Más allá de Palestina… Sudán, otra limpieza étnica gracias a Occidente
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Más allá de Palestina… Sudán, otra limpieza étnica gracias a Occidente
Por: Miguel Alejandro Rivera
@MiguelAleRivera
El genocidio que Israel ejecuta contra el pueblo palestino desde 1948 y que se agravó desde el pasado 7 de octubre está acaparando los medios de comunicación, así como las protestas en diversas partes del mundo: tan sólo el pasado sábado en Londres marcharon 300 mil personas para pedir el alto al fuego por parte de Israel. Y, aunque no es para menos, otras masacres suceden en territorios de África que son más permitidos incluso que los que suceden en Medio Oriente.
Fue el Alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, quien se dijo “horrorizado” por la reciente escalada de violencia en Ardamta, en la región sudanesa de Darfur Occidental, donde los ataques de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) han dejado más de mil muertos de la comunidad masalit en tan solo dos días.
Sin embargo, habría que comprender los orígenes. Las RSF se formaron en 2013 y tienen en la milicia Janjaweed, que combatió brutalmente a los rebeldes en Darfur. Las RSF están lideradas por el general Mohamed Hamdan Dagalo y controlan algunas minas de oro en Sudán, además de que también han combatido en Libia y Yemen.
Del otro lado está el general Abdel Fattah al Burhan, quien es jefe de las fuerzas armadas y ocupa el cargo de presidente del país desde 2019 que derrocó al presidente Omar al Bashir y comenzó en Sudán una constante inestabilidad por el dominio del poder a cargo de las milicias, que en 2021 orquestó un golpe al apresar al primer ministro Abdallah Hamdok y disolver todos los poderes del país.
Para muchos africanos, el imperialismo fue lo peor que pudo pasar, no sólo por la esclavitud y el robo de recursos naturales que implementaron las potencias europeas y Estados Unidos luego de sus invasiones al continente, sino también, por la forma en la que dividieron sus territorios. Luego de la Conferencia de Berlín, de 1884, países como Francia, Alemania y Reino Unido, se repartieron el gran continente negro de las formas más arbitrarias e inverosímiles sin pensar en las consecuencias para la población indígena.
Cuando uno mira las fronteras políticas en África, es obvio que se trata de líneas rectas que rompen toda delimitación geográfica natural. ¿Qué implica esto? Como lo explica el líder independentista de la Costa de Oro (ahora Ghana), Kwame Nkruma en su propia autobiografía, esto destruyó la dinámica ancestral de cientos de poblaciones; por ejemplo, la comunidad Ewe, que luego de los procesos coloniales quedó dividida en tres países: el Togo inglés, el Togo francés y la Costa de Oro. Muchas familias un día despertaron y de la nada, ya las dividía una frontera.
Ahora, el gobierno militar de Sudán considera a etnias como la masalit parte de sus opositores, y es importante destacarlo porque en África, Occidente repartió armas a ciertos grupos indiscriminadamente sin entender que el territorio ya tenía diferencias culturales y sociales, tal como cuando, en la Declaración Balfour de 1917, Reino Unido apoyó al sionismo y sentó las bases de lo que hoy es Israel.
O más claramente, cuando las potencias decidieron empoderar y dar armamento a los hutus de Ruanda, quienes aniquilaron a la etnia contraria, los tutsis, en un territorio que, hasta que llegó Occidente, fue denominado país, y sus habitantes debieron luchar por sus recursos.
En el libro de Walter Rodney Cómo Europa subdesarrolló a África se habla de enfrentamientos étnicos después de la llegada de Europa al continente. Rodney sostiene que la colonización europea creó nuevas tensiones étnicas en África, que los europeos utilizaron las diferencias étnicas para dividir y controlar a los africanos y que la colonización también creó nuevas oportunidades para que los líderes africanos explotasen las diferencias étnicas para su propio beneficio. Estos líderes utilizaron las diferencias étnicas para dividir a sus enemigos y consolidar su propio poder.
El genocida Idi Amín en Uganda es sólo un ejemplo, aunque Rodney enumera varios, como la ruptura de los prósperos imperios de Ghana y de Mali por parte de los europeos para su posterior caída, algo así como el “divide y vencerás” que le aplicaron al Imperio Otomano y que explica en parte lo que hoy le sucede a Palestina.
La Unión Europea se muestra “horrorizada” por la limpieza étnica en Sudán, pero no explica cómo su colonización causó el desmoronamiento del tejido social en prácticamente todo el continente africano.