Desde antes de iniciar este gobierno nos hemos divertido con expertos, opinólogos, medios y periodistas alquilados, bots y troles en las redes sociales, ninis millonarios disfrazados de oligarcas y políticos reciclados por cárteles disfrazados de partidos, prometiéndonos que todo va a salir mal.
Desde la paridad del peso con el dólar que pronosticaron a 35 pesos, la caída estrepitosa de la economía antes de saber que tendríamos una pandemia que nos obligaría a cerrarla, la promesa de que no se podría organizar el espacio aéreo si construían Santa Lucía, el escenario de más contagios y muertos que en la India a causa del coronavirus, la proyección de que estaríamos vacunados hasta el año 2157 y tantas otras babosadas.
Elaboran argumentos detallados basados en supuestas opiniones de expertos reconocidos internacionalmente, que por ejemplo en el caso de la pandemia, resultaban ser dentistas o economistas fracasados que terminaron trabajando en la secretaría de salud, mientras echaron a perder la infraestructura del gobierno y se hicieron millonarios.
Cualquier excusa es buena para pronosticar un desastre mayúsculo en el país. Hoy sucedió con el huracán Grace, que por desgracia mató a 9 personas en Veracruz e inundó parte del terreno en el que se construye la refinería de Dos Bocas, sin que sus brillantes mentes diluciden que un terreno en construcción no cuenta con drenaje y que éste no viene ya integrado en la naturaleza.
También ha sido tema de queja futura el FONDEN, fideicomiso extinto que supuestamente tenían los gobiernos anteriores para atender los desastres que nunca atendieron y del que se robaron tal cantidad de dinero que hoy presenta un saldo negativo de 13 mil millones de pesos.
Las únicas promesas optimistas que han hecho públicamente es que ganarían las elecciones de 2021, juntando la fuerza de sus 3 cárteles disfrazados de partidos, dirigidos y financiados por el hijo inútil, el conocido parásito de un oligarca resentido porque dejó de ser importante en los planes del gobierno, porque hoy debe de pagar impuestos y cumplir las obligaciones que tiene con sus trabajadores, lo cual es una enorme falta de consideración para su voracidad y su estupidez.
Ahí también fracasaron y la sociedad les pasó por encima como quien aplasta una babosa en la carretera.
Sus quejas a futuro y sus pronósticos de desastre se caracterizan por ser estridentes, hacerse en tono triunfalista, fanfarrón, no tener ninguna base argumentativa sólida y terminar siendo evidencia de una mentira más, configurada para confundir momentáneamente, así como para manipular a alguno que otro zonzo que todavía anda descuidado.
Sus peroratas ya no impresionan a nadie, no influyen en comportamiento alguno y cada vez divierten a menos porque son tan predecibles, que ya sabemos lo que van a decir en la siguiente oportunidad que se les presente. Lo más simpático de esta caterva de subnormales, es que si no se les presenta la ocasión, ellos la construyen a partir de alguna mentira que ya solamente ellos se creen.
Mientras estos raterillos pierden su tiempo construyendo historias fantásticas y preparando amparos para ver si así logran retrasar un poco el avance de la transformación del país, los demás seguimos abonando todos los días a la edificación de una estructura que ya no puedan destruir fácilmente.
La prueba más clara de que saben perfectamente que su derrota moral es absoluta, son sus reacciones desesperadas hacia la consulta para la revocación de mandato del presidente, que se llevará a cabo en 2022. Es muy claro que ellos ya no quieren que se realice, prefieren que este ejercicio democrático no se lleve a cabo para no tener que soportar una derrota más en las urnas. Su intolerancia es evidente, saben débiles, impotentes, fracasados; solo les queda el llanto del que añora lo que se desea, pero que se sabe inalcanzable.
Como decía el escritor ocultista inglés Aleister Crowley: “La intolerancia es la evidencia de la impotencia”.