Postigo
@Josangasa3
Los enemigos gratuitos de los libros de texto de la SEP adoptaron como “expertos” a algunos catedráticos mediocres en busca de sus cinco minutos de fama. Los balbuceantes “expertos” de la derecha, elevados a especialistas en educación, ni siquiera conocían los libros de texto, pero debían hablar lo que los medios inducían como respuesta.
La guerra fue de un solo lado, lanzando misiles de mentiras, apoyados por personajes tan deleznables como Ricardo Salinas Pliego, Maru Campos, Tere Jiménez, la Unión Nacional de Padres de Familia, las comunidades evangelistas de Chiapas, que crearon un grupo que se inventó ser mayoría para atacar los textos porque aseguran que se trata de adoctrinamiento y manipulación.
Nadie cuestionó hasta ahora las aberraciones de los libros de texto del pasado, que no estaban exentos de las gratuitas y alabanzas a los políticos del PRI, a condicionamientos de obediencia y exaltación a la discriminación.
Las horadas ingenuas nunca se dieron cuenta de que detrás de las protestas estaban los intereses de empresarios de la impresión que reclamaban veladamente sus privilegios de imprimir los libros, trabajo que les redituaba millones de pesos en cada una de las emisiones nuevas de los libros. Eso lo ocultaron que debió ser la principal noticia, pero resaltaron lo menos importante: los errores en la impresión, redacción y contenidos de los libros argumentado, desde el más rancio conservadurismo, que se impulsaba la homosexualidad, los excesos, la degeneración, etc.
El clero encontró en los libros de texto la puerta de entrada para intentar regresar a la política y tomar como trinchera la decencia y las buenas costumbres. También la crítica a los libros de texto impulsaron el renacimiento en la política de los evangelistas quienes, en la comunidad chiapaneca de San Antonio del Monte, en San Cristóbal las Casas, quemaron libros, muestra de la mansedumbre a la que los pastores someten a sus fieles, líderes sociales en esa región y muestran su interés por la política, como suele suceder con otras comunidades cristianas que hasta quieren convertirse en partidos políticos.
El pleito provocado por un montaje del autodenominado periodista Loret, movió el hormiguero con temas donde la moralina de los conservadores tiene su bastión de ideas y palabras. Porque son áreas que han manejado desde hace casi un siglo en México, desde la amenaza del comunismo hasta el temor a la cada día más necesaria educación sexual.
Incluso algunos segmentos de la población sin más análisis que lo que dicen los medios convencionales rechazan los libros de texto, aunque ya no tengan hijos en edad escolar.
Ante este panorama el Instituto Latinoamericano de Comunicación Educativa, que tiene su origen en la Primera Conferencia General Ordinaria Bienal de la Unesco, celebrada en Montevideo, Uruguay, del 12 de noviembre al 10 de diciembre de 1954, dio un fallo favorable a los libros de texto mexicanos, a los cuales no les encontró ni adoctrinamiento ni manipulación ideológica.
Sin expertos improvisados ni tendencia política o ideológica, este organismo, producto del acuerdo de todos los países latinoamericanos para el mejoramiento de la educación a través de medios y recursos audiovisuales.
El Instituto formalizó su constitución a través del Convenio celebrado entre el Gobierno de México y la Unesco, suscrito en la Ciudad de México el 30 de mayo de 1956.
Mediante un comunicado el ILCE, informó haber realizó un dictamen técnico, el cual contó con la participación de personas expertas en educación, comunicación y tecnología.
Una vez más se muestra el caso de una especulación que la derecha quiere convertir en noticia real, apoyada en supuestos, en rumores, en dogmas, en chismes que el insumo de la ideología de un grupo de conservadores que muestra su desesperación en su afán por destruir todo lo que proviene del gobierno, única manera de hacer política que mueve a lástima, por su reiterada utilización destructiva.