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5 de junio: La caída de la oposición
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5 de junio: La caída de la oposición

Como nunca antes estamos viendo una debacle de la oposición muy parecida a la caída que se experimenta en un tobogán, que se acelera conforme se gana inercia en la bajada y que obedece a una combinación de factores potenciados que al analizarse por separado, es difícil comprender su trascendencia.

El desarrollo de estas organizaciones en el entorno de corrupción neoliberal que duró 40 años, provocó que se llenaran de sujetos corruptos, cuyo único objetivo era llegar a algún puesto público para hacer negocios sucios o para robarse el presupuesto. Esta condición contagió a prácticamente todos los miembros de los partidos que ocuparon puestos en las administraciones hasta 2018 y en los estados donde siguió gobernando la oposición, esto sucede hasta la fecha.

De tal suerte que casi cualquier candidato que nominen estos partidos para competir por algún puesto, tiene más cola que un dinosaurio, que ahora con la exposición pública a la que se ven sometidos en las redes sociales, terminan públicamente exhibidos por su corrupción. Esta clase política neoliberal se acostumbró a gobernar robando y tomando decisiones cupulares, sin consultar a los ciudadanos o a las bases de sus organizaciones.

La mayoría de los ciudadanos demostró su hartazgo en relación con esta práctica política en 2018, a partir de entonces ha venido constatando, que sí existe una forma de gobernar en la que se da prioridad al bienestar de los habitantes y se consulta su opinión en el proceso de toma de decisiones.

Esto ha ido desplazando a la oposición de los espacios en gobiernos estatales y municipales de toda la república, a pesar de su inclinación natural a poner en práctica todas las técnicas conocidas para evitarlo, dentro de las que se encuentran la guerra sucia mediática, la coacción, la compra de votos, el robo de urnas, la violencia, así como los delitos electorales y penales que han utilizado históricamente para mantenerse en el poder.

De hecho se han quedado solamente con 10 estados de los 32 que gobernaban en 2017, para darse cuenta que sus malas artes ya no les alcanzan más que para ir conservando algunos en los que la ciudadanía sigue adormecida. Esto ha sucedido porque su estilo de gobierno ahora puede compararse con el otro, con el que gobierna para el pueblo, que da prioridad a la opinión y al bienestar de los habitantes. Así sus desempeños en los gobiernos estatales son tan lamentables, que cuando se ponen en la balanza y se someten al escrutinio público, es evidente que su incompetencia como representantes populares.

Si a esto le sumamos que sus dirigencias nacionales y locales están completamente desorientadas, porque no han podido entender que hoy la decisión recae en los ciudadanos y no en las cúpulas que antes manejaban el poder, se integra así la tormenta perfecta que los está destruyendo, mientras se ponen en las manos del hijo de un empresario preocupado por recuperar privilegios, que no tiene idea de cómo hacer política, pero que les da dinero.

Hoy vemos a éstos partidos todos excitados por conseguir candidatos que los representen en 2024, pensando que esta es la solución a sus problemas, pero ninguno atina a pensar en consultar a sus bases, para desarrollar un programa de gobierno que busque el bienestar común desde una óptica distinta a la que aplica el gobierno federal.

El problema de fondo es que casi a cualquiera que escojan de sus filas, o que desempolven de sus armarios históricos, tiene un pasado corrupto y resulta indefendible; entonces voltean a ver figuras nuevas que están probando su ineptitud en gobiernos estatales, que también son impresentables, llegando al grado de destapar cómicos, actores o comentaristas alquilados con incuestionable desprestigio. Es decir, están dando palos de ciego por no entender la realidad, mientras su posibilidad de seguir manteniendo el poder se aleja cada vez a mayor velocidad, mientras se van perdiendo rápidamente de vista por el tobogán que termina directamente en el basurero de la historia.

Como dijo el escritor británico Terry Pratchett: “La historia tiene la costumbre de cambiar a las personas que se creen que la están cambiando a ella”.

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