y vemos que en nada contribuyen los senadores del limbo ideológico o llamados independientes a la democracia. Estos personajes abren un boquete en el Senado, con la complicidad de Ricardo Monreal, para abrir la puerta a la ultraderecha.

Ninguno de ellos ha sido electo de manera directa, pero se consideran la vanguardia del senado, cuando en realidad representan a la ultraderecha no autorizada por la sociedad de México. Dejaron atrás sus partidos que llevaban un paso lento hacia esa corriente política pero ellos aceleraron el acceso y se convirtieron en la punta de lanza de un conservadurismo que anteriormente no cabía en el Congreso, por anacrónico.

Monreal los dio de alta, a pesar de que las normas del órgano Interno del Senado no lo considera, los alentó, les dio personalidad y vigencia. Sabía que podrían convertirse en una piedra en el zapato para la Cuarta Transformación; si Monreal fuera un político progresista que justificara su estancia en Morena, la protección que les brindó para convertirlos en golpistas colocan al zacatecano en esa sección anacrónica de la política: la ultraderecha.

A principios de maro de 2015, el entonces ex presidente del PAN, Germán Martínez sugirió a Gustavo Madero, romper con la organización El Yunque por ser una “servidumbre fanática” que “atenta contra la democracia”. Ahora sus posturas coinciden con las de El Yunque, cobijado en el Grupo independiente del Senado.
Por otra parte, la corriente independiente hacía candidaturas, a cargo de elección popular sirve en nuestro país para darle espacios políticos a asociaciones que no alcanzan su registro condicionado y cambian de piel con los mismos líderes, tomando a alguno de ellos como candidato independiente a algún puesto de elección popular. En este contexto se han montado asociaciones religiosas, principalmente evangélicos, que mantienen una postura ultraconservadora y quieren tener peso político en la sociedad mexicana para imponer sus criterios religiosos.
En México los espacios “independientes” están destinados para quienes desertaron de otros partidos, cuyo resentimiento los conduce a competir en las urnas más por venganza que por vocación de servicio, pero sobre todo es una puerta que cada día se abre más a la ultraderecha sin registro oficial como partido pero con la firme intención de influir en la política de México.

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