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Opinión| Por qué dudar del atentado contra Trump
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Opinión| Por qué dudar del atentado contra Trump

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Por Miguel Alejandro Rivera

Un ejemplo claro de lo que serían las estrategias de de Estados Unidos para el siglo XXI fue la explosión del acorazado Maine, por la cual se culpó a España en 1898 y, el primero de enero de 1999, se utilizó ese argumento para ahuyentar de Cuba a la fuerza Europea.

Así Estados Unidos dominó la isla, bajo una argucia que para muchos fue un autoatentado a fin de legitimar un movimiento geopolítico desde la victimización y la autodefensa. ¿Nos suena conocido, por ejemplo, algo que pasó el 11 de setiembre de 2001?

Podrían ser meras especulaciones, pero, hablando de 11 de septiembre, lo que fue una realidad es el derrocamiento de Salvador Allende, el presidente chileno que en 1970 llegó al poder con un proyecto socialista a través de un proceso democrático, sin duda un paradigma de la época.

 

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Y ahí sí, sin elucubraciones, fue a través de estrategias como el Plan Cóndor que la CIA diseñó la intromisión de Estados Unidos a los países de América Latina a través de dictaduras militares que dejaron miles de muertos y desaparecidos en Chile, Argentina, Uruguay y demás…

Por demás está decir que el 11 de septiembre de 2001, la caída de las Torres Gemelas en Nueva York generó montones de teorías conspirativas que, gracias a diversas grabaciones, muchos especialistas aseguraron que todo fue una argucia de Estados Unidos y su entonces presidente, George W. Bush para comenzar una acometida bestial contra el mundo musulmán en Oriente Medio a fin de obtener todos los recursos posibles de aquellos llamados sin criterio alguno “terroristas”.

Así le quedó el rostro a Trump tras el atentado

El sábado pasado, Donald Trump fue el centro de un hecho que, en Estados Unidos, sí tiene muchos precedentes, pues el magnicidio data desde sus fundadores, como el propio Abraham Lincoln, quien fue muerto con un tiro en la cabeza.

El candidato republicano hablaba sobre la migración en Butler, Pensilvania, movía las manos de forma casi histriónica, como indicando el momento justo cuando pum, Thomas Matthew Crooks, un joven de 20 años, disparó y todo corrió de prisa.

Más allá de los videos de redes sociales en los que se muestra que el hallazgo del tirador era evidente antes del ataque, o del extraño actuar de la seguridad al despejar la zona, el accionar del Servicio Secreto fue sumamente extraño: se tiran sobre Trump, pero le permiten levantarse y gritar “Pelea, pelea, pelea”.

Él mismo alza el puño y se expone a un segundo, tercer o cuarto tirador con apenas una línea de sangre en el rostro, lo cual, pera el roce de una bala, parece muy poco verosímil.

Después se toman montones de fotografías con la bandera estadounidenses de fondo hasta que retiran al candidato.

Pero murieron dos personas, el tirador y Corey Comperatore, un heroico bombero, ¿eso también pudo ser teatro? Bueno, por eso este texto explica varias simulaciones previas, si han muerto miles por los intereses de Estados Unidos, dos almas más para el Tío Sam serían de peso?

Ahora todo es unidad, incluso las erratas del presidente Joe Biden se han olvidado, ya nadie pide que se baje de la campaña demócrata. Ahora Donald Trump es una especie de mártir, un hombre que, los mismos demócratas han dicho, es intocable con la palabra: ¿cómo hacer campaña, cómo criticar a la víctima de un atentado?

Trump se convirtió en un mártir a partir del atentado del pasado sábado

Estas ideas pueden sonar a una locura, pero deben plantearse para generar discusión, análisis y debate alrededor de un país especialista en manipular la realidad. Siendo muy regionales, podríamos decir que la burra no era arisca, la hicieron.

Donald Trump parecía ir solo hacia la victoria por su reelección a la presidencia en noviembre, ¿por qué haría tal alboroto con un atentado falso? Quizás los demócratas harían por fin el cambio a una Kamala Harris que sí podría vencerlo, quizás quiere legitimidad total para ir contra sus enemigos, quizás quería ser un héroe para ser recordado así y no por sobornar a una estrella porno para comprar su silencio… no se puede asegurar nada, pero es que Estados Unidos, el país de las narrativas, es así.

 

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