Anaya: la carta ‘fuerte’ de los conservadores
Como buen oportunista político, Ricardo Anaya regresa a la vida pública después de dos años de ostracismo autoimpuesto como consecuencia de su fallida campaña por la presidencia de la república, seguida de una estruendosa derrota, alejándose de los reflectores en un vano intento de que las múltiples acusaciones de malos manejos, tráfico de influencias y corrupción que mancharon su carrera y amenazaban con terminarla por completo, fueran olvidadas por la sociedad.
Con un extraordinariamente inflado ego, publica un video haciendo gala de sus muy deplorables dotes histriónicas, apelando a las emociones más que a la razón. Abusando de gestos y palabras sólo dignas de un infante recitando en la primaria, trata de proyectar un mensaje basado en lugares comunes, aseveraciones utilizadas por la derecha múltiples veces desmentidas y acusaciones sin sustento con gráficos manipulados y engañosos para buscar el mismo objetivo que los estultos de FRENAA han atentado con tan poco éxito: descalificar la actual administración y establecer la necesidad de un cambio de rumbo.
Parece creer que olvidamos los cinco millones que recibió por aprobar la Reforma Energética que tanto daño hizo al país, que impulsó la perversa costumbre de los “moches” que el ejecutivo prodigaba al legislativo para que aprobaran las dañinas “Reformas Estructurales” que causaron 60 millones de pobres. Su retorno infiere que le fueron ya perdonadas las acusaciones de corrupción, de utilizar empresas “factureras” o que impulsó el “Pacto por México” neoliberal mediante el cual sus cómplices obtuvieron jugosos negocios volviéndolos súbitos millonarios en perjuicio del erario.
Ante el rotundo fracaso de las intenciones de Felipe Calderón, consecuencia del repudio generalizado y la abrumadora solicitud popular de llevarlo a juicio por su colusión con el crimen organizado, además de la evidente carencia de liderazgo en el ala conservadora de la sociedad, intenta Ricardo Anaya presentarse como el salvador de este sector de la sociedad e impulsar la percepción de fracaso de la cuarta transformación.
Pero este personaje no puede evitar evidenciar sus verdaderas intenciones que distan mucho del bienestar de la población, pues se limitan a la obtención del poder y la recuperación del México exclusivo para los privilegiados.
Consciente Anaya del largo historial de corrupción, tráfico de influencias y malos manejos que, de la forma más cínica y desaseada ha tenido en el pasado y sabiendo que al entrar de nuevo a la escena pública todo esto saldrá otra vez a la luz, en su video se victimiza por anticipado, preparando el terreno para que, cuando las acusaciones que inevitablemente llegarán, tomen relevancia, poder esconderse detrás de una obviamente falsa “persecución política”.
Indica haber dedicado este tiempo a su familia y a escribir un libro en donde expresa sus puntos de vista sobre el pasado, presente y futuro del país. Aunque no dudo de su capacidad para escribirlo (cualquiera puede hacerlo), me permito un profundo escepticismo sobre la calidad del mismo, dados los puntos explicados en el video de marras y que él consideró suficientemente importantes como para incluirlos, pues parece no haber aprendido nada durante la campaña, su estruendosa derrota y dos años de asilamiento, ya que su discurso es patéticamente similar al que le escuchamos durante su triste paso como candidato a la presidencia del país.
En fin, que en vista de que al parecer Anaya es la mejor apuesta del conservadurismo en su carrera para la recuperación de privilegios, mucho me temo que, si queremos una oposición digna, pensante, propositiva, con ideales y convicciones como México tanto necesita, todo indica que tendrá que salir de las filas de la coalición Juntos Haremos Historia, ya que la derecha mexicana pretende obligarnos a hacerla desaparecer tan pronto como en 2021.