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El legado de AMLO: Resistir
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El legado de AMLO: Resistir

De entre los muchos temas tratados en la conferencia mañanera del día de hoy, hay uno que destaca en particular, porque define las intenciones del primer mandatario, en cuanto a la finalidad de la nueva política que construye la Cuarta Transformación.
López Obrador reiteró, que al terminar su mandato, se retirará enteramente de la vida pública nacional. A esta decisión que ya conocíamos de tiempo atrás, agrega algo importante: la forma en que le gustaría ser recordado. El legado que dejará su gobierno, si la Cuarta Transformación se consolida como una realidad.

Para el actual presidente, la principal tarea a ejecutar durante este sexenio, consiste en la erradicación total de la corrupción.
Para esto, se construyen actualmente las instituciones, las leyes y los reglamentos que garanticen a futuro la imposibilidad de recaer en un vicio que no solo mancha a quien lo practica, sino que contamina la vida pública y social en el país.
El presidente habló de un aspecto de la corrupción, del que poco se ha tratado, pero en el que se está trabajando intensamente desde el inicio de este gobierno: un cambio de mentalidad en la sociedad mexicana.
Considerar a la corrupción como un delito grave, haciendo que aquellos que se enriquecen por esta vía ilegal, no puedan continuar en libertad pagando una fianza, es solo una parte de la solución al problema.
Lo que intenta el presidente de México, es crear una conciencia social, donde se vea a la corrupción y al corrupto, como elementos sociales indeseables.

Actualmente, parte de nuestra sociedad mira aún a quienes practican estas conductas antisociales, como personas no del todo honorables, pero respetables por contar con los recursos suficientes para llevar un estilo de vida envidiable. Justifican con esto los medios por los cuales se ha alcanzado un fin, aunque se tenga conciencia de la manera delictiva en que se consiguió este bienestar económico.
Si la Cuarta Transformación al finalizar el actual sexenio, logra consolidarse como una fuerza política que modifica las formas de pensar y actuar en nuestra sociedad, ésta equivocada forma de justificar a los corruptos, debe desaparecer por completo. El neoliberalismo torció la escala de valores que por siglos determinó la vida de los mexicanos, sustituyéndola por otra, donde todo lo que reditúa en acumulación de riqueza y adquisición de poder, es permitido. Aunque la vía para conseguirlo sea delictiva y antisocial.

Al escuchar la frase del presidente “me gustaría que mi legado fuera, el de haber sido quien acabó con la corrupción en el país”, uno se da cuenta del tamaño de la empresa que se ha echado a cuestas la Cuarta Transformación.
Claramente lo dio el primer mandatario: “para esto, hace falta un cambio de mentalidad”.
Vemos hoy a los deshilvanados grupos conservadores y a sus pregoneros de los medios tradicionales, defender un sistema político que, aparte de haber saqueado y violentado al país, trastocó la cultura nacional, haciendo creer a los mexicanos que la competencia inescrupulosa, donde gana el que mejor delinque, debe considerarse como algo aceptable.

Los políticos neoliberales, son egresados de los mejores colegios nacionales e internacionales. Recibieron una educación de “calidad” y escalaron posiciones en la administración pública, hasta alcanzar los puestos de gobierno más altos.
¿Y qué nos dicen las biografías y los testimonios que existen sobre todos estos personajes? Que la mayoría son corruptos. Que disfrutan de fortunas considerables, logradas en base a negocios realizados al amparo de la corrupción y que como son un conjunto compacto de políticos que actúan de la misma manera, tienen la impunidad garantizada.
El hecho de que durante el periodo neoliberal se haya legislado para considerar a la corrupción como delito no grave, dice mucho de la estatura ética de la clase política conservadora.
Estos mismos personajes, envilecidos desde hace muchos años y cuyos antecedentes individuales son del dominio públicos, son los mismos que quieren constituirse hoy en día, como una oposición atractiva a los ciudadanos.
Son quienes pagan a los grupos de provocadores que asisten a toda marcha o manifestación, sin otro fin que el de agredir y destrozar.
Son los que mienten inventando escenarios catastrofistas para el país, en su intento por desacreditar al gobierno de la Cuarta Transformación.

Son también los que ponen piedras en el camino, para impedir que los proyectos impulsados por el gobierno del cambio, se concreten.
Son, a fin de cuentas los personajes que fueron educados y beneficiados, por un régimen que veía como finalidad de vida, el beneficio personal, a costa de los mecanismos legales e ilegales, que estuvieran al alcance de todo empresario o funcionario público.
Son los corruptos de ayer, que intentan disfrazarse como demócratas en tiempos de la Cuarta Transformación.
La tarea del presidente López Obrador es bastante complicada. La forma de pensar de muchos mexicanos, tiene lazos que la atan aún, al pensamiento inculcado en colegios y medios de comunicación, dominados por años por los neoliberales. Para muchos, la rentabilidad de una actividad, es mucho más importante que la honorabilidad de la misma. Si deja dinero, no importa tanto si es legal o no la forma de vida elegida.

Esa es la tarea que se ha echado a cuestas el gobierno de López Obrador. Terminar con la cultura de la corrupción durante este sexenio.
Lo importante aquí, son los niños y los jóvenes del país, que van a recibir una educación, una cultura y un ejemplo diferentes a los que se dieron durante el neoliberalismo.
La nueva reforma educativa recién aprobada, pone énfasis en materias olvidadas por los conservadores. El civismo y la historia, tienen un peso definitivo en la formación de la personalidad y mentalidad de nuestros niños y adolecentes.
Ya no será la competencia el factor que determine la posición social de cada individuo, sino la vocación e inclinaciones particulares de cada persona.

El deseo de riqueza excesiva, no será el motor de la actividad individual.
Seguramente López Obrador conseguirá alcanzar sus fines al finalizar su mandato.
Seguramente terminará con la mentalidad neoliberal, basada en la corrupción y la impunidad.
Su legado será enorme, puesto que nos dejará en herencia, una sociedad sana, alejada por completo de los vicios que distinguieron por décadas a los políticos, empresarios y grupos sociales, que vieron con buenos ojos cómo se deterioraba el país, al tiempo que sus riquezas personales se acrecentaban.

Los conservadores de ayer, enmascarados de demócratas en el presente, no volverán al poder. La corrupción se acaba y ellos, como clase privilegiada, acaban con ella.
Nuestro futuro, planeado sanamente, está en las mejores manos.
La Cuarta Transformación va.

Malthus Gamba

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