AMLO; un político fuera de serie
Foto: El Sol de México
Hace unos días, en una entrevista que realizó el periodista Luis Hernández, al académico y también periodista John Ackerman, decía el primero de los señalados que no le quedaba claro cuál era el proyecto de Cuarta Transformación que impulsa el presidente López Obrador.
Acertadamente, Ackerman le respondió que ese proyecto existe realmente y que puede identificarse con claridad si se presta atención al trabajo arduo y permanente del presidente.
López Obrador es un político fuera de serie. No para su actividad diaria. Son contados los pequeños descansos que ha tomado, a poco más de un año de haber asumido la presidencia del país.
El proyecto de cambio que vive México, no descansa en un escritorio, o en el despacho presidencial, al lado de legajos y expedientes que poco se consultan.
Ese proyecto de nación se trabaja nivel de tierra. Recorriendo el país de punta a punta para conocer las necesidades reales y poder tomar las medidas adecuadas que den solución a cada deficiencia.
Se dice fácil y se cuestiona mucho pero ¿qué presidente del pasado gobernó de esa manera? ¿Qué mandatario conservador se preocupó por conocer de primera mano la situación del país?
Todos despacharon cómodamente desde la residencia oficial de Los Pinos.
De oídas sabían de alguno de los tantos problemas que aquejaban a la sociedad mexicana.
Y no siempre les interesaba resolver la situación.
Su preocupación estaba en conducir al país por el sendero neoliberal que les habían ordenado desde el exterior. Esta ruta les dejaba beneficios personales y de grupo.
La riqueza de pocos era el objetivo, aún si con ello provocaban la miseria de la mayoría de los mexicanos.
Esos gobiernos neoliberales sí contaban con programas y proyectos que los periodistas y académicos, como Luis Hernández, podían leer, estudiar e interpretar en la academia o en la tranquilidad de sus oficinas.
Ahí estaban los datos de un conservadurismo que tomaba como referencia a los mejores teóricos de la disciplina neoliberal.
Se escribía planificadamente, cada paso que daría el gobierno en turno. Se sustentaba toda decisión en modelos matemáticos (a veces escritos en una servilleta), que arrojarían resultados fabulosos. Todo eran fórmulas y teoría económica.
Y con esa documentación estaban felices los intelectuales y periodistas de ese entonces.
Podían discutir y analizar en el papel, una política de gobierno que en la práctica nunca funcionó.
Porque el neoliberalismo fue ante todo, una suerte de castillos de papel. Argumentación escrita y diseñada desde la comodidad del escritorio.
La rancia academia conservadora y el periodismo acostumbrado a que “eso” era lo adecuado, ajustaban sus criterios a esa forma de hacer política y brindar gobierno.
López Obrador es un presidente inentendible para ellos.
Pero no para el pueblo.
La tecnocracia no mueve al país como en sexenios anteriores.
La razón e intención de este gobierno se da en “la praxis”, como bien respondió Ackerman.
El presidente aplica un proyecto gubernamental que tiene su base en el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024, que al parecer pasó de noche para algunos periodistas.
Este programa de gobierno no contiene las fórmulas y modelos económicos propios del neoliberalismo.
Su contenido es de lectura fácil y se pone énfasis en las causas de los problemas que vive México, así como en las medidas que el gobierno está tomando para revertir los efectos negativos de las mismas.
Es un Plan dirigido a los ciudadanos en general. No es el expediente técnico al que estaban acostumbrados intelectuales y periodistas de la vieja guardia.
No son las promesas en papel, que jamás se transforman en realidad.
Durante la etapa neoliberal, no hubo estabilidad económica en México. El poder adquisitivo del salario se deterioró a niveles alarmantes, condenando a millones a la pobreza extrema.
La devaluación de nuestra moneda fue brutal.
El incremento de la deuda externa alcanzó márgenes que la hacen impagable actualmente.
No se desarrolló industria nacional. No tenemos planta productiva.
Los contratos para inversión en el área energética, solo sirvieron para que las compañías que los consiguieron, especularan con estos documentos, sin realizar las inversiones prometidas.
El caos reinó a plenitud mientras gobernaron priistas y panistas.
Pero eso sí: había programas y proyectos para todo. Documentos públicos que definían estrategias que al final conducirían a callejones sin salida.
Repetimos. Los académicos y periodistas formados y que trabajaron durante esa etapa de corrupción, eran felices moviéndose entre todo ese papeleo oficial.
Hoy buscan que López Obrador gobierne de la misma manera, sin entender que la Cuarta Transformación no tiene el mínimo interés en formular documentos propios de la tecnocracia.
López Obrador no planea de esa manera sus acciones de gobierno.
Los recorridos a lo largo del país, le brindan toda la información que requiere para articular prácticamente, lo señalado en el Plan Nacional de Desarrollo.
Es una política social a ras de piso. En contacto permanente con la gente.
El presidente pregunta, observa, platica, señala y da instrucciones durante sus giras.
Recibe las peticiones que los habitantes de los municipios visitados le entregan.
A su regreso, hace llegar cada caso al área de atención correspondiente y tiene gente en Palacio Nacional, para dar seguimiento a cada asunto.
López Obrador no es un político improvisado. Tiene un plan de nación bien definido y trabaja en él a diario.
El contacto con la prensa le brinda la oportunidad de dar a conocer al ciudadano, paso a paso, las acciones de gobierno que se van implementando.
Ése es el valor de las conferencias mañaneras.
Ahí está definida día a día, la política que sigue el gobierno de la Cuarta Transformación.
Quienes están esperando los documentos o servilletas repletas de gráficas, mediciones, modelos, algoritmos y fórmulas, utilizadas durante el periodo neoliberal, pueden traer una silla para esperar con más comodidad.
Lo sano para estos intelectuales y periodistas, sería que se involucraran un poquito en el desarrollo social que hoy vive México en la práctica, para formular la teoría de la Cuarta Transformación que les urge tanto.
Porque para el ochenta por ciento de la población mexicana, que apoya al gobierno del cambio, en este momento histórico que vive el país, es mucho más importante la práctica, que la teoría.
Eso es algo que comparten López Obrador y millones de mexicanos.
Malthus Gamba