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La derecha y su Fox 2.0
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La derecha y su Fox 2.0

Textos y Contextos

Por Miguel Alejandro Rivera
@MiguelAleRivera

En una entrevista banquetera, el presidente de la Cámara de Diputados respondió a una reportera: “Si hay alguien panista de izquierda es Santiago Creel”, esto ante el cuestionamiento de cómo alguien del PAN atraería el voto perredista… como si el PRD fuera aún de izquierda.
¿Por qué Santiago Creel, político de Acción Nacional, siempre opuesto a la izquierda, ahora dice ser de esa corriente-ideología política? Se sabe que el origen del término viene de la Asamblea Constituyente de Francia que, en 1798, tuvo trascendentes reuniones donde los conservadores cercanos a la monarquía se sentaron a la derecha y los representantes de las provincias, el pueblo, se colocaron a la izquierda.

Las repúblicas modernas heredaron mucho del sistema francés posrevolucionario, como la división de Poderes, por ejemplo, para garantizar contrapesos y evitar el abuso de poder. Así también se heredó esa terminología de izquierdas y derechas.

Es así que la izquierda es la postura cercana al pueblo, a la gente, a las mayorías, y la derecha se identifica con la oligarquía, el poder y las cúpulas que, pese a ser minoría, manejan el capital, los medios de comunicación y muchos otros factores trascendentes en el control social.

Por eso en México, por ejemplo, pasaron más de cien años (si contamos desde Madero por los contenidos del Plan de San Luis) para que llegara al poder un presidente de izquierda, pues la derecha controlaba instituciones y recursos suficientes para encumbrarse en el poder, como lo hizo el PRI, cediendo después el Estado al PAN.

Pero, precisamente, ese proceso de falsa transición en 2000 es el que debe revisitarse, pues se adelantan algunas similitudes en las estrategias de la derecha.
Ante una sociedad cansada de la inestabilidad que generó el asesinato de Luis Donaldo Colosio (1994) y los demás atentados de ese año, el levantamiento del ejército Zapatista contra el TLCAN, la crisis económica que llegó con la devaluación del peso, el FOBAPROA y demás desgracias en el sexenio de Ernesto Zedillo, la derecha intuía que el 2000 podría sufrir su gran derrota, una inocultable como la de 1988.

El PRI y el PAN sabían que la gente necesitaba respuesta de izquierda, cercanas al pueblo y, por eso, estructuraron una estrategia que, al final, les funcionó: el marketing político aplicado a Vicente Fox, es decir, vendieron al exempleado de Coca-Cola como si fuera un producto más de la refresquera.

De un refresco te dicen que es delicioso, refrescante, quita sed, incluso le atribuyen características ilógicas como que de su presencia en la mesa depende la felicidad de la familia; jamás en su publicidad verás que hace daño, que tiene demasiada azúcar, que su abuso podría causar enfermedades…

Así Fox, que se vistió de charro, fue a programas televisivos de gran éxito entonces para hacer chistes y conectar con el mexicano de a pie; se puso botas, sombrero, utilizó más la publicidad que la propaganda logrando que al electorado se le olvidara que detrás estaba un partido conservador y cupular como lo es el PAN.

Claro, como hasta entonces el papel panista había sido ser oposición, no había grandes referencias, pero el apoyo al FOBAPROA, siendo en 1998 fuerza mayor en la Cámara de Diputados, ya anunciaba por dónde irían sus prioridades.

En fin, sabemos qué pasó en el sexenio de Vicente Fox, una de las peores administraciones federales de la historia: ya sabemos, por ejemplo, los vínculos de su familia con El Chapo Guzmán, pero algo que no debemos olvidar que su administración se autodefinía como “de y para empresarios”. En su sexenio, los siete bancos más grandes del país ganaron 15 mil 200 millones de dólares, sólo por nombrar un caso.

Es decir, de izquierda Fox no tuvo nada más que su narrativa. Hace unos meses, la oposición se rasgaba las vestiduras porque el nuevo paradigma educativo de la SEP incluía lecturas sobre Marx, Freire y otros autores clásicos de la izquierda, hoy, hasta dicen ser parte de esa postura política.

Eso que ha sido llamado Pacto por México, México al Frente, Va por México y ahora Frente Amplio por México, que justo cambia de nombre una y otra vez porque la derecha cree que todo se trata de logos y marcas, busca a su nuevo o nueva Fox, un Fox 2.0.

Creel, con los ojos llorosos, adopta un discurso de falsa pasión por un país por el que no ha hecho nada. Xóchitl Gálvez, cuya carrera política también carece de grandes logros es excelente entonces para ser una nueva Fox, con huipil en vez de botas, pero que al final rendirá cuentas a personajes como Claudio X. González, y no, el problema no es que sea mujer, la cuestión es quién está detrás suyo, pues, al final Los Amigos de Fox tuvieron grandes beneficios en un sexenio “de y para empresarios”.

El surgimiento de Morena atendió a que el hoy presidente Andrés Manuel López Obrador decidió no rendirle cuentas a nadie cuando leyó que ya tenía un buen capital social para hacer su propio partido, eso es lo que frustra a la derecha que ahora quiere ser izquierda, que la administración actual no tiene que rendir cuentas, algo que ningún Fox 2.0 de la derecha puede garantizar, por más pueblo que parezca.

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