Postigo
@Josangasa3
México no es el único país que padece una prensa convertida en partido político de derecha. Agotados y desesperados por la falta de subsidios de los regímenes que se sirvieron de las mentiras por consigna gubernamental, ahora tratan de organizarse alrededor del Grupo de Diarios de América (GDA), en una reunión virtual creada con el objetivo de descarrilar los gobiernos de México, Colombia, Argentina, Venezuela y al castillismo en Perú que continúa vivo en las calles exigiendo la renuncia de la homicida Dina Boluarte.
El actual trabajo de estas empresas, nacidas y desarrolladas con dinero del erario público en sus respectivos países, es eminentemente político y no informativo, abiertamente conservadores y de ultraderecha.
La reunión de la prensa del GDA tiene, entre otros objetivos, desestabilizar a los gobiernos de sus respectivos países. El Comercio, de Perú, El Universal, de México; La Nación de Argentina; El Nacional de Venezuela; El Tiempo de Colombia, se erigen representantes de todos los medios en el continente, con el fin de denunciar conjuntamente a gobiernos electos por el pueblo.
El caso más sanguinario es el de El Comercio de Perú, diario que colaboró con Dina Boluarte desde el inicio del golpe, que lleva más de un centenar de asesinados por las fuerzas policías y militares al mando de la usurpadora.
El director de este diario, Juan Aurelio Arévalo Miró, hace una defensa del gobierno golpista en el foro, adjudica a Pedro Castillo el control de las protestas espontáneas del pueblo peruano, sobre todo protagonizados por las comunidades indígenas que tuvieron una participación importante en la elección de Castillo en cuyo gobierno se visibilizaron en menos de año y medio que estuvo en el poder, porque antes no existían para nadie, menos para el gobierno.
Arévalo Miró culpa a Pedro Castillo, detenido por la Policía Nacional desde el día de su destitución el 7 de diciembre de 2022, de las heridas que recibieron 170 reporteros de los medios en las calles de diferentes ciudades del país. Seguro de este absurdo, condena al régimen de Castillo y lo compara con el de Cuba, Nicaragua o Venezuela, cuyo representante en el foro, dentro del golpismo mediático es Miguel Henrique Otero, director de El Nacional, asegura que en su país no hay medios, que la única información es la oficial, muy al estilo de Loret de Mola, Pagés, Riva Palacio o López Dóriga. A pesar de que todos estos diarios utilizan las Fake News, Otero, culpa al gobierno de Maduro de difundirlas por los medios que tiene bajo su control.
La guerra en Argentina, contra el gobierno de Alberto Fernández, del Partido Justicialista, de inspiración peronista, no es diferente, la prosecretaria General de Redacción de La Nación, Gail Scriven, lo califica de títere de Cristina Krishner, en una franca postura de militante de derecha, olvidando su personalidad de periodista y asumiendo la de militante de la derecha.
El activismo de directores de estos diarios es evidente, toman la defensa de la libertad de expresión para permear con ese rumor en el continente, para hacer creen a los organismos internacionales, como la OEA; e que son víctimas de la embestida progresista contra la libertad de expresión cuando en realidad son ellos quienes faltan a la verdad.
Andrés Mompotes, de El Tiempo de Colombia, fundado el 11 de enero de 1911, —cinco años menor que El Universal de México—, asegura que los pobres medios como éste, que ha vivido toda la vida del subsidio de los gobiernos golpistas, son acechados por las redes sociales, desde donde los amenazan y los estigmatizan “injustamente”. Ellos son los portadores de la verdad y no hay otro periodismo que el ejercido por ellos, en más de un siglo de ser parásitos de los gobiernos de derecha, así como sucede en nuestro país.
Aquí, no podía faltar el paladín mexicano de la libertad de expresión, llamado David Aponte Hurtazo, director de El Universal, quien olvidó ya el pago de un millón de pesos diarios que recibía durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, los 83 guardaespaldas del propietario de ese diario, Juan Francisco Healy Ortiz, que pagaron los mexicanos, a través de la entonces PGR, tampoco recuerda los regalos en efectivo de los gobiernos anteriores a sus columnistas, ni las sociedades que se establecieron entre sus periodistas y los funcionarios públicos.
En este foro del GDA quedaron en el olvido la ética en los medios, la verdad, el rigor en la investigación. Para estos medios cualquier tipo de democracia, la verdad y la defensa de la justicia real, son atentados contra su libertad de expresión.
Su juego apenas comienza.