Los ciudadanos que participamos en las redes sociales, hemos dirigido una enorme proporción de nuestra atención en el desempeño lamentable y hasta ridículo, que está teniendo la oposición en México. Esto es entendible porque representa el desmoronamiento de los últimos obstáculos que quedan en el camino, para que la transformación del país llegue a todos los rincones de la república y más allá.
Siendo sinceros, también tiene mucho que ver con el placer que nos provoca darnos cuenta de que vamos por el camino correcto y que toda esta recua de simuladores y falsarios, se tienen que ir tragando sus palabras en cada paso del proceso, mientras pierden relevancia en la vida pública.
Sin embargo esta exagerada atención que le dedicamos al fracaso de los que saquearon y maltrataron a México con su estulticia durante tantos años, en alguna medida evita que podamos valorar la magnitud de la transformación que estamos viviendo, su trascendencia presente y futura, así como la posibilidad de disfrutar plenamente el nuevo rostro que se va dibujando en un país que estaba en situación lamentable.
A pesar de encontrarnos transitando por una de las peores crisis que ha vivido la humanidad en su historia contemporánea, con dos años de pandemia que cerraron las actividades de todo tipo en la mayor parte del planeta y una guerra que cambiará completamente el perfil económico y político del mundo, nuestro país no solamente se ha mantenido en una situación estable, sino que está avanzando a gran velocidad en el sentido correcto.
Los avances en materia de desarrollo de infraestructura, programas de seguridad social, manejo de política económica y fiscal, política petrolera y energética en general, salud y educación, seguridad y combate a la corrupción institucional, política exterior y soberanía, han cambiado el perfil de este país completamente.
La austeridad gubernamental, la eficiencia en el manejo presupuestal, el combate a la evasión de impuestos, la transparencia en el manejo de información, la atención solidaria a las necesidades de los que más lo necesitan, el apoyo a la producción alimentaria, la reacción inmediata para atajar problemas coyunturales, el trabajo intenso y la defensa de la democracia, han sido características distintivas de las fortalezas en el desempeño del gobierno a lo largo de estos últimos casi 4 años.
Por otro lado, mientras vamos avanzando en la consolidación de todo esto a una gran velocidad, hay otros asuntos de relevancia que comienzan a recibir atención y que van a convertirse en temas fundamentales durante la transición entre el gobierno actual y el que viene, como la legislación y el manejo del agua, el apoyo masivo a las micro, pequeñas y medianas empresas sin la intervención rapaz de cámaras y organizaciones empresariales que las extorsionan, la regulación del sistema financiero, que lo modernice y lo coloque a la altura de las necesidades de la nueva realidad económica planetaria en beneficio de los mexicanos.
Sin embargo el cambio más profundo que ha experimentado el país en este proceso, es la transformación de la mentalidad que está sucediendo gradualmente en los ciudadanos, a partir de la promoción de los valores fundamentales como la honestidad, la empatía, la justicia, el amor al prójimo, el respeto de la ley, la valoración de nuestras raíces, así como de nuestra historia, conformando una plataforma de desarrollo para nuestro presente y futuro, que nos permite avanzar desde nuestra propia experiencia como nación, sin tener que andar importando modelos desde otras latitudes. En el largo plazo esto es lo que va a hacer la diferencia y vale la pena darnos tiempo para disfrutar este proceso.
Como dijo el escritor estadounidense Patrick Rothfuss: “Hay que ser lo bastante listo para conocerse a sí mismo, lo bastante valiente para ser uno mismo, lo bastante insensato para cambiarse y al mismo tiempo, seguir manteniéndose auténtico”.