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El réquiem del PRInosaurio (y sus rémoras)
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El réquiem del PRInosaurio (y sus rémoras)

Las cartas sobre la mesa

Por: Laura Cevallos   
@cevalloslaura

Estamos asistiendo a las exequias de lo que, alguna vez y sin méritos propios, fue el partido más grande, poderoso e inamovible de México. Ese partido que en sus principios tuvo ideales y personajes revolucionarios a quien se le debía el agradecimiento por haber sido artífices de la lucha armada por la dignificación de los derechos sociales de un pueblo profundamente lastimado y explotado y que, como dice el corrido del barzón, trabajaba sin descanso las tierras que un patrón le había arrebatado, y a quien le pagaba por el derecho de labrarlas, a causa del decreto de un presidente entreguista y afrancesado que olvidó su origen y dignidad, para perjuicio de nuestro pueblo.

Sin embargo, de los caudillos pasamos a los sátrapas y de los ideales de justicia social, a la política clientelar. Pasamos de la expropiación petrolera y eléctrica, a las concesiones graciosas de minas, vías de comunicación, playas, servicios, y siempre, sin pedir opinión al ciudadano despojado y expoliado y sin pagarle lo justo tras arrebatarle sus propiedades.

No es la misión echarle flores al PRI, sino recordar que en cumplimiento al requisito legal de que un partido, para su conformación requiere de una declaración de principios y unos estatutos; pero debo decir, que los del revolucionario institucional tuvieron una gran prosa y recogieron del momento social que recién habían vivido, el sentimiento de dignidad y justicia social que emanaba de nuestra también recientemente promulgada Constitución de 1917. O sea, tenían de respaldo una gran Ley Fundamental recién dictada, y un pueblo que había triunfado ante la tiranía de un apátrida como Porfirio Díaz y, para colmo, resistiendo ferozmente los embates terribles de un vecino territorial con ganas de arrancarnos más espacio físico que el que nos quitó el siglo anterior.

Por eso, fue un partido regalado, que no tuvo que convencer a las personas a adherirse a sus ideales y que los heredó de un acto de profunda unificación que fue, precisamente, la Revolución Mexicana, nuestra tercera transformación. Y también por eso, es que no supieron nunca respetar las reglas de búsqueda del voto y empezaron a torcerlas de modo que un sufragio implicaba “agradecer” con un paquete de láminas, una despensa, un tinaco o lo que fuera menester, para convencer al ciudadano que el PRI, era “su” partido.

No tuvieron competidores reales, porque también hay que decirlo, el PAN surgió como un oponente de papel, pero sin convicción real para gobernar. La prueba está que en medio siglo de existencia, nunca tuvo relevancia en el plano político, más allá de las curules que ostentaba, y ni siquiera ahí era un antagonista real, porque sus intereses eran los de los empresarios que se fueron encaramando al poder ejecutivo y legislativo para satisfacción de sus necesidades, con aprobación judicial: el negocio redondo.

Para colmo, su primera participación “importante” ocurrió en las elecciones de 1988, cuando su único y mejor personaje, Clouthier, contendió justamente pero, el partido apoyó cínicamente el fraude que llevó a Salinas al “triunfo” y el flamante coordinador de Acción Nacional en la Cámara de Diputados, Diego Fernández de Cevallos, instó a que las boletas que comprobaban tan fraude, fueran quemadas: desde su óptica, para “regenerar la vida pública”, pero en realidad, para que no se tuvieran evidencias que pudieran comprobar tales alegaciones y que la “legitimidad” de Salinas, no pudiera estar en tela de duda y, además, para demostrar que el inicio del PRIANato era una realidad. Y sus dos presidencias fueron más que fracasos, fueron los detonantes de la crisis que estamos viviendo hoy, en múltiples frentes, pero sobre todo, en la seguridad y la corrupción-impunidad.

Desde la década de los 60’s, las campañas políticas en municipios o federales, siempre fueron mucho ruido, papeles de colores, camisetas y despensas, con promesas de campaña desprovistas de compromiso porque, si les había funcionado tan maravillosamente llevar tambora y simular la búsqueda del voto, celebrando elecciones periódicas, secretas y auténticas ¿como para qué se iban a preocupar en cambiar sus métodos? Como un cáncer simbiótico, permitieron la injerencia de poderes fácticos en la vida pública, pero ellos también se valieron de fuerzas como los sindicatos y las confederaciones para “jalar votos en bloque” y así ganar con millones de sufragios en elecciones sin competidor.

Como todo hábito, se puede convertir en mala costumbre y de fiestas del destape, el PRI y sus candidatos ganadores, pasaron a amagar a los ciudadanos a entregar su voto si no querían ser eliminados de las listas de entregas de programas sociales que eran solo promesas. Sus políticos se convirtieron en sus verdugos y ahora, sin ninguna idea de lo que se debe hacer para reflejar las necesidades de los ciudadanos, se han aguantado el asco y, en un acto escatológico sin precedentes, se aliaron con sus antiguos oponentes de derecha e izquierda, para ser comandados por un antilíder que no ha hecho más que llevarlos a la cloaca de la historia.

¿Qué eso significa que el PRI está extinto? No todavía, aunque la pasada elección en Estado de México signifique que su alcancía partidista está seriamente descalabrada y no alcanzará para justificar a sus candidatos. Hoy, más que nunca, requiere de esos flotis que son el PAN y el PRD (lo que queda), en lo que se puede aferrar de alguna manera, al Movimiento Ciudadano, para que Claudio Equis pueda tener títeres para que salgan a dar la función como presidentes de sus respectivos “partidos”, y seguir simulando que son alguna competencia para el pueblo. Lo que es más evidente, es que aquello en que se han perdido, es en la verdadera naturaleza de su existencia y para lo que en verdad debe servir una opción política, demostrando que no contienden con el gobierno actual y su propuesta de transformación, sino que atentan contra el pueblo y sus insultos frecuentes descalificando a quienes hemos decidido nuestro destino, para convencernos que debemos volver al redil para que continue el saqueo a la Patria, el contubernio, las privatizaciones, los políticos enriqueciéndose del erario y decir que “le ganaron a morena”. No cambiarán. Esa es la ventaja de nosotros, los ciudadanos, que estamos en la posibilidad de irlos sacando del poder y de la vida política de México. Y ese es nuestro poder: el voto.

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