El dinero: La ideología de la oposición
Se le acusa injustamente a los partidos de oposición, la mayoría de los cuales han decidido integrar una alianza electoral para intentar ganar elecciones este año en México, dirigida por el hijo de un empresario que en el pasado fue muy influyente en las decisiones de gobierno.
Se dice que estos partidos y algunos otros de oposición, están desorientados en sus propósitos, en sus metas y objetivos, tratando de calificarlos como si estuvieran a la deriva, sin propuestas ni convicciones claras.
No hay nada más lejano que esto a la realidad. A pesar de lo que proyectan en su comportamiento y en la impresión que causan, estos partidos, sus miembros, dirigentes y simpatizantes, tienen muy claras las cosas; tienen ideología, propuesta, rumbo, objetivos e intenciones claras.
Es más, no sólo están claros en sus metas, sino que también lo están en las estrategias que han diseñado para lograr alcanzarlas. Si bien pueden tener discrepancias en el camino entre los grupos y los líderes que los integran.
Incluso llegando a desatar la violencia física en medio de zafarranchos para llegar a la selección de sus candidatos, como sucedió en Cuernavaca recientemente con el PAN, en su proceso para elegir un candidato a la alcaldía, esto se puede considerar como una forma normal de dirimir sus diferencias, derivada de la costumbre.
Es normal que se desborden las pasiones cuando se trata de conseguir una candidatura para competir por un cargo, en el que se dispondrá de la autoridad suficiente como para meterle mano al presupuesto público.
Aunque a veces lo dudemos, se trata de personas congruentes; su ideología, su propuesta y sus objetivos, coinciden perfectamente con su comportamiento, sin importar que su discurso no sea concordante con esto. Hablan más claro con hechos que con palabras.
Todo su proyecto individual y común se concentra en una sola ideología, el dinero; en una sola propuesta, cómo recuperar el control del presupuesto público y de las decisiones que les faciliten el saqueo; en un solo objetivo, tratar de ganar mayoría en el Congreso para obligar al gobierno a desviar dinero hacia sus bolsillos; en un solo rumbo, regresar al pasado en el que se despachaban a sus anchas de nuestros impuestos y de las riquezas que son de todos.
No debemos engañarnos con la idea de que no saben lo que están haciendo. Lo saben muy bien y en este sentido sus cerebros deformados la tienen muy clara.
Tampoco debemos pensar que va a ser fácil quitarlos del camino, porque a diferencia de los que apoyamos la actual transformación del país, ellos no tienen escrúpulos, ni se detienen para cometer cualquier delito si esto les garantiza conseguir sus propósitos.
Cuentan con el dinero necesario para comprar el favor de los órganos electorales, de los medios tradicionales de información y de un montón de tontos útiles carentes de conciencia, como ya ha sido evidente.
Por fortuna y aunque con las discrepancias propias de toda democracia, la enorme mayoría estamos de acuerdo en que el modelo de saqueo que éstos pretenden recuperar, no nos conviene a nadie, ni siquiera a ellos. Nosotros también tenemos ideología, propuesta y objetivos claros en un sentido contrario al suyo.
Por todo esto, la probabilidad de mantener avanzando la transformación del país en una orientación que siga beneficiando a todos, es muy alta, pero tenemos que asegurarnos votando todos para lograr dejarle a nuestros hijos y a nuestros nietos un país más justo e incluyente.
Como dijo el filósofo inglés Thomas Hobbes: “Un hombre libre es aquel que teniendo fuerza y talento para hacer las cosas, no encuentra trabas a su voluntad”.