Ante la coyuntura en Ucrania, hay cuestionar los estándares occidentales
Textos y Contextos
Por: Miguel Alejandro Rivera
@MiguelAleRivera
La invasión de Rusia a Ucrania trajo consigo el renacimiento de conceptos que parecían haber quedado en el pasado; por ejemplo, se habla de posibles escenarios de Guerra Fría, aunque, por el momento, el mundo no se encuentre en un conflicto de tal magnitud. Asimismo, ante la caída de la Unión Soviética, Francis Fukuyama afirmaba que se habría llegado al “fin de la historia”, pues la lucha ideológica terminaba con la llegada de un mundo basado en la democracia liberal.
Pero no, aunque así lo hubiesen querido Estados Unidos y sus aliados, aún hay discrepancias en el concierto internacional que se tienen que resolver, así como conflictos ante los que no sólo debe prevalecer el poder militar de ciertas naciones, si no también, diferentes filosofías y formas de administración social.
Y es que este sábado, el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguei Lavrov, afirmó que “Estados Unidos quiere que prime un mundo unipolar, en el cual todos tienen que subordinarse al más fuerte. Intenta que todo Occidente se pliegue a sus intereses, como testimonia la dependencia de la OTAN y la Unión Europea. Pero hay países –China, India, Brasil, Argentina, México– que nunca van a aceptar que exista una ‘aldea’ global con un sheriff estadunidense”.
El filósofo alemán Herbert Marcuse realizó cuantiosos estudios sobre la ideología de las sociedades industrializadas, como la norteamericana. Su obra más importante: “El hombre unidimensional”, reconocida como uno de los textos más subversivos del Siglo XX, que marcó gran influencia en la nueva izquierda mundial.
En este trabajo de la escuela Crítica, Marcuse expone como las sociedades dominantes buscan determinar el destino de los pueblos insertando la idea de la democracia, el pluripartidismo, y la cultura que ellos mismos proponen como una especie de libertad controlada. También se exponen planteamientos como el de la enajenación mediatizada a modo de control y supresión de la individualidad en el ser humano; la idea es: “nuestra sociedad y su modo de vida es lo mejor de todos los mundos”.
Las pretensiones de los Estados Unidos después durante y después de la Guerra Fría sin duda fueron grandes: hacer del mundo un macrosistema interconectado cuyos países se rigiesen bajo las mismas normas económicas, políticas y morales. Para lograr este objetivo ha hecho de todo, desde invasiones justificadas bajo amenazas de ataque, como la de Irak, así como exportar su cultura a través de su cine, su televisión y su capital privado.
Otro teórico de la segunda mitad del siglo pasado, Marshall McLuhan, aseguraba que en algún momento, viviríamos en una aldea global donde los individuos estuviesen tan ligados entre sí, que no importarían las distancias geográficas para la relación entre ellos; más o menos 50 años después de publicada esta teoría, a inicios del presente siglo surgen plataformas como Messenger, Blogger, MySpace, y posteriormente Facebook, YouTube y Twitter, que terminan por dar la razón al sociólogo canadiense.
Precisamente, y aunque de alguna forma estas redes sociales de internet han ayudado a la democratización de la información, también tienen este proceso oscuro de posverdad y adoctrinamiento del que hablaba Umberto Eco en su tesis Apocalípticos e integrados
La cuestión con las redes es que nos dieron un arma por demás poderosa, pero no nos enseñaron a usarla, y ahora, aunque funciona de formas muy importantes para la autocomunicación masiva, también sigue bajo los mismos vicios de la televisión o la radio empresariales, donde existen líderes de opinión patrocinados por poderes facticos que buscan imponer una agenda específica.
Es entonces que tendríamos utilizar estas nuevas herramientas, como las redes sociales o el internet, para entender por qué no debemos aceptar toda la cultura, cosmogonía y filosofía de ese occidente al cual Estados Unidos le ha marcado el paso desde la implementación del Plan Marshall, luego de la Segunda Guerra Mundial.
Como lo dice Lavrov, el “sheriff” no debe ser estadounidense, pero tampoco ruso o chino, si no que, se debería aprovechar el que estamos transitando por una era de la hiper información, para recuperar conceptos, teorías y filosofías (el taoísmo, el budismo zen, algunos principios del áfrica subsahariana o del Magreb, entre muchas otras), para poder concebir el mundo de maneras que nos lleven a mejores escenarios que el que estamos viviendo.