Bernardo Arévalo, la lucha que viene en Guatemala
Textos y Contextos
Por: Miguel Alejandro Rivera
@MiguelAleRivera
Hace algunos días, en el contexto del triunfo de Bernardo Arévalo por la presidencia de Guatemala, tuve la oportunidad de conversar con el embajador de México en dicho país sudamericano, Romeo Ruiz Armento, quien compartió conmigo algunas de sus perspectivas con respecto a lo que se viene con el nuevo gobierno además de asegurar que él mismo buscó dicha embajada por los lazos, el arraigo cultural y el conocimiento de la región que tiene como chiapaneco.
En principio, el diplomático señala que Guatemala vive un ambiente de esperanza, como se siente en cualquier nación en la que se experimentan virajes políticos, y aseguró que la figura de Bernardo Arévalo se encuentra reforzada por la de su padre, Juan José Arévalo, quien gobernó de 1945 a 1951, siendo el primer presidente elegido de forma libre y democrática tras la dictadura de Jorge Ubico Castañeda.
“Una forma interesante de ver la figura de Arévalo en Guatemala es con el símil del cardenismo en México, pues, en 1988, la fuerza de Cuauhtémoc Cárdenas retomó, innegablemente, la herencia de su padre, Lázaro Cárdenas, un presidente con mucha historia en nuestro país y cuya reforma agraria desarrolló muchísimo al campo mexicano”.
El periodista Fernando del Rincón dijo a Bernardo Arévalo en una entrevista para CNN, que ya hay guatemaltecos con intenciones de volver desde Estados Unidos a su patria. Ruiz Armento asegura que esto sería positivo. “La gente que migra es trabajadora, es valiente y la valentía está relacionada con la inteligencia; han pasado tantas desgracias en su migración que volverían para aportar muchas cosas buenas a su país”.
Será interesante observar la evolución del nuevo gobierno de Guatemala, que iniciará el próximo enero, ya que en el país centroamericano se vive una ola de inestabilidades en cuanto al escenario político se refiere. Tan sólo hace apenas unos días, y luego de haber ganado en las presidenciales con el 58 por ciento de los votos, el Tribunal Electoral suspendió al Movimiento Semilla, partido que llevó a la victoria a Bernardo Arévalo, quien el mismo día de dicha sentencia, recibió su constancia como presidente electo.
El Movimiento Semilla se fundó apenas en 2017, un partido joven que llega al poder con propuestas progresistas; es inevitable sentir las similitudes con el Movimiento Regeneración Nacional, que, aunque como organización surgió en 2011, obtuvo su registro como partido político en 2015 y alcanzó la presidencia en 2018 de la mano de su fundador, Andrés Manuel López Obrador.
Al respecto, el embajador Ruiz Armento asegura que más allá de las propuestas, “lo que se necesitan en los países y en la región son liderazgos; esperemos que Arévalo asuma ese papel de líder, lo que será positivo para su país y para la región. Ojalá tome el ejemplo del presidente López Obrador en cuanto a iniciativa de líder se refiere”.
En este sentido, el también exsecretario de Educación de Chiapas, aseguró que programas como Sembrando Vida serían una buena oportunidad para el nuevo presidente del Movimiento Semilla. “Tienes el río Suchiate que separa a México y a Guatemala, pero ahí puedes echar a andar la iniciativa y logras: reforestar la zona, limpiar las aguas y, muy importante, darles trabajo a tres, cuatro generaciones de personas, además de fomentar vínculos muy importantes entre los habitantes de ambos países”.
El escenario para Arévalo será interesante, por no decir que deberá sortear diversas dificultades. Su padre soportó al menos treinta golpes de Estado; el presidente electo hoy lucha contra la estructura que él asegura es corrupta y la cual, desde ante de iniciar su gestión, ya le está incomodando su ejercicio del poder.
Ya para estos tiempos, los legisladores del Movimiento Semilla han sido declarados independientes, en un aparato legislativo donde, de por sí, Arévalo tenía sólo cinco diputados, él incluido, de los 160 que conforman el Congreso. Para la próxima legislatura, desde el 14 de enero, contarán con 23 curules, pero, de seguir como independientes, no podrían presidir comisiones, participar en la preparación de la agenda legislativa ni tener asesores, entre otras prerrogativas.
Así, Arévalo lucha sin siquiera haber comenzado su presidencia, lo que, paradójicamente, podría ser una buena señal en una Guatemala donde, coinciden especialistas y opositores del régimen actual, la corrupción ya es insostenible.