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El genocidio en Ruanda que promovió Europa, a 30 años de la tragedia
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El genocidio en Ruanda que promovió Europa, a 30 años de la tragedia

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Por Miguel Alejandro Rivera
@MiguelAleRivera

Si hay un lugar donde el colonialismo europeo destrozó las dinámicas de vida, la paz y la estabilidad, ese fue África. A 30 años del genocidio sucedido en Ruanda, el mismo presidente del país Paul Kagame aseguró que el mundo abandonó a su pueblo ante un conflicto que el mismo Occidente había generado.
El 6 de abril de 1994, el entonces presidente de Ruanda, Juvénal Habyarimana, regresaba de Tanzania a Kigali acompañado del recién electo mandatario de Burundi, Cyprien Ntaryamira; el avión en el que viajaban sufrió un misterioso accidente en el que ambos mandatarios murieron.

Los hutus, de quienes hablaremos en un momento, culparon a los tutsis del atentado y el 7 de abril comenzó una matanza cruel en el territorio, que dejó, según cifras oficiales, 800 mil asesinados, aunque bien pudieron ser más del millón de víctimas. La pregunta es ¿por qué sucedió?

Ancestralmente, hutus y tutsis habían estado en constante conflicto; ambos grupos se diferenciaban por sus actividades económicas: los tutsis eran la clase alta, ganaderos, y los hutus agricultores, el estrato social bajo.

Las desigualdades se gravaron con la llegada de los colonizadores. Tras la primera Guerra Mundial, Ruanda pasó a pertenecer a Bélgica, país que empoderó a los tutsis, quienes en su momento abusaron de esa superioridad.

En Ruanda los conflictos ya no se arreglaban de forma tribal, sino a través de las letales armas occidentales. Sin embargo, el primero de julio de 1962, las condiciones se invirtieron, el Partido Parme Hutu llegó al. Gobierno y, naturalmente, los hutus buscaron venganza: miles de tutsis pidieron refugio en los países vecinos donde también había gente de su estirpe.

Desde allí, los tutsis comenzaron a organizarse y prepararon un ataque contra los hutus y el gobierno, asesinando a numerosos civiles y creando nuevas oleadas de refugiados. Al final de los años 80, casi medio millón de ruandeses estaban desplazados en Burundi, Uganda, Zaire y Tanzania.

En 1988, los tutsis fundan en Uganda el Frente Patriótico Ruandés (FPR), compuesto por exiliados que habían participado en la resistencia. En 1990, el FPR lanzó el mayor ataque a Ruanda desde Uganda. Entonces los tutsis que vivían en Ruanda fueron tratados como traidores y cómplices de lo sucedido. En 1993, ambos países firman los acuerdos de paz de Arusha y se crea un gobierno de transición compuesto por hutus y tutsis.

Sin embargo, llegó la muerte de Juvénal Habyarimana y con ella la venganza de los hutus. Se estima que un millón de personas fueron asesinadas en lo que se conoce como el genocidio de Ruanda, y alrededor de 200 mil mujeres fueron violadas.

El 7 de abril, también la primera ministra Agathe Uwilingiyimana y los soldados belgas de las fuerzas de la ONU que la custodiaban fueron asesinados brutalmente por los soldados del gobierno. Francia aprovechó la situación y apoyó a los hutus para tener en esa zona convulsa de África un aliado estratégico.

En 2017, el gobierno de Ruanda encargó al bufete de abogados Levy Firestone Muse, con sede en Washington, una investigación que determinó que “el gobierno francés pudo prever que se avecinaba un genocidio, no actuó de manera ciega o sin desconocimiento sobre una matanza que era previsible”.
Y agrega: “los funcionarios franceses armaron, asesoraron, capacitaron, equiparon y protegieron al gobierno de Ruanda, sin prestar atención al compromiso del régimen de (el entonces presidente ruandés, Juvenal) Habyarimana con la deshumanización y, en última instancia, la destrucción y la muerte de los tutsis”.

Fueron cien días de violencia de los hutus contra los tutsis. La herencia europea en Ruanda, y en muchas partes de África fue un genocidio y hoy en día, la violencia sigue sucediendo. La hipocresía del mundo libre es enorme, tan grande como sus terribles consecuencias.

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