Las sirenas son seres fabulosos que en la mitología griega se identifican como divinidades marinas, hijas del dios-río Aqeloo y de alguna musa. Se les representa como mujeres jóvenes con cola de pez, aunque en representaciones más antiguas aparecen como seres híbridos de mujer y ave. El mito de las sirenas cuenta que vivían en el estrecho de Mesina, donde atraían a los navegantes con sus hermosas voces, desviándolos de curso para que el engaño los terminara por obligar a enfrentarse a los terribles monstruos llamados Escila y Carbidis.
En la Odisea escrita por Homero, se cuenta que Odiseo sabía del peligro que representaba sucumbir ante el canto de las sirenas, pero durante su travesía tenía grandes deseos de escuchar sus hermosas voces. Siguiendo el consejo de la maga Cirse, tapó los oídos de su tripulación con cera para que no pudieran escuchar el canto y él se hizo amarrar al mástil de su barco, para poder escucharlas sin caer en la tentación de desviar el curso; así disfrutó de su hermoso canto y aunque se retorció de dolor mientras se alejaba, no pudo desviar la trayectoria de la nave.
Hoy la expresión de escuchar el canto de las sirenas, se refiere a describir que alguien se deje desviar del camino que se ha trazado, por la tentación que representan las expectativas o rumores que al final resultan falsos y que solamente logran entorpecer el avance que se había logrado en su ruta original.
La idea que está surgiendo por ahí, en el sentido de que el gobierno federal participe en la compra de los activos de Banamex, es algo parecido a sucumbir ante el canto de las sirenas, ya que el gobierno está entrando en el negocio de banca de consumo con un fin muy distinto al que persiguen las instituciones de banca comercial, como es el caso de Banamex.
El Banco del Bienestar se está desarrollando para prestar un servicio financiero de corte social, por medio del cual sus clientes tengan acceso a los apoyos que entrega la administración federal, sin intermediarios que lucren por realizar la entrega. Adicionalmente prestará servicios de transferencias para las remesas que los paisanos envían desde fuera del país, sobre los cuales no cobrará comisiones, otra vez buscando que sus clientes ahorren dinero que hoy tienen que pagar a la banca comercial por el servicio. Otro servicio que ya da el Banco del Bienestar, es la apertura de cuentas sin cobro de comisión y sin exigencia de mantener un saldo mínimo inactivo, pudiendo hacerlo a partir del depósito de 50 pesos.
De acuerdo con las primeras estimaciones sobre lo que podrían costar los activos de Banamex, a un valor sustancialmente bajo y para evitar tener que pagar demasiados impuestos, el precio de remate podría ser cercano a los 15 mil millones de dólares, que son más de 300 mil millones de pesos, una cantidad equivalente al costo de 2 refinerías como la de Dos Bocas, o 4 aeropuertos como el de Santa Lucía.
Si la función principal del gobierno fuera hacer negocios que puedan representar buenas utilidades financieras en el mediano plazo, adquirir Banamex sería una opción interesante de inversión, sin embargo implicaría manejar una operación de lucro a través de la usura, que le permita recuperar lo invertido, distrayendo la vocación de bienestar social en la que ese dinero de los impuestos debería destinarse y desviando su camino de los principios de actuación contenidos en su diseño conceptual.
La única porción de esos activos que podría ser relevante recuperar para el gobierno para la consciencia histórica de México, sería el patrimonio cultural acumulado por ese banco en edificios, obras de arte y archivos emblemáticos, lo que se podría conseguir buscando algún mecanismo para garantizar que todos los mexicanos tengamos acceso a disfrutar de este acervo cultural, sin las restricciones que podría tener en el futuro su condición de propiedad privada de algún banquero voraz y sin que para ello el gobierno tenga que sucumbir al canto de las sirenas.
Como dijo el novelista checo naturalizado francés Milan Kundera: “La cultura es la memoria del pueblo, la conciencia colectiva de la continuidad histórica, el modo de pensar y de vivir”.