Se acerca la fecha en la que el pueblo mexicano asistirá a las urnas, en una consulta popular, que se espera sea masiva, para emitir su opinión sobre si se debe o no iniciar procesos en contra de los funcionarios públicos de administraciones pasadas, a los que se considera culpables de incurrir en faltas que originaron víctimas y afectados de diferente índole.
Una sola pregunta deberá responderse en esta consulta democrática. Y lo que debe considerar cada ciudadano, es si vota por el Sí para el inicio de investigaciones e integración de expedientes, o por el No, que implicaría dejar como algo del pasado, el enorme caudal de faltas, agravios y posibles delitos, cometidos por quienes fueron parte de las administraciones priistas y panistas, durante las últimas décadas.
Sobre este asunto, el presidente López Obrador ha señalado, como titular del poder ejecutivo, que no se inclina en lo personal a votar por el Sí, para juzgar a personajes importantes del periodo neoliberal. Es partidario, ha dicho, de la política de punto final. Ver el presente. Trabajar fuerte para dar solución a los muchos problemas que vive el país, pensando en un futuro donde toda falla del pasado queda subsanada.
Se trata, ha dicho también, de no gastar energías ni recursos, en acciones legales tardadas y que no necesariamente prometen el final que el pueblo espera.
López Obrador no asistirá a la casilla correspondiente, por los motivos que ha expuesto en varias ocasiones. Su posición es abstencionista en este asunto. En su calidad de ciudadano, no emitirá voto alguno.
Pero hay algo más. Como presidente del país y como defensor de la democracia que se está construyendo en el proceso de Cuarta Transformación, invita a los ciudadanos mexicanos a participar en esta consulta popular, que puede convertirse en el parte aguas que dé vida a la democracia participativa, en asuntos de verdadera relevancia para el país.
El hecho de que el presidente, como funcionario público, vea más sano aplicar una política de punto final, no impide que impulse este ejercicio democrático, para que sea el pueblo quien determine al final, lo que debe proceder al respecto.
Mucha gente tiene interés en llevar ante la justicia a los expresidentes priistas y panistas que cometieron delitos evidentes durante sus respectivos gobiernos. Personajes que entraron pobres para dar inicio a su mandato sexenal y salieron ricos, de manera injustificable.
Ver ante jueces imparciales a quienes son señalados como culpables de distintas faltas, que ocasionaron la muerte de ciudadanos indefensos. Atestiguar la sentencia final que los obliga a pagar con cárcel por esos delitos.
Pero este deseo natural, entendible, justificado y sano, es difícil que llegue a hacerse realidad.
Jorge Damián Alcázar Castello, actor y simpatizante del proyecto nacional de Cuarta Transformación, publica un video en el que da cuenta de lo difícil que resultará llevar a juicio a cualquiera de los expresidentes neoliberales. Señala acertadamente que tanto nuestra Constitución, como las leyes administrativas y penales vigentes, fueron reformadas por estos mismos presidentes, así como por legisladores, funcionarios públicos y representantes del Poder Judicial, precisamente para hacer imposible que los funcionarios de alto nivel, sobre todo tratándose de expresidentes del país, respondan ante la justicia por sus actos.
Delitos como la corrupción, no se consideraban graves en el pasado. Lo mismo sucedía con el fraude electoral. Al presidente de la república solo se le podía juzgar por traición a la patria.
Entonces, ¿para qué asistir votar por el Sí en la consulta?
Esto lo expone Damián Alcázar con suma puntualidad. Hay que votar por el Sí, para dejar en claro que el pueblo de México tiene memoria y sabe bien quienes son los verdaderos culpables del desastre nacional que significó el periodo neoliberal.
Esa es la principal razón para asistir a las urnas en esta consulta popular.
Y se puede agregar más.
Hay que votar por el Sí, para poder gritarle a la cara “ladrón” al ladrón. “Corrupto” al corrupto. “Asesino”, a quien desató una guerra que dejó miles de muertos. “Criminal”, a quienes participaron en desapariciones forzadas y matanzas de inocentes. “Narco político”, a quién actuó en contubernio con la delincuencia organizada.
Se debe votar por el Sí, porque los mexicanos decentes somos mayoría y porque si en el pasado se pagaba con la vida el decir la verdad, hoy se viven tiempos de cambio, donde la libertad de expresión es total.
Además, con el voto por el Sí, se condena históricamente a estos expresidentes conservadores. Los ubicamos en su dimensión real, al lado de los Victoriano Huerta, Anastasio Bustamante, Antonio López de Santa Anna, o Félix Zuluaga, que no dejaron legado alguno. Que pasaron por la presidencia de México para escribir páginas negras en la historia del país.
Para que vivan en adelante el rechazo social, autoexiliados, como Salinas de Gortari. Usando peluca y gorra, como Enrique Peña Nieto, al asistir a sitios públicos. Rodeados de elementos de seguridad, como Felipe Calderón. O encerrados en “el rancho” como Vicente Fox.
Dejarlos marcados socialmente con un reclamo multitudinario, que los reconoce como delincuentes políticos, así diga lo que diga la ley que ellos mismos prostituyeron.
López Obrador, como presidente, hace bien al no desear desgastar al gobierno política y financieramente, en causas legales que pueden no prosperar. Así lo ha dicho.
Pero López Obrador hace bien, como demócrata, al dejar en manos del pueblo la decisión final sobre los juicios a expresidentes.
Aquí lo importante para el titular del poder ejecutivo, es el “Juicio del Pueblo”. Que la gente adquiera la costumbre de decidir por cuenta propia, sobre lo que más le conviene. Que se exprese la gente abiertamente.
Y que al final, sea el mismo pueblo quien condene o renuncie a un derecho que le es propio.
La democracia participativa inicia con este juicio social. Un juicio histórico que puede suplir a una “legalidad” amañada, que absuelve al delincuente de cuello blanco.
Sobre todo cuando se trata de políticos de primer nivel.
Asistamos a la consulta y decidamos.
Malthus Gamba