El dinosaurio después del asteroide
El cuento más corto de la literatura escrito por el hondureño nacionalizado guatemalteco y exiliado en México, Augusto Monterroso, cuyo contenido fue vigente en la política de nuestro país durante prácticamente 100 años, dejó de serlo la mañana del 5 de junio de 2023. Su texto pasó de describir la cruda realidad política mexicana, a convertirse ese mismo día en una historia de ciencia ficción al afirmar que “cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba ahí”.
Esta mañana del 5 de junio del 2023, cuando despertamos, el dinosaurio ya no estaba ahí. El asteroide convertido en más de 3 millones de votantes en el Estado de México no lo extinguió por completo, pero lo hizo huir de su madriguera hacia el Norte para refugiarse en el Estado de Coahuila, donde tuvo que convertirse en lagartija para caber en una pequeña hendidura donde seguirá agonizando durante los próximos 6 años.
El poderoso Partido Revolucionario Institucional, que nació después de la Revolución Mexicana para gobernar sobre todos los habitantes del país de 1929 al año 2000 y regresar por sus fueros del 2012 al 2018, hoy se ha convertido en la 4ª fuerza política de México, por debajo de Morena, del PAN y de Movimiento Ciudadano, gobernando a menos de 5 millones de habitantes en dos Estados de la República.
De hecho ni en Coahuila ni en Durango, donde hoy ocupan las gubernaturas, están haciéndolo solos, sino en coalición con sus aliados del PAN y PRD, de cuyos votos tuvo que echar mano para poder conservar el control de las administraciones locales.
Para darnos cuenta de lo que le ha sucedido al dinosaurio, el número de habitantes sobre los que hoy gobiernan y donde también existen una buena cantidad de opositores a sus prácticas malsanas, el PRI actualmente tiene el nivel que tuvo el PRD durante 6 años, gobernando un número de habitantes equivalente al que vive en el Estado de Michoacán. Entre los 5 partidos que ocupan gubernaturas en todo el país, solamente el Partido Verde gobierna menos habitantes que ellos.
Además del poder que significaba para este partido gobernar el Estado más poblado del país, con el presupuesto más abultado, donde se encontraba su centro neurálgico de operación política, al que todos acudían para recibir consejos e instrucciones, lograron perder la mayor fuente de acceso a recursos económicos oscuros, que servía para financiar subrepticiamente sus operaciones extralegales en todo el país y en su organización central, que ahora va a verse obligada a aplicar austeridad republicana, les guste o no, porque con su presupuesto oficial, del que tienen que presentar cuentas claras, difícilmente podrán atenderse como han estado acostumbrados.
Sin embargo la peor de las noticias para el PRI no es haber perdido el Estado de México, sino la imposibilidad práctica de lograr recuperarlo. La voracidad de los 23 gobernantes que se sirvieron del presupuesto de ese Estado con la cuchara grande durante 94 años, manteniendo a la mayoría población en la marginación, despreciando al ciudadano, haciendo de lado todo lo que implicaba el trabajo para el que se les había colocado ahí, a fin de concentrarse en la pompa y circunstancia del poder, hacen imposible su regreso.
Especialmente cuando entra al gobierno una administración conformada por gente del pueblo, que entiende las necesidades del habitante común y se interesa por satisfacerlas, que cuenta con una mística de servicio en el marco de un proyecto de transformación profunda para guiar su trabajo, que conoce el Estado, sus pendientes y sus necesidades y que está decidido a trabajar para el bienestar de todos.
Una vez que la población pueda comparar lo que tenían con lo que van a tener dentro de 6 años, difícilmente van a volver a optar por el esquema lamentable en el que la mayoría de los mexiquenses han tenido que vivir hasta hoy.
Como dijo la actriz Dalila Bela: “Una mañana puede comenzar como cualquier otra, pero al caer la noche han ocurrido cosas que podrían cambiar el rumbo para siempre”.