Por Melvin Cantarell Gamboa
El pasado 6 de agosto me topé con un texto de lo que conceptúo como periodismo tóxico; lo encontré en el periódico El Financiero, en la columna “Estrictamente personal” de Raymundo Riva Palacio. Es tóxico todo aquello que provoca alteraciones en el desarrollo de un proceso. El periodista comenta un editorial del Financial Times de Londres, Inglaterra especializado en negocios y economía con más de cien años de existencia y leído en muchos países del mundo; pero también demandado en 2019 por dañar la imagen de empresas como Wirecard en Alemania, que provocó la caída de sus acciones. Financial Times fue denunciado ante la fiscalía de Munich que investiga tanto al periódico como alguno de sus periodistas (Wikipedia).
El diario, evidentemente, tiene otros negocios y contratos de carácter financiero y político con varias empresas; por lo que su credibilidad habrá que poner a prueba.
El FT publicó un editorial crítico contra el presidente mexicano, mi intención no es defender al mandatario, él sabe hacerlo solo; lo que pretendo es exponer a la mirada del lector tanto al periódico inglés como a su epígono local.
Lo que este medio intenta es ejercer violencia simbólica contra el gobierno; por esa razón se enmascara con una fingida inocencia epistemológica cuando en realidad es una intrusión arbitraria que hace descansar en la percepción que los corresponsales extranjeros tienen del gobernante mexicano; además, las palabras que el FT pone en boca de los reporteros foráneos obedecen más a recursos de vigilancia y antipatía personal que a una mirada objetiva que explique una realidad.
Para comprender lo que está pasando en nuestro país habría que despojarse, como dice Spinoza, de afecciones porque corrompen el juicio; ya sabemos que es imposible “pedirle peras al olmo” pero por lo menos hay que intentarlo.
En cuanto a la columna de Riva Palacio, ésta constituye en principio una falacia denominada Argumentum ad verecundiam que consiste en aceptar una posición que se supone cierta y verdadera por el solo hecho de que proviene de una autoridad. Para lo que nos ocupa, la validez del texto citado se presenta fuera de toda duda por el solo hecho de sostenerse en las afirmaciones del editorial del FT y su autoridad periodística, el autor se ahorra la necesidad lógica de los juicios fundamentados de contrastar lo publicado por el medio con lo que nos revelaría una lectura responsable de la realidad vivida. El medio es el mensaje, decía Marshall McLuhan.
Ahora bien, si aceptamos que la crítica tiene dos momentos: enunciar juicios y probarlos; esto exige en ambos casos una manera de ver exenta de toda distorsión, con mayor razón si se pretende obrar sin cinismo y con una postura imparcial. Walter Benjamín, quien creó la crítica moderna, y que algo sabía de esto, decía: “la crítica es una cuestión de distancia correcta, con mayor razón cuando juzga y condena en un mundo que ha estallado en infinidad de perspectivas y puntos de vista; entonces, las grandes miradas corresponden por entero, al que se acerca a los asuntos y sus protagonistas con sana distancia para ver con cuidado y no “quemarse”, que al que sustenta su punto de vista en la mirada de otro ” (Citado por Peter Sloterdijk. Crítica de la razón cínica. Edit. Siruela).
Riva Palacio “describe” en su columna la forma en que Andrés López Obrador ha perdido prestigio internacional, “con fuertes rendimientos decrecientes”. Dice que “si antes fascinó a algunos corresponsales extranjeros como líder de izquierda y candidato a la presidencia…” hoy eso se ha borrado. Que lo que se esperaba de él no se concretó, sino que sucedió lo contrario. Continúa diciendo: “los corresponsales educados y crecidos la mayoría de ellas y ellos en países con viejas culturas democráticas, donde el Estado de derecho es parte de la vida cotidiana el choque con la realidad de quien se formó en Macuspana (sic) es evidente…”; con esta expresión peyorativa y despectiva, que Riva Palacio considera causal de la personalidad de López Obrador, explica el trato que reciben del presidente los periodistas extranjeros.
Con respecto al Estado de derecho, hecho mano de mi socratismo ¿Todo lo que decide el presidente de México es arbitrario y autoritario? ¿Lo hace despreciando el mandato de la ley? ¿No existe división de poderes? ¿Hay imposición en el trato con los estados de la Unión? ¿Se violan cotidianamente los derechos humanos por orden presidencial? ¿Se gobierna por decretos emanados de la voluntad y capricho personal? Sólo pregunto.
El columnista de El Financiero también asegura que el presidente esta prejuiciado contra los medios, tiene una visión rudimentaria de las cosas y en el caso de la consulta sobre los expresidentes se comportó como Robespierre durante la Revolución Francesa. Equivocación. Robespierre era el hombre del resentimiento, quiere vengarse, gozar del poder de dañar, de poder manifestar impunemente el propio sadismo, con el pretexto de grandes ideas y protegido de bellas palabras; en México estos mismos que acusan al primer mandatario de pretender llevar a los expresidentes al banquillo de los acusados lo tildan de blandura por ofrecer “abrazos y no balazos” para enfrentar la violencia criminal. Un columnista de la Jornada imparcial y sin aprehensiones llamó al pasado ejercicio en las urnas “ensayo de democracia directa”. En México en ningún momento se ha implantado el terror como sucedió en 1794 en Francia.
Mas adelante continúa Riva Palacio: “El presidente se ha convertido en un crítico de Joe Biden… cuya paciencia está agotándose por la intolerancia del mexicano.” ¡Qué pensamiento más ingenuo! Opino en contrario: el demócrata Biden dejaría de serlo en el momento mismo en que se adjudicara el derecho de perseguir y castigar a un país o a una persona, sin pruebas, evidencias ni argumentos de peso, por el mero hecho de que ha colmado su paciencia. Para iniciar un conflicto de altas proporciones no son suficientes, como imaginan el FT y supone Riva Palacio, las señales aducidas. Con sus especulaciones y subjetividades lo único que logran es poner a la razón tras las rejas, a ésta se le encarcela cuando se le utiliza para mentir, seducir o engañarse a sí mismo. Además, el método resulta reduccionista pues elimina muchos otros factores necesarios para la contextualización del problema.
Considero que los cambios que se están dando hoy en el país mediante reformas graduales, medidas prácticas y concretas para la solución de los grandes problemas no necesitan del visto bueno de los medios extranjeros, que con refinamientos esquizoides (ustedes son los malos y nosotros los buenos), pretenden imponer su unilateral fallo ante el mundo entero sobre lo que es la verdad en México.
A fin de cuentas, qué cualidades o poder reúne el FT para colocarse más allá del bien y del mal, sin caer en el cinismo, para que sus críticas sean incontrovertibles y sus juicios definitivos. Quien los dé por buenos es que quiere ser engañado.
¿Con qué elementos apoyo esta conclusión?
El FT como Riva Palacio, toman información aislada, la diseccionan, la separan, con mayor efectividad que cualquier censura, y a partir de este punto, construyen argumentos, procurando incluso que lo que está contextualizado no parezca coherente y produzca dificultades para ser entendido por el lector; de este modo lo que ellos llaman “noticia” esta tan hipertrofiado que los puntos claros resultan insignificantes en comparación con la incertidumbre que generan y que obligan a una aceptación acrítica de aquello que ofrecen buscando organizar nuestra realidad desde las oficinas de su redacción.