El periodismo conservador en decadencia; el pueblo se hartó de sus mentiras
El ridículo delata al periodista conservador. No lo que dice ser, ni su trayectoria profesional que arranca necesariamente en tiempos en que el priismo ponía las reglas del juego a toda la prensa nacional.
El ridículo que acompaña a un periodista, da certeza sobre el bajo nivel argumentativo de quien escribe, basándose en información deformada, amarillista o ridícula.
Ayer por la tarde, Álvaro Delgado coloca un mensaje en Twitter en el que señala: “Ojo: López Obrador lleva a su esposa Beatriz Gutiérrez, a comer al restaurante El Cardenal”.
Es una alerta sobre un hecho que para él requiere la especial atención de su audiencia.
Inmediatamente se observa el crecimiento de una etiqueta en Twitter, donde el “nado sincronizado” con otros periodistas, delata la intención de utilizar esa comida, como arma en contra del presidente López Obrador.
El Cardenal, se vuelve tendencia en redes sociales.
Y en realidad se trata de una ridiculez. El Cardenal, es una cadena de restaurantes que ofrecen un servicio de calidad. La comida es buena y la atención esmerada. Pero que de ninguna manera puede considerarse un sitio gourmet, en el que exista una cocina de alta escuela. Los precios son accesibles y están al alcance de cualquier representante de la clase media.
Álvaro Delgado y quienes apoyaron este intento por mostrar a un presidente que prefiere la comida “cara”, olvidan que han sido ellos mismos los que han criticado a López Obrador, cuando para en sus giras, para comer en fondas, mercados y puestos que encuentra en su camino.
Álvaro Delgado, al igual que Alejandro Páez Varela, su compañero en un programa del medio alternativo “La Octava” (copia de “La Sexta” española), se caracterizan por su permanente defensa del “periodismo independiente”, al que dicen pertenecer.
Pero situaciones de este tipo desnudan su verdadera naturaleza. Un acontecimiento intrascendente, que carece de relevancia periodística, es convertido en noticia espectacular. La intención mandar el dardo envenenado a la figura presidencia y a su señora esposa.
“¿Cómo puede comer el presidente en un sitio de mediana calidad, si predica la austeridad?”
Y antes: “¿Cómo puede comer el presidente en una fonda o en un puesto improvisado? Eso es populismo”.
La tesis peñanietista de que “ningún chile les embona”, demuestra su consistencia en estas ocasiones.
El ridículo es la cara verdadera del periodismo conservador, servil al interés empresarial que por lo visto paga bastante bien por sus servicios. Eso los delata, digan lo que digan.
Sucede igual con los encabezados de El Reforma.
Hoy por la mañana y a manera de experimento práctico, el presidente López Obrador pidió a su personal de apoyo que pusieran en pantalla la página principal de este diario.
El presidente avisó antes, que no había visto lo que aparecía en la plana principal de El Reforma ese día, pero que seguramente contenía un ataque hacia su persona, o hacia su gobierno.
No se equivocó. La cabeza principal anuncia que “da pocos frutos sembrando vida”. La risa en la sala de prensa fue casi unánime, si exceptuamos a la reportera de El Reforma, que hoy hizo un coraje entripado.
López Obrador explicó entre risas: “¿Cómo pretender que el programa Sembrando Vida dé frutos, si apenas se están sembrando los árboles?”. Además puntualizó: “El campesino sabe lo que significa el resembrado. Hay ocasiones en que se presentan inundaciones, sequías, problemas de todo tipo y la siembra inicial se pierde y hay que intentar de nuevo”.
Estos dos ejemplos sirven para poner de manifiesto hasta donde ha descendido el nivel periodístico de los medios de comunicación opositores y de los periodistas que trabajan a diario a favor de la causa del neoliberalismo.
La gente lee ocasionalmente sus columnas y termina burlándose de ellos.
Recordemos que a partir de las elecciones que se dieron en el 2017 en varios Estados del país, el pueblo de México despertó de un letargo de décadas, para convertirse en una de las sociedades más politizadas del planeta.
Al ciudadano mexicano ya no se le engaña con facilidad. Nos volvimos críticos y no aceptamos la mentira y el amarillismo pasivamente.
Por eso es que hoy vemos que los antiguos “dioses” del periodismo como López Dóriga, Loret de Mola, Brozo, Jorge Ramos, Denise Dresser, León Krauze y sus acólitos menores, padecen de una profunda insuficiencia de credibilidad, que los tiene al borde de la desaparición en medios masivos de comunicación.
Y vemos también cómo El Reforma, El Financiero, El Universal, Televisa y TV Azteca, pierden audiencia de manera sostenida, al tiempo que sus ganancias caen en la misma proporción.
Hoy en la conferencia mañanera, el presidente anunció que tiene agendada una cita con el representante del gobierno mexicano ante la ONU, para tratar asuntos relativos a la compra consolidada de medicamentos en diferentes países del mundo. Estas compras serán licitadas y auditadas por Naciones Unidas.
Así se resuelve en definitiva el problema de medicamentos en el país y se cierra al mismo tiempo la puerta de la corrupción, a las farmacéuticas nacionales que no quieren entender que en adelante, no habrá negocios sucios con el gobierno.
Al mismo tiempo, se informa que el medicamento que desarrolla Rusia en este momento, para combatir la pandemia de Covid-19, será adquirida por el gobierno mexicano, si se pone a disposición del mercado latinoamericano, tal y como ha sido anunciado.
¿Qué hacen mientras tanto los periodistas conservadores?
Publicar y anunciar en sus “medios sicarios” que hay un inexistente colapso en el sistema de salud. Que falta el equipo médico, hay saturación de hospitales e incremento alarmante en el número de infectados.
La Cuarta transformación, a través de CONACYT, crea dos ventiladores de manufactura mexicana: Ehecatl 4T y Gatsi son sus nombres oficiales.
El desabasto en medicamentos es una más de las mentiras conservadoras. Ningún enfermo se ha quedado sin atención médica hasta el momento y la pandemia comienza a ceder en buena parte del territorio nacional. Todo esto en base a los datos oficiales del gobierno federal y de los sistemas de salud estatales.
Los conservadores terminan haciendo el ridículo ante los ojos de una sociedad que aprendió a desconfiar de todo lo que dicen y escriben.
No hay profesionalismo en ellos. No hay valores en quienes trabajan para esos medios. Ni respeto para las personas que enferman o mueren en un momento de emergencia médica mundial.
Recuperar sus espacios de confort y comodidad es lo que les importa, aunque para ello deban pasar por encima de los demás.
Al final, hablan de una campaña del presidente en su contra, cuando son ellos mismos quienes han hecho todo lo posible por perder la confianza de unos ciudadanos que de ningún modo toman en serio lo dicho por la prensa tradicional.
El pueblo de México se cansó de tanta mentira.
Malthus Gamba