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¿Complicidad o ineptitud?
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¿Complicidad o ineptitud?

Existe una confusión profunda en relación con el concepto de corrupción, se encuentra en todas partes y es prácticamente imposible lograr que desaparezca, porque corruptos siempre han habido y seguirán existiendo en todas partes del mundo.

El hecho de que al presidente López Obrador se le critique porque diga que va a acabar con la corrupción, es porque no se entienden dos puntos muy importantes:

El primero es que uno de los objetivos de su proyecto de comunicación, implica la promoción de los valores universales del desarrollo humano, es por eso que mantiene un discurso orientado a repudiar la corrupción en todas sus formas, así como lograr que la gente comprenda que esto no es una de las características de nuestra cultura, como lo terminó diciendo alguna vez el subnormal de Peña Nieto.

Eso es lo que los neoliberales necesitaban que asumiéramos, que la corrupción es inerente al mexicano, porque la realidad es que todo su sistema económico y de gobierno, estaba estructurado alrededor de la corrupción como columna vertebral. Es lo que lo mantenía de pie, así es que si somos corruptos entonces todos le entramos al juego y el sistema continúa funcionando.

Por esa razón es indispensable que todos entendamos que la corrupción es una forma de vida que nos perjudica por igual, incluso a quienes la promueven y la aprovechan en su beneficio económico, porque a la larga de alguna forma terminan ellos o sus familias pagando las consecuencias de vivir en un sistema corrupto.

La segunda cosa que no se entiende bien, es que el presidente se refiere a desterrar la corrupción institucional, la que se diseña desde el poder a fin de convertir a las instituciones en instrumentos de saqueo y que fue la que el sistema neoliberal infiltró en todas las instancias del gobierno, al grado de hacerlas funcionar como parte del crimen organizado, coludiéndose con narcotraficantes, secuestradores, extorsionadores, ladrones comunes y de cuello blanco, evasores de impuestos, rateros de gasolina, de agua, de energía eléctrica, acaparadores y tramposos que operaban fuera y dentro de las leyes que ellos modificaron para favorecer este contexto.

Un buen ejemplo es cómo cambiaron la ley en el sexenio de Salinas para que la corrupción dejara de ser un delito grave, porque antes de ello sí lo era y a partir de ahí configuraron una red de complicidades en las que imperaría la impunidad. Por otro lado, a fin de simular ante la ciudadanía que esto no era así, crearon una pantalla conformada por organismos cuya función aparente era combatirla, como el Instituto de la Transparencia que se dedicaba a reservar información para que el público no la conociera, o el INE que se dedica a avalar fraudes electorales y a entorpecer el desarrollo de la democracia, así como otras más que les daban apariencia de honestidad a los corruptos.

Durante más de 30 años se escudaron en todas estas escenografías de la mentira para cubrir de legalidad sus actos aberrantes y hacerse los decentes ante la sociedad, mientras trabajaban para saquearla y corromperla.

Por eso ahora que entendemos cómo funcionaba el sistema, el cuento de que “yo no sabía lo que hacía mi secretario de seguridad” preso por narcotraficante en Estados Unidos, no se lo traga nadie. En este asunto Calderón solo podría haber jugado alguno de éstos papeles: el de cómplice o el de inepto, pero tal parece que con su actitud y con sus respuestas abyectas, está escogiendo ser calificado como lo segundo, porque prefiere pasar por imbécil que por ladrón y asesino, que es su verdadera cara, para intentar librar la cárcel, aunque esta tenga que ser su destino irremediablemente.

Eso es lo que hoy estamos haciendo todos; unos desde el gobierno, combatiendo la corrupción institucional y evitando la impunidad en la medida en la que el marco legal lo permite, otros desde nuestras trincheras, repudiando la corrupción en nuestros trabajos, en nuestras casas y en nuestro terreno de acción, para que nadie se confunda con que así es sin cuestionarlo. Que quede bien claro que así no es y estamos trabajando para lograrlo.

Como dice el magnate estadounidense Warren Buffet: “La honestidad es un regalo muy caro; no la esperes de gente barata”.

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